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"Peor que los peligros del error son los peligros del silencio." ""Creo que mientras más critica exista dentro del socialismo,eso es lo mejor" Fidel Castro Ruz

miércoles, 10 de febrero de 2016

Cebollas en el semidesierto cubano

Marciano Cala Matos es un usufructuario que con sus resultados reafirma la máxima martiana de que la tierra sirve si el hombre sirve

Autor: Jorge Luis Merencio Cautín | merencio@granma.cu


Exitosa ha sido la primera incursión de Marciano en el cultivo de la cebolla. Foto: del autor

SAN ANTONIO DEL SUR, Guantánamo.— Cosechar hermosas cebollas blancas en pleno semidesierto cubano es privilegio en estos días de Marciano Cala Matos, usufructuario que con sus resultados reafirma la máxima martiana de que la tierra sirve si el hombre sirve.

A este jubilado de la entonces empresa municipal de Aco­pio, hace unos años se le entregó el área mediante el Decreto-Ley 300 en la agreste zona de Los Ciguatos, a unos dos kilómetros al oeste de la cabecera del municipio, con la encomienda de desarrollar la actividad forestal y en lo posible la producción de cultivos varios y la crianza de carneros.

“La rehabilitación de la finca, antes perteneciente a la ganadería, exigió templar bien hachas y machetes para poder eliminar el aroma y otra planta no menos espinosa (conocida aquí como rosa de potrero), presentes en todo el espacio”, cuenta Marciano, quien agradece el apoyo de la familia y amigos en la ardua tarea de desmonte.

Pero hacer una finca en esos predios, donde la lluvia se ausenta casi todo el año, también requería garantizar el agua para el riego de las plantaciones y el consumo familiar.

Entonces la solución fue acudir al pico y la pala, entre otros implementos rústicos, y emprender la excavación de un pozo. “Nos empeñamos en buscar el agua, donde estuviera, y con esa decisión picamos y seguimos picando hasta que la encontramos a 12 metros de profundidad, no sin antes vencer la resistencia de las piedras, que aparecían en cada picada”, relata el campesino.

Asegurada el agua, el nuevo problema era almacenarla. Para lograr ese objetivo Marciano construyó un tanque a base de bloques de hormigón, con capacidad para 29 metros cúbicos.

Desde la existencia de ambas obras nunca más el preciado líquido ha sido un problema en La Cúrbana, nombre que el labriego puso a la finca por la identificación en ella de 14 ejemplares de esa planta medicinal.

Conocida también como canela blanca, esta especie, en peligro de extinción en la zona, se usa como condimento, como tónico y macerada en alcohol en fricciones contra el reumatismo, explica Mireya Noa Moreira, esposa del campesino, y según él, su mano derecha en la finca, a la cual el Grupo Na­cional de Agricultura Urbana y Suburbana le concedió en el 2013 la condición de Referencia Nacional.

Además de en la cocina, Mireya es decisiva en la atención a los animales (carneros, pavos, gallinas y cerdos en menor nú­mero), aunque también chapea y siembra hortalizas y árboles maderables y frutales, encomia nuestro entrevistado, quien agrega que solo durante el pasado año el desempeño de su esposa permitió vender al Estado 40 carneros.

De las 13,4 hectáreas de área total de La Cúrbana, 12,6 están dedicadas a la actividad forestal, con énfasis en la siembra de especies autóctonas como el guayacán y el gavilán. La otra prioridad la tiene el fomento de los frutales (guayaba, guanábana, anón, aguacate, coco y ciruela).

El resto de la posesión (0,8 hectárea) se consagra a los cultivos varios, esencialmente a la producción de hortalizas, con preferencia para la lechuga, habichuela, pepino, remolacha y ahora la cebolla, cultivada por primera vez y vendida directamente a la población en las ferias sabatinas del municipio, a un valor de cinco pesos el mazo de dos libras.

Interrogado sobre su experiencia agrícola antes de concedérsele el área, Marciano asegura que prácticamente ninguna, a no ser la adquirida cuando muchacho en Puriales de Caujerí junto a su padre Marcelino Cala Ramírez, delegado por esa zona al Congreso Campesino en Armas, celebrado en Soledad de Ma­yarí Arriba, el 21 de septiembre de 1958.

Los conocimientos del campo los he logrado sobre la marcha, trabajando duro, siguiendo las experiencias de otros campesinos y prestándole el mayor interés a los consejos de los especialistas agrónomos, concluye este integrante de la unidad básica de producción cooperativa 28 de Enero.

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