Diciembre 6, 2017
Escrito por Yamilia García Acosta
Dentro de las disímiles preocupaciones de la humanidad se encuentran tres claramente definidas: el uso de la energía, la producción de alimentos y el cuidado del medio ambiente; estas cuestiones se han analizado con relativa independencia, por tanto, las acciones a nivel mundial se enfocan por lo general de forma separada y no en su interrelación, por lo que los resultados hasta el momento no han sido satisfactorios a la hora de brindarle solución a estas problemáticas.
Los sucesos más recientes en el contexto internacional indican la conexión estrecha entre estos elementos; la escala vertiginosa de los precios de los combustibles fósiles tiene un impacto directo en los precios de los alimentos, no solo por la vía de los costos y la especulación que alrededor de ellos se genera, sino también porque se han comenzado a desviar producciones netamente alimenticias para utilizarlas como fuentes de energía. Por otro lado, el uso indiscriminado de los combustibles fósiles y los recursos naturales en su conjunto, entre otros factores, ha llevado a la ocurrencia de cambios climáticos globales con nefastas consecuencias para la agroproductividad.
La situación internacional cada vez más compleja y la insuficiente respuesta productiva del sector agropecuario y productor de alimentos, hace pensar, que la disponibilidad de los mismos adquirirá una connotación de gran importancia, pudiendo llegar a convertirse en el Talón de Aquiles de la seguridad nacional.
Muchos han sido los esfuerzos dirigidos a garantizar la disponibilidad de alimentos para la población por parte del gobierno revolucionario cubano. Basta con mencionar las transformaciones efectuadas en medio del empeoramiento de las condiciones económicas en Cuba durante los años noventa del siglo XX, dirigidas a incentivar las producciones del sector agropecuario o las erogaciones realizadas para importar alimentos en medio del brutal bloqueo imperialista. No obstante se requiere perfeccionar las políticas en torno a la reanimación del sector productor de alimentos y lograr mayor autosuficiencia alimentaria.
En la presentación de los Lineamientos de la Política Económica y Social del Partido y la Revolución, se plantea que en las actuales condiciones del país y del entorno internacional, la política económica está dirigida a enfrentar dos tipos de soluciones que requieren de una estrecha relación; soluciones a corto plazo y soluciones a más largo plazo, dentro de las que se enumeran en primer lugar, el logro de la autosuficiencia alimentaria como un elemento primordial para el exitoso desempeño del proceso de actualización del modelo económico cubano.
A diferencia de etapas anteriores en las que la fórmula de más insumos y recursos en general implicaba- de cierta forma- mayores resultados productivos, no parece ser ahora la alternativa más viable. Por el contrario, dadas las limitaciones financieras del país, se hace necesario producir con un componente de gasto material y financiero mínimo.
La entrega de tierras, por lo general baldías u ociosas, en calidad de usufructo para la explotación en cultivos alimentarios o de exportación constituye una medida estructural de carácter trascendental, modalidad que hoy día cuenta con mayor cantidad de interesados. El Decreto-Ley 300”sobre la entrega de tierras ociosas en usufructo”, enriquecido por el 311, es un elemento de gran relevancia en la actualización del modelo económico que puede constituir- de realizarse de manera correcta- un paso decisorio en el logro de mayor producción de alimentos y, por tanto, conducir a una alta autosuficiencia alimentaria.
Además de la aplicación de dichos decretos, el desarrollo de producciones de alimentos por entidades no especializadas y por la población ha adquirido un mayor dinamismo a partir de iniciativas desplegadas como alternativas para atenuar las insuficiencias en la oferta de alimentos, de forma gradual y progresiva; dicho movimiento ha ido cobrando importancia hasta llegar a involucrar en cada territorio a numerosos factores dentro de los planes municipales de autoabastecimiento.
La agricultura urbana y suburbana, los patios, parcelas, fincas de autoconsumo, huertos y otras áreas destinadas en lo fundamental al autoabastecimiento alimentario constituyen las principales modalidades que participan en este tipo de producciones, las cuales abarcan una amplia gama de actividades desde los renglones básicos hasta producciones pecuarias.
Cuba como país pequeño no dispone de grandes extensiones agrícolas, por lo que se impone un uso más eficiente de la tierra, siendo esto, más que un requisito, una condición, por lo que se requiere perfilar las políticas en función de adoptar medidas que propendan a utilizar la tierra con mayor eficiencia, pero a su vez lograr sostenibilidad ambiental, preservando y mejorando la calidad productiva de los suelos.
El logro de mayor autosuficiencia alimentaria requiere, en primer término, explotar el factor extensivo, elevando la superficie cultivada con destino a la alimentación de la población y tratar de lograr una explotación más eficiente de los suelos, lo que presupone un reordenamiento de su tenencia, con el fin de que estén en manos de los agentes más capaces de obtener un mayor provecho.
Para cumplir dichos objetivos hoy el Ministerio de la Agricultura se encuentra inmerso en un proceso de transformaciones estructurales, funcionales y composicionales que deben contribuir a elevar el uso eficiente de la tierra y la productividad en este sector, entre otras cuestiones vitales para el desarrollo sostenible.
Como antesala de este proceso se adoptaron 14 políticas, entre las cuales se encuentran: Diecisiete medidas para desatar los nudos que frenan el desarrollo de las Unidades Básicas de Producción Agropecuarias; perfeccionamiento de la base productiva; política para la venta liberada de insumos y equipos; política que autoriza la venta liberada a las instalaciones turísticas por los productores, entre otras.
La necesidad de una autosuficiencia alimentaria se convierte en un problema de seguridad nacional por lo que se hace imprescindible conformar una adecuada política agrícola en un sistema integrado tanto por políticas sectoriales como macroeconómicas y con la aplicación de instrumentos que consideren el panorama actual de los principales sectores productivos del país donde cada cual cumpla lo requerido y aporte eficientemente a la producción de alimentos. De esta forma se contribuirá a la implementación de los Lineamientos de la Política Económica y Social del Partido y la Revolución como alternativa para la consolidación del socialismo próspero y sustentable.
Escrito por Yamilia García Acosta y Amarilys Hernández Graverán
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