Por Yudith Madrazo Sosa -5 octubre, 2018
El sector azucarero urge de cambios paulatinos en la tecnología para elevar el nivel de exportación de este producto. /Foto: Tomada de Granma.
Nadie duda la importancia que revisten las exportaciones para la buena salud de cualquier economía. La cubana precisa de incrementar y optimizar esta actividad en aras de sustituir importaciones y obtener los recursos financieros necesarios para el desarrollo del país. Sin embargo, colocar en el mercado internacional los productos del patio, en la cantidad y calidad requeridas, continúa como asignatura pendiente, a la que pone énfasis la máxima dirección del país junto a rectores de esta actividad en los territorios.
Pero exportar no es cuestión de coser y cantar. Constituye una arista vital a la cual hay que entrar con determinación, conocimientos, estudio del mercado y calidad.
Así afloró durante una reciente visita del Grupo de Trabajo del Ministerio del Comercio Exterior y para la Inversión Extranjera (Mincex) a Cienfuegos, con el fin de evaluar el comportamiento de este sector aquí hasta el cierre del mes de agosto. En dicho contexto, directivos de ese ministerio acentuaron la importancia de la calidad, requisito fundamental para que los productos cubanos logren conquistar los mercados foráneos.
Más allá de los problemas tecnológicos o de financiamiento que conduzcan a incumplir los planes en las producciones físicas de los rubros exportables, el cómo presentamos esos productos marca una diferencia a la hora de seducir a los potenciales compradores.
Un ejemplo de ello radica en el azúcar, un rubro tradicional, llamado “oro blanco” pues es muy cotizado en todo el mundo y constituye una garantía de pago. Queda claro que el país y, más específicamente, la provincia, tiene el enorme desafío de cumplir los compromisos productivos de este renglón. Sin embargo, aunque las condiciones resultaran propicias para honrar los planes en la fabricación, quedaría un largo camino por recorrer en lo concerniente a la calidad, sobre todo cuando se trata de competir con potencias exportadoras como Brasil y Tailandia.
Por no cumplir con los cada vez más exigentes parámetros de inocuidad, se le hace difícil al azúcar cubano abrirse paso en el mercado chino, un gigante capaz de asimilar 450 mil toneladas de este producto. Como expresó en la cita Vivian Herrera Cid, directora general de Comercio Exterior en el Mincex, tal circunstancia coloca a la Isla en una situación muy desfavorable , pues no resulta fácil llevar esa misma cantidad a otro mercado.
Por tanto, resulta imperativo, y así lo subrayaron directivos de dicho organismo y de Azcuba en la provincia, realizar cambios paulatinos en la tecnología, si bien obtener un azúcar de altísima calidad como la brasileña transita también por la actividad humana: ser más celosos con la manipulación, la transportación y las condiciones de higiene de los almacenes en las fábricas.
Otras fisuras aparecen muchas veces en el embalaje y envases de aquellos productos que se pretenden vender en el exterior. Sin una adecuada presentación, que invite a adquirirlo, el mejor de ellos no consigue al comprador foráneo. Aquello de “lo que no pasa por los ojos, no llega al corazón”, se materializa en esta actividad como en ninguna otra.
Exportar nunca ha sido fácil, menos ahora cuando el mercado se ha dinamizado mucho. De escollos está lleno este camino y, por consiguiente, se necesita “inteligencia comercial”, como han señalado directivos del ramo, tenacidad e incentivos para incrementar la producción nacional. Solo así lo “Made in Cuba” podrá tener la llave de las ventas en arena internacional y traer a la economía doméstica los recursos que necesita para el progreso.
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