Veamos brevemente algunas ideas acerca de la innovación, ese concepto que tanto se repite a diario, y que consta como prioridad entre las directrices contenidas en el Informe Central del 8vo Congreso del partido. Se dice claramente: “Estamos desafiados a innovar constantemente, cambiando todo lo que debe ser cambiado“.
Establecer una definición, corre aparejado a
cada época, y para llegar a la actual sería necesario casi recorrer la historia
de la humanidad, puesto que cada época implica relaciones diferentes entre la sociedad, las organizaciones, las
necesidades y el sujeto innovador. Segun Mulgan, G. (2006) el proceso se
inicia con la identificación de una necesidad que no está satisfecha, junto con
la idea de cómo satisfacerla, a veces obvia, pero casi siempre, requieren
realmente de caminos y pensamiento
diverso y creativo.
Como precursos del concepto se identifica a Shumpeter J.A. en su libro Business Cycles (1939). En Calderón Vázquez, F. (2008) se resume el recorrido del concepto desde entonces, describiendolo como una secuencia holística e integral en la cual los aspectos económicos y sociales son más importantes, diría yo, cada vez más importante, que los científico-tecnológicos. Pero, debería quedar claro, que no siempre lo es. La innovación generada en al ámbito científico sólo cuando se incorpora al proceso productivo, al método organizativo, al producto, al tejido social, se puede hablar realmente de innovación.
Es la razón por la que tanto se insiste en la
integración. Es la razón porqué en las mismas condiciones y contexto, unos, integrando la
científica a la económica y tecnológica y a la social, destacando la cultural, organizativa y metodológica,
hacen grandes aportes y realización social, y otros duermen las propuestas
innovadoras.
Su
importancia en el desarrollo de las organizaciones y de la sociedad está fuera
de dudas. Desde el Manual de Oslo de la Organización para la Cooperación y
Desarrollo Económicos (OCDE) de 1996 se puntualiza que : “La innovación no es un fin en
sí misma, sino un medio para que crezca la producción y la productividad“. En años posteriores, más allá de los
valores económicos, se insiste más en los valores
de transformación social, y es el objetivo y objeto del presente. Por lo
tanto, ni se puede convertir en cliché o un cartel promocional, ni de tanto
repetir la palabra se va a realizar, ni por valor económico ni como
transformación social, si el proceso no va precedido y acompañado de otros
esfuerzos de carácter organizativo e institucional.
Porque
para “producir, asimilar y explotar
con éxito una novedad, en las esferas económica y social, de forma que aporte
soluciones inéditas a los problemas y permita así responder a las necesidades
de las personas y de la sociedad” como se señala en el Libro Verde de la
Innovación de la Comisión Europea de 1995, es
necesario disponer de un tejido social organizado. Solo así se dispondrá de
la persistencia y el entusiasmo
necesarios, que disipe o rompa con los conflictos de intereses, las
resistencias y los riesgos siempre presentes.
Si se sabe que las siete características
esenciales de la innovación, entendido como cambio, hacer algo nuevo de lo
existente, son: solución, cambiar,
mejoramiento, simplificación, adaptabilidad, progreso, hacerlo más fácil,
hay que destacar el pensamiento creador. Porque la creatividad es la capacidad de generar nuevas ideas o
conceptos, de buscar nuevas asociaciones entre las ideas y conceptos conocidos,
que habitualmente producen soluciones originales, para no inventar nuevamente
el palo de escoba como innovación. Aunque, el palo de escoba existente, ha
tenido innovaciones en años recientes increíbles, desde manga telescópica,
plegable, adaptable, con base intercambiable, lo que demuestra que el objeto o producto
más sencillo es innovable.
Esto obliga al innovador, como parte inevitable
del proceso de innovación, el aprendizaje, la revisión de la información actual,
la actualización de las ideas y conceptos nuevos, y si no de toda la literatura
destacada, al menos de las últimas dos décadas. La creatividad es sinónimo del
“pensamiento original“ y de “imaginación constructiva“ y de “pensamiento
divergente“ y de “pensamiento innovativo“, porque no surge de la nada.
Surge
a partir de las necesidades sociales. Se convierte en innovación social (cultural, organizativa, ecológica,
metodológica, comercial, financiera, medioambiental) al buscar nuevas formas de
satisfacer dichas necesidades, y se manifiesta en innovaciones económicas y
empresariales traducidas en nuevos y mejores productos, en nuevas y mejoras
formas de desarrollo organizacional y social.
Toda innovación es por definición social. Los cambios socioeconómicos pueden ser menos evidentes, o sus resultados tomar más tiempo para realizarse, pero lo que debe quedar claro, es que más temprano que tarde necesitan realizarse. De lo contrario, la rueda de innovaciones, hasta aquellas más de moda, más fáciles de realizar, que pueden generar riquezas más rápido, se paralizan.
La
dimensión social de la innovación queda reflejado por la Comisión Económica
para América Latina y el Caribe (CEPAL, 2008) cuando define la innovación social
como “[…] nuevos procesos, prácticas,
métodos o sistemas para llevar a cabo procesos tradicionales o tareas nuevas
que se hacen con participación de la comunidad y los beneficiarios.” Prácticamente
no hay autor que no destaque la aplicación social de la innovación, y no a un
aspecto o sector determinado de la economía.
Las necesidades sociales
constituyen el origen de la innovación social al enfocarse en nuevas y mejores
formas de satisfacción de dichas necesidades. Estas a su vez permiten el
desarrollo de las innovaciones técnicas y económicas por una extensión del
interés de la sociedad, a través de los procesos, productos, servicios,
tecnologías. Por tanto, las innovaciones satisfacen necesidades sociales, y
crean nuevas relaciones sociales.
Es por ello que la innovación social debe implicar un cambio profundo en las
instituciones, organizaciones y comunidades en que se produce,
porque implica muchas personas y grupos que interactúan en el proceso, y son,
en definitiva, los encargados de llevarlo a la esfera social, de la mejor manera,
más eficaz y eficiente. O, pueden constituir resistencias a su realización y
desarrollo, no sólo en tiempo, sino en su propia existencia; por tanto, en el
desarrollo social.
La
sociedad, que destaco tanto, es punto de partida y de llegada para identificar
los problemas que se deben resolver y de las acciones intencionales. Es
incuestionable, e inevitable, como apuntan muchos autores (Kesselring, A. y
Leitner,M. 2008; Howald,J. y Schrwaz,M. 2010), que
para ello el punto de interfaz está
entre la reflexión sociológica y la acción social que se refleja en los
problemas.
En
resumen, una innovación social es relevante, y posibilita otras innovaciones,
en la medida en que se oriente a valores
sociales, no solo a la productividad, tan necesaria y providencial.
Bienestar, calidad de vida, participación ciudadana activa, calidad
medioambiental, sistema de salud, sistema educativo, eficiencia de los servicios
públicos todos, constituyen medidores y motivo que justifican que hoy día el
concepto de innovación tome mayor relevancia que hasta ahora, para entender el
funcionamiento de la economía actual, y la visión de la sociedad futura
presente.
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