Por Rafael Alhama Belamaric
Trataré de darle mayor presencia con los pies en la tierra, que tanto se ha criticado a las ciencias sociales que supuestamente padece de una falta de “terrenalidad”, al tema que irrumpió en Cuba y Economía con un halo de misterio, o que las llaves del secreto lo tiene alguien, o que está al alcance de unos pocos elegidos; inteligencia colectiva. De esta se escribe bastante en la última década, y es una modalidad de la llamada inteligencia emergente. La otra es la inteligencia colaborativa, quizás más cercana a nosotros, que “suena” más.
De todas maneras de inicio es bueno señalar que son temas que están en discusión abierta y sin conclusiones. La WEB 2.0 ha traído nuevos desarrollos, puesto que permite interacción comunicacional, y construcción social del conocimiento, sin presencia, sin interacción física, emotiva, entre sí de los individuos. Mientras, la inteligencia colaborativa a diferencia de la inteligencia colectiva, una frontera muy fina, pero a la vez discutible, se da mediante la acción de un conjunto de individuos que se vinculan mediante algún tipo de interacción (y aquí está precisamente el punto de discusión) para obtener resultados de valor agregado.
Se pudiera decir que cada vez que se presenta un tema o problema, se disecciona, hace su historia, se describe, se buscan sus raíces, y se brindan posibles soluciones, se pasa por un proceso de incomprensiones, desde leve y formal aceptación, reconociendo el esfuerzo realizado, hasta el rechazo de plano de las propuestas, y casi que es un indicador que, a medida que hay mayor rechazo provoca, más cerca nos encontramos de la solución, pero quizás implica mayores problemas a enfrentar.
Si no se supera la situación que me aconteció hace muchos años con un funcionario de alto nivel, no puede haber construcción de conocimiento colectivo. Resulta que ante una propuesta, bien racional, y basado en datos e información real disponible, aquel para responder adoptó una actitud sanguínea: ”Cómo me van a proponer esto…ustedes no saben nada……todos los secretos lo tengo yo aquí en la gaveta!”. Sin comentarios, pero resume los elementos que no sólo no potencian el conocimiento colectivo, sino que lo rechazan.
Y es el caso de la inteligencia colectiva, como puede ser casi cualquier tema o problema listado e investigado de las ciencias sociales, más concreto de economía, sociología o antropología, para poner solo algunas dimensiones.
Veamos otro ejemplo muy práctico, que abarca muchas disciplinas. Si digamos, ocurre siempre el mismo problema, o similares, en el proceso de asimilación de capacidades de producción, durante décadas, y no se pasa de un nivel muy bajo de aprovechamiento de las capacidades instaladas, pueden ser múltiples las causas, el resultado económico-productivo-financiero es el mismo. La inteligencia colectiva seguro tiene las soluciones, pero ¿qué sucede con la inteligencia práctica para esta realización organizativa bien concreta?
Se trata no solo de inteligencia colectiva, colaborativa, si se quiere, sino de una inteligencia operativa, de saber qué, cuándo y cómo hacer las cosas para lograr el máximo efecto. Esta “soltura” y “protagonismo”, no se adquiere de un día para otro, sino es una ACTITUD, que se cultiva, educa, practica, aplica, y con los años va creciendo. De otra manera no es posible ni opinar, ni preguntar, ni aportar, ni interactuar, ni ganar en autonomía. Y con los años posibilita practicar la INTELIGENCIA COLECTIVA.
Entonces, más allá de la historia, ¿cuál es el problema con estos temas nuevos, novedosos, o con poca comprensión?
Digamos que es el problema de ACTITUD frente a las actividades que se deben o deberían desarrollar por los interesados, o en su caso, tomadores de decisión, o en su caso, del colectivo FRENTE A LAS ACTIVIDADES A DESARROLLAR. Es también un problema de INTELIGENCIA PRÁCTICA. Sin esta no hay realización, ni de la inteligencia colectiva, ni de la individual. Y aunque la inteligencia colectiva se pudiera decir que es mucho más que la suma de las inteligencias individuales, evidentemente no se puede llegar a la colectiva, ni esta suple la falta de la individual, aunque la puede mejorar.
Y este es el secreto, si existe: Inteligencia individual-Inteligencia colectiva-Actitud-Sensibilidad social-Interacciones-Realización.
También se pudiera proponer así: Inteligencia colectiva- Gestión crítica del conocimiento (más que economía de conocimiento)- Desarrollo social.
Es importante subrayar que la gestión crítica del conocimiento es más que conjunto de saberes, prácticas, procesos, instrumentos y técnicas. Va más allá de lo cognitivo, y es por eso que muchas veces “juntando“ un grupo de personas, trabajadores, especialistas, técnicos, quien sea, y esperar un resultado colectivo inmediato, sin atender lo EMOTIVO, sin gestionar la DEMOCRATIZACIÓN DE SABERES, y con gran SENSIBILIDAD, traducir todo en un resultado de inteligencia colectiva no es posible. Le falta el SENTIDO SOCIAL. Es la intención de cada individuo del grupo persiguiendo un sentido social.
Por lo tanto, GRUPO ABIERTO, que se va convirtiendo en EQUIPO con el tiempo, tiene la condición primera de ser eso, un grupo abierto. Y esta deberá tener una base de fortalecimiento en las instituciones participativas y tolerantes; amplia participación pública en los procesos políticos, económicos y sociales; satisfacción de las necesidades humanas; aprovechamiento de los medios masivos de comunicación, en función de la democratización de la información y conocimientos. Es el ambiente en que la inteligencia colectiva crece y se desarrolla.
Todos estos elementos enriquecen y potencian el conocimiento colectivo. Implica ACTITUD RACIONAL, CRÍTICA, PRAGMÁTICA frente a las realidades cambiantes, porque una inteligencia colectiva enfrentando un problema, deberá tener una actitud crítica, racional y pragmática frente a la vida, con un diapasón amplio de posibilidades de respuesta.
Sobre inteligencia colectiva dice Levy, P. (2004): “Es una inteligencia repartida en todas partes, valorizada constantemente, coordinada en tiempo real, que conduce a una movilización efectiva de las competencias. Agregamos a nuestra definición esta idea indispensable: el fundamento y el objetivo de la inteligencia colectiva es el reconocimiento y el enriquecimiento mutuo de las personas, y no el culto de comunidades fetichizadas o hipostasiadas“.
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