Hace hoy 3 años de la partida física de Juan Valdés Paz, uno de los hombres más puro, más inteligente, más culto, más honesto y más revolucionario que ha nacido en nuestra Cuba.
Aquel día, bajo el terrible impacto de la noticia, escribí la carta que ahora en su honor y memoria reproducimos:
La Tierra se llama Juan, solías decir cuando querías burlarte de todo, hasta de tu propio nombre. Juan Jorge Salomón Valdés Paz, Salomón cuando querías pasar “subuso”, de la Paz “idea de la vieja para levantar el Valdés”, decías.
Donde estarás ahora?, ayer apenas estabas aquí, deshaciendo entuertos. Alguien, hace 12 años, descubrió que padecías de una enfermedad difícil, pero de muy larga evolución . La noticia nos estremeció a todos, entonces hubo una tristeza adelantada. Me dijiste: tengo 70, dicen que algo me puede matar en 10 años más, cuál es el drama?, de algo hay que morirse a los 80!
Ahí tú, burlándote también de la muerte!, sin quererlo dejabas claro que era difícil llegar a tu estatura.
Tuviste una vida dura y luminosa, llegaste a Cuba (a la vida) allá por junio de 1938, suponías un origen judío que nunca fue confirmado bien.
Desde temprano llegaron padecimientos que te hicieron desde niño luchar por tu vida como un hombre, aislado en salas de hospital, quizás de allí nació tu tremenda voluntad y también tu odio por los vegetales que fueron tu dieta terapéutica entonces.
Había que trabajar, la cosa estaba dura y adolescente aún recorrías las calles de Centro Habana para recoger la ropa sucia que debías llevar diariamente, uno y otro día, por las mismas calles a la lavandería “El buen gusto”, la del gallego aquel que si te veía parado, descansando algo, asumía que le estabas robando!
Ya desde entonces un lector empedernido, devorando libros, de lo simple a lo complejo. Tú estatus social “subió” de la lavandería a la famosa tienda Indochina, la del judío Lichy, cargo: ascensorista y multioficio.
Trabajo duro y mil travesuras de las útiles, intentaste organizar sindicatos y el colmo, tu participación en la huelga de abril, la breve, pero terrible detención en la cárcel de Ventura con tu querido hermano Tony, te hicieron faltar algunos días a tu deber de ascensorista, para el judío era inaceptable, despedido!
Con mil trabajos y poco tiempo asistías a la Escuela de Oficios, no era tu vocación, era lo que había y había que estudiar algo, el resto de los conocimientos estarían en tus manos autodidactas, recorriendo desde entonces bibliotecas y librerías, todas las que existían, desde entonces hasta ayer!.
20 años en enero de 1959, la Revolución entró en la historia y tú entraste en la Revolución, de manera definitiva, sin asomo de ambiciones personales, tú material genético era incompatible con las ambiciones.
El primer espacio para un joven de 20 años: maestro voluntario, y ahí estaba Juan Jorge Salomón, siempre quisiste ser maestro!, y lo fuiste siempre, empezaste en el momento más difícil, en el lugar más difícil, la Sierra Maestra!, en aquellas brigadas que decían “somos la vanguardia de la Revolución” y lo eran!
Alguien paso diciendo que aquellos muchachos maestros con alguna formación debían ocupar mayores responsabilidades, las circunstancias así lo exigían!, hubo una reunión, en el salón estaban todos, los sentados a un lado serían diplomáticos, los del otro administradores de centrales azucareros, ahí estabas tu, “me senté en el lugar equivocado”, me dijiste entre risas muchas veces!
Llegaste con tus 22 años al central Abel Santamaría, no habías visto una caña ni en fotografía, pero había que hacerlo y hacerlo bien, debías imponer autoridad, tratar de demostrar que sabias. La caña de este año está un poco delgada, le dijiste a un compañero, sorprendido te miro diciendo “eso no es caña Jefe, eso es hierba”!
Creciste, lo hiciste bien, muy bien, aprendiste de la industria del azúcar todo, me lo explicaste en detalle muchas veces!
Inevitablemente, tus méritos e inteligencia hacían que las responsabilidades fueran creciendo y tu compromiso también, ya casado de primer matrimonio, dos hijos, todo en medio del torrente de la época épica.
Así llegaste a las estructuras de dirección del INRA, allí aprendiste de las sabias ironías del Viejo Padrón que de aquello sabía mucho desde antes y con espanto observaba las improvisaciones.
A principios de los setenta, mientras poco a poco terminabas tu carrera de sociología, solicitaste ir de profesor a la Universidad de La Habana, al Departamento de Filosofía, el de la Revista Pensamiento Crítico, fuiste sin dudas uno de sus personajes emblemáticos, entre tanta gente valiosa allí.
Surgieron amistades que te duraron toda la vida, subir montañas hermana hombres, se ha dicho y vaya si hubo que subirlas allí, y después también en el CEA, fuimos alpinistas por fuerza!
Desde aquel Departamento se dejó una huella imborrable, seguida luego por generaciones, a pesar de que los dogmas, incomprensiones y mezquindades de la época acabaron con aquello, hasta la casa derrumbaron, me decías con ironía.
Volviste a la Agricultura, tanto que hasta Viceministro paraste.
Ayudaste a tus compañeros, muchos de ellos sin lugar después de salir del Departamento, pero con las convicciones de siempre, los llevaste contigo a la Agricultura. Allí brilló de nuevo tú inteligencia, reconocida por una dirección y denostada por otra cuando la cambiaron. La discusión fue de nuevo dura, la batalla allí estaba perdida me dijiste con ironía, sólo me quedaba tratar de sacar mi cadaver intacto, permítanme volver a la academia dijiste, concedido.
Surgía entonces el CEA, reunía a viejos compañeros del Departamento de Filosofía, allí reencontraste tu lugar, un lugar!
Lo expresé en un verso satírico en 1984, Juan Valdés un jornalero, filósofo agricultor, llegó a hacerse investigador, en este nuevo cantero”!
Allí te conocí en 1980, serías el tutor de mi tesis de licenciatura, fue una coincidencia que cambió mi vida, no lo sabía y estaba ganando no un tutor, un hermano mayor, un segundo padre!
Ve a ver al hippie, me dijo el gordo Santiago, el Director, así te decía, no sé por qué. Estabas en tu oficina con aquella irrompible camisa McGregor de tres colores, azul, gris y verde.
Hice la tesis, fue hasta premiada y me hizo ganar la entrada al Centro de Estudios sobre America, el CEA, 16 años fecundos y felices, los más fecundos, los más felices. Fuiste mi jefe y después propusiste que yo fuera el tuyo, solo te interesaba estudiar, escribir, aportar, no soportabas los dogmas, tampoco a la burocracia, eras como dijiste “un caballo ensillado”, pero que sabía “relinchar” con fuerza.
Nunca tuviste dos verdades, solo una fundamentada y recta, quizás porque tu voz te lo impedía, todos te escuchaban siempre, desde la sala hasta la cocina.
Supiste y enseñaste a distinguir y combinar la reflexión académica, científica con la acción militante, la segunda con disciplina, la primera con total independencia, sin admitir ataduras ni dogmas, yo he tratado de asumir esa herencia, hasta donde sea posible, claro.
Éramos un buen grupo allí, todos amigos entonces, todos amigos hoy (pocas excepciones), viajamos medio mundo en los más disímiles eventos y circunstancias, mil anécdotas, declaraciones incómodas que provocaban reclamaciones políticas en Cuba, y si eran incómodas, pero incuestionablemente revolucionarias, no era fácil discutir contigo, tampoco con nosotros, es la verdad!
Llegaron las horas “oscuras y luminosas” del 1996, el “caso CEA”, el problema de esto no es lo que nos afecte a nosotros, dijiste, es que es un error político que afecta a la Revolución!, cuanta razón tenías, quizá hoy aquellos lo entiendan y si no lo entienden poco importa, tú estás ya en la gloria. Eras, como ha dicho con certeza Rafael, el mejor de todos nosotros!
Nos dispersaron, se rompió el grupo, a ti al Instituto de Historia, allá lejano, cerca del Parque de la Fraternidad, “Me han alejado de mi tema y de mi casa!”, aquella humilde de Pogolotti, donde viviste feliz por décadas con tu segunda familia y tu tercera hija. Allí donde tantas, tantas veces te fui a ver, cómo aquella noche de 1986, donde con razón y con argumentos que contigo comprendí, expresaste tu preocupación por el giro que daba la política nacional, pocos te entendían entonces, la vida te ha dado la razón y a mi contigo, creo.
En el CEA hicimos muchas cosas, aprendimos muchas cosas, tantas que “derramaron el vaso” y pasó lo qué pasó.
Lo tomaste como siempre, con entereza, con sabiduría, con humor, sin resentimientos y con las convicciones y los compromisos intactos.
No se pudieron impedir los reconocimientos a ti, eran incuestionables, mismos que no perseguías pero que merecías como nadie hasta el Premio Nacional de Ciencias Sociales, ahí está tu obra!, lo recibiste con un discurso impecable, sabio, revolucionario y provocador, como siempre, allí estábamos tus hermanos, orgullosos de ti!, aplaudiéndote!
A pesar de todo, de tu vida ejemplar, de tu actitud de revolucionario inclaudicable, hay cosas que la burocracia conservadora no puede asimilar, hace poco supimos que trataron de impedir la publicación de una entrevista tuya en un medio español de izquierda, irónicamente les molesta que fueras tan revolucionario, iconoclasta como son los de verdad!
Vinieron años de actividades diversas, en la UNEAC y en tantas partes, recorrimos juntos el sur y el norte del mundo, aparecieron nuevos hermanos como Manolo allá en los “madriles”, las horas memorables en la terraza de Papito, donde te llevé por primera vez y a mi Paquito.
Durante el tiempo vimos muchas cosas malas y buenas, para ti la peor era cuando había alguna traición grosera y oportunista, lo puedo entender todo menos la traición, me dijiste muchas veces, yo tampoco y no solo te referías a la política. Tú ética enorme no te lo permitía.
La relación entre nuestras familias y entre nosotros se fortaleció, fuimos más hermanos que nunca, en todos los momentos, los felices y los difíciles, hoy mis hijas y mi esposa te lloran como yo, nos cuesta admitir esto!.
Nunca tomé una decisión importante sin consultarte antes, era tanta la confianza!, lo voy a extrañar Juancho!, cuando como a un piloto lo dejan solo en el avión, solear creo que le dicen, va a ser duro, hace apenas 24 horas que te fuiste mi querido hermano y ya estoy sintiendo tu ausencia en el alma, el vacío es enorme, no solo para mi, para Cuba y para tanta gente que te admira, ojalá pudieras ver las cosas que en pocas horas sobre ti se han escrito, tu vida fecunda no admite ni un solo cuestionamiento. Ya tengo nuevas cosas que consultarte que contarte, cómo hasta apenas ayer!
Cuando recibí la noticia dije y ahora te repito a ti: seré fiel a las ideas que compartimos por décadas!
Hasta siempre!!!!!!
July Carranza
Octubre 27 2021.
Honor a quien honor merece, bebi con asombro cuanto escrito, entrevista o conferencia llego a mis manos, me hubiera gustado conocerlo y disfrutar de su saber, deberiamos promover la compilación y publicacion de sus escritos y pensamientos por su valor teorico y práctico para la sostenibilidad y resilencia de la nacion cubana en las condiciones actuales, molestaria a muchos pero honraria sin dudas al gran revolucionario que fue e iluminaria el camino de los que queremos una Cuba próspera y soberana para todos y por el bien de todos.
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