Por István Ojeda Bello
LAS TUNAS. “¡Once grados bajo cero!”, es la primera frase Ania sobre Moscú. Ella no repara mucho en el asunto, pero de su estancia en Rusia y la de otros más como ella está dependiendo la salud técnica de una apreciable flota de autos privados en Cuba.
Primeriza en esos menesteres, más de una vez se sintió fuera de lugar. Ania tuvo suerte. No hizo el viaje sola, allí estaba Pavel, su pareja, con muchas más horas de vuelo en estos menesteres.
“Allá las cosas se han ido acomodando con el tiempo porque hay muchos cubanos. Cuando llegas, los taxistas o alguien siempre te está esperando para llevarte a los edificios de apartamentos que alquilas por los pocos días que vas a estar. Eso facilita mucho las cosas porque uno no conoce toda la ciudad y ellos sí, especialmente los mercados más baratos”, dice Pavel.
¿Qué me compraré?
En la ida valijas vacías, tan solo algo de arroz, azúcar y frijoles, para darle el sabor de casa a las comidas. En la mente de ambos, tres gamas fundamentales de productos para la vuelta: teléfonos celulares, las infaltables misceláneas que son zapatos, jeans, perfumes, bisutería o lencería y también piezas para autos con nombres enrevesados.
Para Ania “salir a comprar se trata de pensar con antelación. Es recordar los encargos y un poco de sentido común. Toda mercancía tiene su momento y al final todo se vende más tarde o temprano. Claro, tratándose de ropa, tienes que saber lo que está de moda”.
“Esto comenzó —cuenta Pavel— con los cubanos que viviendo en Rusia vieron la oportunidad porque daban la posibilidad de traer 120 kilogramos, ya que los aviones venían vacíos. Ahora ya están viniendo llenos y comenzaron a reducir el peso permitido. Entonces te obligan a mandar las cosas por envío de carga”.
Con las piezas de autos, aclaran ambos, la tendencia parece no haber cambiado mucho si de marcas y preferencias hablamos, pues la nación euroasiática estaría siendo la principal fuente que mantiene abastecido el mercado de los mencionados vehículos de fabricación soviética que en un gran número todavía ruedan en el Archipiélago.
La excepción de visado vigente entre ambos países facilitó el proceso, más cuando destinos cercanos como Ecuador dejaron de ser una opción. El destino ruso tiene un incentivo particular. Allí está el punto de origen de los fabricantes de los componentes específicamente concebidos para vehículos marca Ladas y Moskvitch, que en décadas anteriores llegaron por miles a Cuba.
“Para esas dos las más populares, confirma Pavel. Luego detalla algunos de los componentes más solicitados: “las pizarras de Lada 2107, porque todo el mundo quiere ponerle los accesorios más modernos, también las defensas, las pizarras, las consolas, el piso y las bóvedas”.
Necesidades y realidades
Hasta 1991 las relaciones económicas ventajosas con la URSS posibilitaron que los ciudadanos cubanos se hicieran con un auto a precios relativamente asequibles o recibirlos como estímulos a través de los sindicatos. Posteriormente tenían acceso a sus componentes en tiendas que existían con ese propósito. La implosión de la Unión Soviética puso fin a todas esas facilidades y mientras el Estado posteriormente comenzó a modernizar su parque vehicular, para los propietarios individuales el asunto no fue tan sencillo.
Si bien desde 2011 el gobierno cubano autorizó la compra-venta de automóviles privados y luego en 2013 se aprobaron nuevas normas jurídicas para la importación y comercialización de este tipo de productos, no hubo acciones similares que posibilitaran el mantenimiento de aquellos medios aparentemente pasados de moda pero milagrosamente mantenidos en funcionamiento por sus propietarios.
De hecho la constitución en 2013 del Grupo Empresarial del Comercio Exterior (GECOMEX) pretendió, también, ordenar el reducido grupo de empresas autorizadas a importar partes y piezas para el transporte, las que luego son adquiridas por sus contrapartes en el interior del país. Obviamente los planes del Estado cubano van en la dirección de renovar el parque vehicular doméstico introduciendo marcas más actuales. En consecuencia, satisfacer las necesidades de clientes con modelos de autos envejecidos no parece rentable.
La política aduanera asume la misma política, aunque paradójicamente tiende a mantener con vida a los automóviles más vetustos. En marzo de 2010 se derogaron las normativas legales vigentes desde abril del 2009, que permitieron por poco tiempo a los cubanos reemplazar a los antiguos por los importados. Y más tarde en septiembre de 2014 tres resoluciones de la Aduana General de la República y una del Ministerio de Finanzas y Precios restringieron aún más los márgenes de importación, autorizando en el caso de las piezas para autos cantidades mínimas y consideradas no comerciales. A pesar de todo, la realidad está diciendo otra cosa.
Alejandro González hace uno años optó por comprarse un Moskvitch para viajes cortos con su familia y atender como es debido a su suegro cuando viene de visita desde Estados Unidos. En el mercado doméstico, de acuerdo con los anuncios consultados, los precios de esta marca promedian los 14 mil pesos convertibles (CUC); sus “parientes” Ladas se cotizan a una media de 15 mil CUC.
“¡Por supuesto que hubiera querido comprarme un auto moderno! Pero poniendo en la balanza comodidad y rentabilidad, todavía los carros rusos son la mejor opción. Además de un tiempo acá ya no es un problema encontrar la pieza que necesitas”, asegura.
¿Son baratas entonces? “No —aclara Alejandro— solo que cuestan menos. Por ejemplo, cambiar los cuatro amortiguadores me costó 120 CUC, de haber sido de marcas más modernas, uno solo me hubiese costado esa misma cantidad”.
¿Solo a Rusia?
Las piezas para los autos de procedencia soviética ya estaban llegando desde Estados Unidos por lo menos desde 2009. Fabián Zakharov habría sido uno de los primeros, según un reporte de prensa de 2012. “Nosotros hemos pagado tres contenedores desde Rusia a Miami y vamos por el cuarto”, decía entonces.
La historia oficial de Zakharov Auto Parts en su página oficial sostiene que “comenzamos a ver la posibilidad de ofrecer repuestos originales de autos europeos para clientes en países suramericanos a inicios del 2010”. Hoy aseguran ser “el importador autorizado número uno de repuestos originales rusos en el continente”, y que cuentan con “un grupo de 49 empleados distribuidos en nuestra red logística en Europa y Estados Unidos”.
En foros de acceso público como dto2.transporte.cu se cuentan por lo menos una treintena de ofertas de venta y solicitudes de compra relacionadas con autopartes o vehículos completos originalmente fabricados en la URSS. De hecho, uno de los anunciantes asegura proveer una gama de 35 componentes diferentes dentro del territorio nacional.
Volver, volver…
“Cuando se me pase el miedo a los aviones va y regreso”, afirma Ania. No sin antes sugerir que “de alguna manera esto es un servicio que le estamos prestando a las personas y en particular a los transportistas. Si dieran la posibilidad de abrir negocios de ese tipo habría muchos y sería no con el capital de Estado sino con el de las personas individuales”.
Pavel también tiene una conclusión: “volamos todas esas millas a Rusia para satisfacer la necesidad de un mercado”. Y al parecer lo están logrando.
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