Después de casi tres años de que se iniciara la venta de cocinas de inducción eléctrica en el país, en Guantánamo persisten problemas con la comercialización de estos equipos demandados por la población y necesarios para los propósitos de ahorro
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digital@juventudrebelde.cu
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No pocas personas manifestaron interés en que las cocinas lleguen a un mayor número de familias. Autor: Lorenzo Crespo Silveira Publicado: 16/06/2018 | 08:24 pm
GUANTÁNAMO.— «No. No y no. Yo no pienso comprarla si tengo que pagar por un puesto en la cola». Esmeralda Pimentel reacciona en medio de un tumulto frente a una tienda de productos industriales donde anuncian que ya se acabaron, mientras un hombre oferta puestos seguros para la próxima aventura.
La mujer ni puede ni quiere pagar cien pesos por un ticket y con él un sitio lo suficientemente cómodo para no quedarse fuera de la venta de las cocinas de inducción y su menaje, que se comercializan desde el año 2015, como parte del Programa de Ahorro Energético y la política de la cocción en Cuba.
La mujer tiene otras cosas que decir. Por ejemplo, que el negocio de los tickets pasa porque hay siempre alguien que prefiere y puede pagar para no hacer la cola, y que todo se acabaría al instante si vendieran tantas como se demandan.
«Si eso no es posible, menos razón para dar lugar a estas situaciones», considera.
Esmeralda es un botón de muestra y sus opiniones son compartidas por muchos, pero la gente tiene tantas preocupaciones como historias.
Que si no tiene sentido controlar la venta por la tarjeta de abastecimientos que se cambia cada año, y solo pone un veto de 12 meses para que los que ya compraron no vuelvan a adquirir nuevos equipos; que las venden en el mercado negro a 800 pesos y más…
Maritza Benítez, del reparto Río Guaso, y Alfredo García, consumidor del sur de la ciudad de Guantánamo, no están en desacuerdo con la venta liberada, pero consideran que los organismos que deciden, organizan y controlan, tienen que garantizar que lleguen a más familias, entre otras razones por el consabido beneficio de un consumo de corriente el 30 por ciento inferior al de las hornillas eléctricas.
Los problemas con estas cocinas, dice diversos entrevistados, vienen también con el menaje. Que las cazuelas son enormes, que no traen una olla de presión y que es prácticamente imposible complementarlo con otras cacerolas que puedan comprar, aunque sea en CUC, a un precio razonable en el mercado minorista.
Pero con todo, quedarse sin la cocina es lo que más preocupa.
Unas en manos y otras ¿en camino?
Las cocinas de inducción Easy Cooker se entregaron aquí a 1 300 familias catalogadas como casos sociales durante los primeros meses de 2015, y en octubre comenzó la venta liberada de estos equipos, ahora marca Gelect, con piezas chinas, ensambladas en Cuba.
Según Lázaro Ballester Ferrer, director comercial del Grupo Empresarial de Comercio, el plan inicial era destinar a Guantánamo 14 000 al año, una cifra que se sobrepasó excepto durante el 2017, cuando se redujo a unas 12 000, en beneficio de las zonas afectadas por el huracán Irma.
Para este año, según lo concertado con las comercializadoras Divep (industria) y Universal (comercio), la cantidad debe elevarse a 21 500, una parte de las cuales se destinará a sustituir las 200 cocinas dadas de baja hasta el momento en los talleres de la Empresa Provincial de Servicios Técnicos durante el tiempo de garantía.
Hasta ahora, de esa cifra solo se expendieron 1 700 cocinas y sus menajes en todos los municipios y, por indicación del Consejo de la Administración Provincial, privilegiando a los damnificados por los más recientes eventos climatológicos.
Pero en un territorio con más de 160 000 familias que viven en zonas electrificadas y que está entre las provincias donde más usan la electricidad para cocinar, el hecho de que solo estén en manos de la población unas 40 000 cocinas, y 20 000 por llegar hasta diciembre, evidencia que sigue siendo un problema cómo se estructura la venta a la población.
El Director Comercial del Grupo Empresarial de Comercio insiste en que «el país tiene condiciones para distribuir hasta que se cubra la totalidad de las viviendas electrificadas».
En una emisión de la Mesa Redonda de mayo de 2017, el presidente de la Organización Superior de Dirección Empresarial (OSDE) Gelect, Vicente de la O. Levy, aseguró que está previsto que ese propósito se materialice en nueve años, sobre todo por el alto costo de la inversión.
En conversación telefónica de estas reporteras con Raime Chaviano Guerra, comercial de la Unidad Empresarial de Base (UEB) Televisores y Cocinas, perteneciente a la industria electrónica nacional, el directivo confirmó que a pesar de algunas inestabilidades en la entrada de piezas al país, este año se han entregado 32 601 de esos equipos de cocción, de una producción ya concertada que al cierre de 2018 podría ascender a 284 000 cocinas de inducción. Y precisó que en estos momentos se prepara el protocolo para la contratación del próximo año.
Sin embargo, por eso de que muchas veces solo alumbró la luz de adelante, no suena infundado el temor de ciertas familias de quedarse sin comprar ese electrodoméstico, porque además no parece cercana una solución de Comercio en la que no impere la ley del bolsillo más fuerte y del más astuto.
El Director Comercial del Grupo Empresarial de Comercio en este territorio, así lo deja ver: «No tenemos planes para enfrentar estas deficiencias durante la venta en las unidades, ni cómo hacerlo, sobre todo porque no disponemos aún de una base de datos digital donde conste quién compró o no», dijo.
«Que vendan una primera vuelta en la bodega, por la libreta, y después, que la pongan por la libre», resume Esmeralda Pimentel como expresión del sentir popular.
La política enunciada por lo menos a grandes rasgos por el Ministerio de Comercio Interior no se pronuncia en ese sentido, pero deja abierta la posibilidad de que cada provincia aplique las variantes que decidan, siempre que garanticen el orden a la hora de adquirir esos equipos.
La falta de equidad que genera el actual mecanismo de comercialización es el punto más llevado y traído, pero no el único.
¿Hasta cierto punto?
Sobre los servicios de garantía y posgarantía, Xiomara Ordóñez Rodríguez, directora nacional de Servicios Técnicos del Mincin, informó hace un año que se dispone de las piezas de repuesto necesarias para dar solución a posibles roturas en la etapa de garantía comercial, que es de tres meses y en la cual se ha previsto la sustitución o reposición de los equipos de manera íntegra; y la posgarantía, que comprende la reparación de la cocina en los talleres.
Sobre las 200 cocinas que en Guantánamo fueron dadas de baja durante la garantía, Ballester Ferrer informa que serán sustituidas en los próximos días en una tienda de cada municipio, adonde las personas deberán entregar el equipo roto y presentar el comprobante de baja técnica.
Dentro de las bajas también se incluyen los equipos Easy Cooker, para los que no han entrado piezas, significó Valentín Rojas, director de la Empresa de Servicios Técnicos del territorio.
Para «salvar» en parte esa situación, «en estos momentos se prepara la distribución en las provincias orientales de placas electrónicas reparadas», afirmó el citado directivo de la industria electrónica nacional.
«En los talleres de Guantánamo, continúa el directivo local, mejoró el abastecimiento de piezas para la marca Gelect en los últimos meses, luego de un periodo realmente deficitario, gracias a la concertación de contratos sin intermediarios con la Industria de la Electrónica, proveedora de las piezas de repuesto».
«Actualmente, solo quedan pendientes 32 equipos por falta de cristales, los cuales —y detalla un hecho que suena absurdo pero es real y significativo, sobre todo para quienes solo tienen un equipo de inducción para cocer sus alimentos— llegaron en un camión junto con otras piezas, pero cuando los revisamos todos estaban partidos».
Mientras, sobre los menajes dañados, confirma que «ni uno solo hemos recibido para reponer los que se rompieron en la etapa de garantía».
Dale taller
Al igual que en otras provincias del país, aquí es muy bajo el índice de rotura en las 35 000 cocinas vendidas hasta ahora. Lo corrobora Heriberto Legrá Bermellón, técnico del Guaso: «Son buenas, pero el descuido acaba con cualquiera».
«Lo que más se rompe es la placa principal, porque no se limpia bien y le entran cucarachas que causan cortocircuitos; también hay quien sigue cocinando con el cristal roto, de modo que en cuanto se derrama algo va directo a la lámina electrónica y la daña», sentencia.
«Vemos cristales rotos, que ahora no hay, y espigas, porque con estos equipos uno tiene que tener tomacorrientes en buen estado. Usar un recipiente que no esté preparado para la inducción, no las daña, pero aumenta el consumo de electricidad», detalla.
Al final, lo importante es cocinar en casa la comida de todos los días; pero también en las instancias donde se decide la vida nacional, es necesario «cocer» soluciones para que esas cocinas tan buenas, tan bonitas y tan (casi) baratas, solo induzcan ahorro, comodidad y calidad de vida, como debe ser.
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