Economía Infografía Ciego de Ávila (Municipio), El Invasor
Foto: Pastor Batista
Más de la mitad del tomate que fue a la industria cubana en 2019 se sembró y procesó en Ciego de Ávila, donde se “cosechó” la peor campaña de la última década.
Nadie hubiese creído que después de un 2018 en el que Ciego de Ávila cosechó 33 945 toneladas (t) de tomate para la industria y rozó su récord productivo (35 859) viniera un 2019 con el resultado más pírrico de la última década: 12 450. El resbalón fue tan estrepitoso que hasta los que no saben si esa hortaliza florece a los 90 o a los 120 días terminaron por entender los designios del campo…y hoy no encuentran puré.
“Y cuando lo encuentras es regulado por persona y tremenda matazón, contaba Leidy Vidal García, estableciendo paralelos con la ausencia del aceite en sus días más críticos, y añorando, al mismo tiempo, las ferias dominicales donde los tanques a granel de puré, pasta y salsa, eran habituales en predios avileños.
Pero el impacto de su ausencia ha trascendido las fronteras y un dato publicado en el diario Granma viene a ilustrarlo. “(…) estaba prevista la entrega, por parte de la Agricultura, de 79 940 t de tomate, de las cuales se recibieron 22 814 t, para un cumplimiento del plan de apenas el 28 por ciento, lo que constituye uno de los resultados menos favorables de los últimos años”.
Las palabras de Osmel Alemán Rodríguez, director general de la Empresa de Conservas, ponen en contexto la producción avileña de 2019, la cual representó el 54 por ciento del tomate que fue a la industria cubana; de ahí que la balanza tomatera se incline, sobremanera, hacia esta provincia.
Aunque detrás de ella se ubican los extremos de la Isla —si sumamos los datos reportados por los periódicos Guerrillero, de Pinar del Río, y Venceremos, de Guantánamo—, ambos territorios no sobrepasan los resultados de Ciego de Ávila en tiempos normales.
Por “tiempos normales” Pedro Manuel Díaz González, especialista de Hortalizas en la Delegación Provincial de la Agricultura, entiende cualquier otro año menos el de la campaña 2018-2019, y, para convencerme, “abre” su archivo mostrando cómo en este decenio han ido aumentando las hectáreas (ha) de 1 000 a 2 000 y, por ende, las toneladas, hasta que 2019 fue la excepción de una provincia donde, habitualmente, los campesinos ponen en jaque a la industria; no al revés.
¿Cómo explicar entonces el declive?
“No podemos decir que fue un mal tomate porque tuvo los grados Brix (el dulzor) que necesitaba para la industria, lo que el rendimiento fue muy bajo, obtuvimos 6,2 t por hectárea, cuando el país solicitó 15”, dice Pedro, sin titubear, y se apresura a explicar el otro porqué, pues apenas el 46,7 por ciento de las 1 980 ha destinadas a la industria en la campaña 2018-2019 recibieron la fórmula completa de fertilizantes, debido a restricciones financieras. “El nitrogenado sí llegó al 73 por ciento; no obstante, tampoco fue suficiente”, advierte el especialista, al tiempo que reconoce que, en años anteriores, Ciego de Ávila sí contó con el 100 por ciento de los productos que demandaba la hortaliza comprometida con el proceso fabril.
“Si a eso le sumamos que las temperaturas no ayudaron al florecimiento del tomate, podemos entender los bajos rendimientos y la ausencia”, enfatiza Pedro, como si le hiciera falta toda la concatenación de tropiezos para poder “procesar” uno de los hechos que amargó a los mismos campesinos que de manera habitual se cansaban de esperar, abarrotados de tomate, a las puertas del conglomerado de Ceballos. Pues este año se fueron al otro extremo e Invasor lo reportaba desde abril: “de unas 400 t que puede asimilar cada día esa fábrica (…), apenas está procesando 200 en la semana”, advertía Aníbal Hernández Arteaga, jefe de Producción en la Unidad Empresarial de Base Industrial Ceballos.
Un informe de la dirección de la Empresa Agroindustrial Ceballos da cuenta ahora del descenso vivido a escala anual. Si comparamos 2018 con 2019 observamos que en 2018 la industria hizo 4 565 t de derivados del tomate (pasta, puré, salsa condimentada y otros), y, al cierre de septiembre de 2019, a tres meses de completarse el año, Ceballos todavía no llegaba ni a la mitad de 2018: solo 1 339 t de esos productos.
Por surtidos se destaca la famosa pasta de tomate, que en 2018 excedió las 2 000 t y este año apenas rebasa las 500. Mientras, el puré experimentó similares descensos; de unas 1 500 t el pasado año, solo se ha producido alrededor de la mitad de esa cifra.
Lo preocupante, a la postre, ya no es la falta de materia prima que padeció la mayor industria tomatera del país, sino la que podría volver a padecer, a pesar de que este año Ciego de Ávila destina 2 600 ha al tomate de industria, unas 1 000 al de consumo y se enfrenta a las mayores extensiones de esa hortaliza en su historia.
Ello supone mayores esfuerzos en la siembra, para empezar; sin embargo, las lluvias de la primera quincena de octubre limitaron a los campesinos. Desde Recursos Hidráulicos lo aclaraban a este semanario, “siete de los 10 municipios duplicaron la media acumulada de por vida”, de ahí que los semilleros previstos para esa fecha no pudieran “tirarse” y la siembra, que debe ser escalonada para evitar picos, ya comenzó atrasada.
Para el 2020 se espera que esta vuelva a ser la realidad, pero tampoco este año hemos comenzado acertando en los pronósticos
No obstante, Pedro Manuel Díaz confiesa que, de haber tenido un clima favorable, tampoco se hubiese podido sembrar lo previsto, porque los inconvenientes en el arribo del combustible al país dejaron a la Agricultura con el 19 por ciento de la designación prevista en el mes de septiembre y “no solo debemos garantizar el tomate”. A favor, señala el especialista, está el hecho de que este año sí cuentan con todo el fertilizante para asegurar los rendimientos pactados (15 t/ha) en espera de las 36 000 t de tomate que deben tributarle a la industria.
Mientras tanto, vamos teniendo explicaciones.
No hay comentarios:
Publicar un comentario