Cauto Cristo, Granma.–Las comunidades rurales de La Seis y Sombrero Uno no son el paraíso, pero por esos lares la vida ya no es la misma desde hace un tiempo atrás, cuando el único horizonte de sus pobladores era el marabú y más de un centenar de hectáreas «estériles» destinadas a la ganadería. Por suerte, de ese panorama solo queda el mal recuerdo, tras comenzar, allí, a «sembrar» soluciones.
Bien lo sabe el octogenario Orestes Exabie Morales, de los primeros usufructuarios en desempolvar el arado, alistar su yunta de bueyes y «enamorar» a un hijo y dos nietos para convertir sus improductivas tierras ganaderas en lo que ya hoy se muestra como un fértil terreno de cultivos varios.
«Aquí el marabú tapaba hasta los ojos y la gente decía que esto estaba perdido, pero cuando mandaron las grúas y los buldóceres se hizo una verdadera revolución con las tierras, y la cosa empezó a cambiar. Ahora lo que nos toca es sembrar y producir», asegura Orestes en medio del surco, mientras contempla el nuevo paisaje que componen sus plantaciones de maíz, plátano burro y frijol.
«A pesar de que en esta zona la agricultura es de secano (depende de las lluvias para realizar el riego), la tierra es agradecida y con los “nortes” que nos cayeron a principios de mayo aprovechamos esa humedad para la siembra de cultivos de ciclo corto como el frijol carita, por lo que dentro de un tiempo ya debemos tener alimentos para nosotros y para el pueblo», añade este longevo productor, quien ya prevé, además, junto a los nietos, la plantación de caña para garantizar el alimento de sus animales en época de seca.
«La enfermedad más grande que yo pueda tener es quedarme sentado en la casa, y no ando mirando ni sol, ni nada, yo lo que sí quiero es que esto eche pa’lante», dice Orestes, y en sus palabras hay compromiso y certeza.
SALIR DEL «BACHE IMPRODUCTIVO»
Que los habitantes de La Seis y Sombrero Uno anden contentos, con muchas más ganas de hacer y aportar, se debe -en buena medida- a que su principal fuente de empleo, la unidad empresarial de base (UEB), perteneciente a la Empresa Integral Agropecuaria Granma, también haya logrado salir del «bache improductivo» que arrastraba hace ya varios años, y ahora asuma, en una etapa inicial, unas 400 hectáreas para fomentar la producción de alimentos.
«Esta empresa estaba muy deteriorada, pero a raíz de una visita del primer secretario del Partido en la provincia, Federico Hernández, donde pudo constatar las potencialidades de las tierras, se nos convocó a revertir esta situación y con la ayuda de varias entidades del territorio, en solo unos días las áreas estaban libres de marabú», explica Pablo Sánchez Rodríguez, director de la UEB.
Fue, según rememora, el mismo 17 de mayo, día del campesino cubano, cuando los campos que muchos habían dado por perdidos, comenzaron a reverdecer.
«Los usufructuarios que eran ganaderos no lo pensaron dos veces para empezar con los cultivos varios, y muchos de los trabajadores de las dos ubpc, que se habían ido desmotivados por los bajos ingresos, retornaron para incorporarse a la preparación de nuestras áreas, lo que nos ha permitido que ya tengamos más del 70 % de las 400 hectáreas cultivadas de plátano, calabaza, yuca, maíz y, en menor medida, boniato y frijol, además de que disponemos de las posturas para la siembra de frutales como la guayaba y la frutabomba».
Allí, junto a las intensas jornadas de preparación de tierra, se logró también el montaje de una minindustria, enclavada en la propia ueb, cuya puesta en marcha recientemente, ha permitido procesar en cada jornada hasta una tonelada y media de frutas y viandas, las cuales se comercializan en forma de pulpas, mermeladas, dulces en conserva y trozos limpios.
La moderna instalación, bautizada como Amenitas del Cauto, a pesar de que ya ha dado sus primeros «frutos» con la entrega de cerca de nueve toneladas de varios surtidos, exige para su desarrollo y diversificación, el aporte de otras cosechas.
Parte de esa respuesta productiva deberá germinar en las áreas de este polo, que aun cuando aspira a convertirse en una base viandera de referencia en Granma, tiene mucho por hacer todavía.
«Nosotros hemos logrado sembrar 205 hectáreas de plátano, que es nuestro principal producto, pero el propósito es llegar a las 300 hectáreas al cierre de esta campaña de primavera y sumar cien en la contienda de frío, sin descuidar otros cultivos como la yuca, la calabaza, el boniato, el maíz, los frutales y las hortalizas», apunta Sánchez Rodríguez.
Solo los productos que lleguen a la tarima podrán decir si vale o no la pena tales esfuerzos.
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