Placetas, Villa Clara.–Las consecuencias de la actual pandemia y el recrudecimiento del cerco económico contra Cuba han obligado a los productores de uno de los municipios que más carne de cerdo entrega en Cuba, a repensar su estrategia para alimentar la masa animal de que dispone.
Si hasta ahora el Estado había garantizado cerca del 70 % del pienso, producto elaborado casi en su totalidad a base de materias primas importadas como el maíz y la soya, en las cuales se gastan más de 500 millones de dólares cada año; la vida ha demostrado que, en las actuales circunstancias, continuar por ese sendero resulta insostenible para nuestra economía.
Tal realidad ha originado la disminución de la producción de carne del llamado «mamífero nacional» y la caída de las entregas a la población y a la industria, con el consiguiente aumento del precio de venta del preciado producto.
Ante el panorama, los placeteños no se han cruzado de brazos y buscan soluciones alternativas para solventar, por medios locales, la comida que no recibirán por otras vías. Han puesto el énfasis en la siembra de yuca, boniato y plantas proteicas, que son capaces de garantizar un nivel de producción significativo.
José Ramírez González, al frente del fomento porcino en ese municipio y una de las personas más conocedoras de este tema, señala que ante la situación que viven Cuba y el mundo, no queda otro camino que emplear alimentos alternativos para sostener la crianza de cerdos, en un territorio que llegó a aportar más carne que varias provincias del país.
Para lograr el propósito de revolucionar el modelo de producción porcina, hasta el cierre de mayo ya tenían sembradas 272 hectáreas de yuca, 15,1 de boniato, 26,2 de plátano y 41,6 de maíz, cultivos básicos para garantizar el alimento animal, refiere el especialista.
A ellos se unen otros sembrados que, en menor cuantía, también se fomentan en Placetas, como la soya, la caña, el king grass, la tithonia, el frijol caupí y otras plantas proteicas, sin obviar el acopio de palmiche, explica Ramírez, quien añade que la cultura porcina existente en el municipio ha contribuido a que estas ideas se vayan abriendo paso.
Al respecto, productores como Santiago Cuéllar, Osvaldo Ponce, Erisbel Gutiérrez Sardón y Alberto Benavides Milián, entre otros, han sido abanderados de este nuevo modelo de ceba, basados en su experiencia y el apoyo que han tenido de los científicos del Instituto Nacional de Investigaciones de Viandas Tropicales y de la Universidad Central Marta Abreu de Las Villas, además de otras entidades, que ven a Placetas como un polígono de pruebas para extender la experiencia al resto de la nación.
Cuéllar, por ejemplo, tiene muy claro que el país no puede seguir gastando los más de 200 millones que invierte en comprar maíz, por eso ha decidido buscar otras fuentes de energía y proteínas como la soya, de la cual ya tiene un buen pedazo sembrado en su finca. «Si tengo suficiente yuca, boniato y algo de ese grano, lo ligo con la miel y el Nuprovin que aún nos entregan, y con eso voy tirando», nos dice el recio campesino, quien añade que este año tal vez no llegue a las cien toneladas producidas, pero si entrega 80 ya eso será una buena contribución.
Igual filosofía muestran Ramón Sablón Pérez, Arnaldo Navarro Rojas y Orelvis Peñate, este último, líder histórico en la producción porcina en Cuba, e iniciador, junto a Cuéllar del experimento de las cebas al destete, quienes ya van rompiendo con la dependencia del pienso importado y entienden que deben virarse para la tierra.
«Yo hago yogurt de yuca, boniato y hasta de malanga; utilizo ensilaje de plantas proteicas y eso lo combino con la miel, el suero lácteo y el Nuprovin, que es un núcleo de proteínas, vitaminas y minerales, a lo cual los puercos «le van» muy bien, reconoce Peñate, quien asegura que nunca dejará de criar cerdos, porque con eso ayuda a su economía y a la del país.
Iniciativas como esas son las que garantizarán la presencia cotidiana de esta carne en la mesa nacional no solo ahora en tiempos de la covid-19. Para lograrlo existen productores con experiencia, como los placeteños, quienes todos los días prueban que, a pesar de las dificultades, se puede desterrar la dañina mentalidad importadora y producir aquí todo lo que sea posible.
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