I
El pasado 9 de junio el periódico Granma dio a conocer que en una sesión extraordinaria del Consejo de Ministros, se aprobaron las indicaciones para la elaboración de la estrategia económica a implementar para la etapa post COVID-19.[1]
Esta estrategia se desarrollaría en dos etapas. Una primera para la recuperación más inmediata de la actividad económica, compuesta a su vez de tres fases que se aplicarían gradualmente en función del control que se vaya logrando sobre la pandemia en el país, situando como primera prioridad la salud de la población.
A partir del 18 de junio se inició la primera fase del desmontaje de las medidas aplicadas frente a la COVID-19 desde el 11 de marzo en todas las provincias, excepto La Habana, que todavía no cumple los requerimientos sanitarios para ello en el momento en que se escribe este artículo.
En la búsqueda de la normalidad económica deberán transcurrir todavía dos fases más para llegar a condiciones mínimas de estabilidad con vistas a poder emprender medidas de mayor alcance y complejidad, lo cual debe llevar al menos hasta los primeros meses del año próximo. En esta etapa las actividades económicas de mayor relevancia que se reinician serán el turismo y todas las actividades que tributan a él, incluyendo el transporte internacional y las actividades agrícolas y no agrícolas del sector privado y cooperativo, entre las de mayor relevancia.
Sin embargo, a pesar de la importancia del retorno a la normalidad con las medidas de seguridad sanitaria adecuadas, muchos autores destacan justamente que la normalidad a la que se retorna no conducirá a una situación similar a la existente antes de la COVID-19, por lo que se llama con frecuencia a este proceso como el retorno a la “nueva normalidad” o incluso el ingreso a la “anormalidad”. [2]
Este planteamiento puede ser entendido de dos maneras: se trata de una normalidad que contiene medidas adoptadas durante la pandemia que llegaron para quedarse, o que se considera una normalidad diferente dada la necesidad de superar factores que venían afectando el funcionamiento adecuado de la economía cubana y los cuales es preciso atender con urgencia tomando en cuenta que la recuperación de la economía se producirá en condiciones de una profunda crisis mundial –con un crecimiento negativo en torno al 6% en el mundo este año- y que provocará impactos en nuestro país que se deben prever y mitigar, entre los que destacan una caída del 20% en el comercio internacional y de entre el 30 y el 40% en la inversión extranjera directa.
En este sentido, se planteó por el Vice Primer Ministro Alejandro Gil que la segunda etapa de la recuperación, correspondiente al fortalecimiento de la economía nacional, tendrá en cuenta como principios contar con una planificación centralizada, la regulación del mercado, la complementariedad de los actores económicos, el papel dinamizador de la demanda interna y la implementación de aspectos claves que están pendientes de lo ya aprobado en el 2017 en la Conceptualización del Modelo de Desarrollo Económico y Social Cubano y en las Bases del Plan 2030 o Plan Nacional de Desarrollo Económico y Social 2030 (PNDES 2030).
Al respecto también se destacaron como áreas clave –dentro de las 11 que contiene el PNDES 2030– las siguientes: Turismo; servicios técnicos profesionales; industria biofarmacéutica y biotecnológica, así como la industria biomédica; agroindustria azucarera; construcciones; telecomunicaciones; transporte, almacenamiento y comercio eficiente e industria ligera.
A este enfoque sectorial se añadían –como elementos decisivos- aspectos referidos al sistema de dirección económica del país como son las políticas monetarias y financieras; las referidas a los precios; la inversión extranjera, así como medidas en relación al empleo y el salario.
II
El desarrollo de la estrategia de recuperación deberá llevarse a cabo –como ya se dijo- en circunstancias sumamente complejas, por lo que la diferencia entre los problemas coyunturales –a corto plazo- y los estructurales –a mediano y largo plazos- no deben verse como fenómenos totalmente independientes.
Algunas ideas resultan muy importantes en este sentido, ya que para que exista el futuro tienen que resolverse urgentemente un grupo de problemas del presente y –a su vez- la solución de los mismos no puede entrar en contradicción con proyecciones de más largo alcance.
Hay dos temas donde esta conjunción se aprecia muy claramente: la seguridad alimentaria y el incremento de los ingresos en divisas por la vía de las exportaciones de bienes y servicios, unido a la reducción de los gastos mediante la sustitución de importaciones.
Para alcanzar gradualmente la seguridad alimentaria –tal y como se destacó en la cuarta parte de este trabajo- hay que garantizar de inmediato el máximo nivel posible de inversiones y suministro de insumos, combinando la asignación central de recursos que deben redistribuirse por parte del Estado para la agricultura y la industria alimentaria, con la posible adquisición de materiales y equipos en USD por el sector no estatal que opera mayoritariamente en el sector agropecuario.
Junto a lo anterior debe irse modificando la política económica que se aplica a la producción y comercialización de alimentos, lo que supone la implementación de una política consensuada entre los actores económicos en lo referido el otorgamiento de créditos en condiciones especialmente favorables; una política fiscal estimulante y flexible; una política de precios que impulse la producción y un sistema de retribución favorable al trabajo en el sector, que además esté acorde a los resultados que se vayan obteniendo en la alimentación de la población, la sustitución de importaciones y el crecimiento de las exportaciones.
Ya –según la información disponible del pasado año-[3] se observaba un descenso en todas las producciones agrícolas en relación al 2018, excepto en plátanos (+4,31%) y frijoles (+5,23%), a lo que se añadió una disminución en la producción pecuaria, excepto de carne de ganado ovino-caprino (+2%). Algunas importantes producciones mostraron descensos sostenidos entre el 2010 y el 2019, tal es el caso del arroz (-16,7%), el maíz (-5,5%) y la leche (-22%), según los Anuarios Estadísticos de estos años.
Tomando en cuenta esta situación, el desarrollo de un grupo de medidas como las expuestas no puede esperar siquiera a que se completen las tres fases del proceso de recuperación, ya que las decisiones que no se tomen ahora incidirán en los resultados productivos del 2021 dado el tiempo que se requiere por el ciclo de reproducción del sector agropecuario.
También es preciso tener presente que el 79% de la producción de alimentos de origen vegetal, el 35% de los alimentos de origen animal y el 65% de la producción de leche se logra a través de las cooperativas agropecuarias y los productores privados y es con estos actores económicos fundamentalmente donde se pueden lograr los mayores avances en base a su mayor productividad. A lo anterior debe acompañarlo la indispensable reestructuración de las empresas estatales agropecuarias preservando y estimulando a las más eficientes.[4]
Por otra parte, un elemento que resulta transversal a toda la economía consiste en obtener mayores ingresos por exportaciones y reducir gastos mediante la sustitución de importaciones.
En cuanto a la exportación de bienes, la misma se redujo un 47,8%[5] del 2010 al 2018, con importantes descensos en la producción de níquel, que cayó un 25,4% y un 5,2% en el caso del azúcar, a lo que se suma la baja en los precios en el mercado mundial de ambos productos del 55 y el 45,2% respectivamente.
Por su parte, la composición mercantil de las exportaciones se ha mantenido prácticamente sin cambios en los últimos 10 años, aunque aquellos productos de bajo valor agregado pasaron del 38% del total en el 2010 al 54% en el 2018, con la sola excepción –en el grupo de productos de mayor valor agregado- de los medicamentos, que pasaron del 11 al 19% en estos años.
A los datos anteriores debe añadirse que solamente entre abril del 2018 y marzo del 2019 el impacto del bloqueo de EE.UU. en el comercio exterior cubano causó pérdidas por más de 2 897 millones de dólares[6], representando alrededor del 67% de las pérdidas totales registradas en ese período, lo que ubica al comercio exterior como la actividad de mayor afectación producto de las agresiones norteamericanas.
Por otra parte, el desempeño en la exportación de servicios ha permitido compensar el negativo resultado de la exportación de bienes y mantener un saldo positivo en la balanza comercial desde el año 2005, pero ese saldo positivo ya se redujo un 33,2% entre el 2010 y el 2018.
En el caso del turismo internacional los visitantes entre el 2010 y el 2019[7] pasaron de 2 millones 132 mil a 2 millones 476 mil, para un incremento del 16,1%; pero los ingresos brutos del sector descendieron de 2 218 millones de dólares a 2 185 millones, para una reducción del 15%.
A lo anterior se suma que el nivel de ocupación lineal cayó notablemente del 57,1 al 36,5%.
Por otra parte, el origen de los visitantes continuó concentrado en más de un 50% en Canadá, Comunidad Cubana en el exterior y Estados Unidos, en ese orden.
Las cifras anteriores muestran la necesidad de elevar la eficiencia económica del turismo, sector que ha absorbido el mayor nivel de inversiones en la economía cubana en los últimos años, inversiones que es preciso rentabilizar de forma adecuada.
La situación actual impone revisar la política de servicios turísticos mediante la adecuación de la política de inversiones a los niveles de ocupación previsibles y trabajar con estudios de factibilidad que se apoyen en análisis del mercado con un nivel adecuado de rentabilidad en la elaboración de los planes de desarrollo del sector. Adicionalmente será preciso considerar un incremento en inversiones extra hoteleras que permitan incrementar el gasto por turista-día tomando en cuenta el peso que actualmente tiene el sistema de paquetes turísticos “todo incluido”.[8]
El segmento de mayor impacto en la exportación de servicios es el de fuerza de trabajo calificada.
En efecto, la exportación de servicios de alto valor agregado se elevó de un estimado de 1 129 millones de dólares en el 2004, a 7 442 millones en el 2010, para un incremento de 6,6 veces. En el 2018[9] estos servicios se calculan alcanzaron unos 8 871 millones de dólares –de ellos 6 399 millones, el 72%, fueron servicios médicos- para un aumento del 19,2% en ocho años.
Sin embargo, será preciso reconsiderar las bases para una lograr una dinámica expansiva de estos servicios tomando en cuenta la vulnerabilidad que supone su realización sobre la base únicamente mediante acuerdos intergubernamentales, tal y como indica la experiencia reciente de ruptura de los mismos en los casos de Brasil, Ecuador y Bolivia.[10]
En general un mejor desempeño de la economía nacional pasa también por la sustitución de importaciones.
Hay ejemplos exitosos en este tema en los últimos años, tal y como lo muestran la producción nacional de petróleo, que hoy alcanza unos 3 millones de toneladas anuales y que representa alrededor del 38% del consumo nacional de hidrocarburos; la producción de frijoles que creció más de dos veces hasta el 2018 y la producción nacional de medicamentos que alcanza alrededor del 63% de los que se utilizan en el país.
No obstante, la sustitución de importaciones no ha avanzado significativamente en términos de reducir la dependencia alimentaria externa tomando en cuenta de que –como se mencionó anteriormente-, alrededor del 70% de los alimentos que recibe la población se importan, lo que equivale al 39% de las kilocalorías y el 55% de las proteínas que se consumen. En este tema también debe considerarse que –según análisis realizados años atrás-, en la factura promedio de importación de alimentos el potencial de sustitución se encuentra entre 600 y 800 millones de dólares, lo que equivalía aproximadamente a entre el 34,1 y el 45,5% del total de la misma.
Al respecto la experiencia muestra que al diseñar la política de sustitución de importaciones, muchas veces no se aseguran los recursos que se requieren para alcanzar ese objetivo. Al respecto se estimaba –según análisis realizados por los especialistas- que se requerían gastos previos por el 16% de cada peso que se sustituyera en las compras externas.
III
En las ideas que se exponen en este artículo no se ha pretendido agotar el enfoque estratégico que se requiere para lograr un avance sistémico de la economía cubana, aun en las actuales circunstancias.
Es por ello que se ha preferido concentrar la atención en aquello que resulta la primera prioridad entre las decisiones que de inmediato debemos y podemos adoptar.
Esto no significa que no se pueda avanzar –o incluso sea indispensable avanzar- en decisiones que deben optimizar en todo lo posible el sistema de dirección de la economía y su base organizacional, partiendo –incluso- de decisiones ya aprobadas y que constan en los documentos rectores de nuestro desarrollo.
En apretada síntesis pueden destacarse los siguientes elementos.
En primer lugar, resulta indispensable adecuar la organización económica del país comenzando por la empresa estatal. Existe consenso en la necesidad de descentralizar la gestión empresarial y dotar a las empresas públicas de capacidad de decisión y autonomía para que puedan trabajar eficientemente, regulando su funcionamiento mediante mecanismos económicos que aseguren un control adecuado y un sistema de estímulos eficiente, todo ello en el marco de un sistema de planificación centralizada para el establecimiento de las proporciones macroeconómicas óptimas en el país. En ello se avanzó en el Período especial con resultados favorables.[11]
En nuestra organización empresarial resulta pertinente revisar el funcionamiento de las organizaciones superiores de dirección empresarial (OSDE) y las unidades empresariales de base (UEB) con el objetivo de subordinar su trabajo a la optimización de la gestión de la empresa. Para ello habrá que considerar también el papel de las pequeñas y medianas empresas (PYMES)[12] en el sector estatal y no solo en el sector privado.
En segundo lugar, es preciso también crear las condiciones para el funcionamiento adecuado de las cooperativas, tanto agropecuarias como no agropecuarias, mediante su reconocimiento jurídico y no subordinación a empresas estatales, al tiempo que se controlan y regulan mediante mecanismos económicos y no administrativos como ha predominado la práctica hasta el presente.
En tercer lugar, la gestión del sector privado requiere una clara delimitación de las entidades que realmente son PYMES y los que resultan emprendedores individuales, lo cual clarificaría su funcionamiento y las políticas reguladoras de empleo, fiscales y crediticias para el funcionamiento de ese sector, el cual trabaja en condiciones de mercado para lograr precios competitivos. Los mejores resultados en cuanto a su contribución para el desarrollo del país deben lograrse por el Estado mediante una política de alianzas y eliminación de trabas administrativas que aseguren su funcionamiento adecuado.
Por último, otras decisiones será preciso considerar en la medida en que se creen las condiciones indispensables para obtener un resultado favorable. Se trata en este caso del proceso de reunificación monetaria y cambiaria, que supone una reestructuración en el funcionamiento de los actores económicos y las personas naturales bajo la premisa de no afectar los mismos, por lo que demanda de un avance gradual que permita asegurar resultados positivos y sin desesperarnos, especialmente tomando en cuenta la complicada situación económica actual.
No obstante, adecuaciones a corto plazo de la política de empleo y salarios resultarán indispensables, aunque no sean definitivas, pero si muy importantes para el estímulo a la productividad del trabajo y la eficiencia económica.
De este modo, se acercan momentos en que se rebasarán gradualmente los negativos impactos de la pandemia de la COVID-19 y el país tendrá que enfrentar nuevos desafíos.
Hoy, si bien la situación es compleja, no resulta igual a la que vivió el país durante el Período especial, del que –precisamente- se cumplirán 30 años de su inicio en pocas semanas. La nación cuenta con potencialidades que no teníamos antes y atesora experiencias que debemos revalorizar.
Todo esto debe servirnos para trabajar con audacia, pero previendo siempre las alternativas más difíciles para asegurar la victoria como nos enseñó Fidel.
(Foto de portada: ACN/ Rommell Gozalez Cabrera/ CCS Jesús Menéndez/ Caimito)
Notas:
[1] Ver Granma “Salvar vidas y estimular el desarrollo económico de Cuba” Junio 9 del 2020.
[2] Ver de Ricardo Torres “Cuba no debe de esperar para liberar el potencial de su fuerza laboral” Junio 17 2020 en www.progresosemanal.us; de Armando Nova “Agricultura cubana: se necesita urgentemente la descentralización” Mayo 13 2020 en www.progresosemanal.us ; de Omar Everleny Pérez Villanueva “Los salarios en Cuba: un nudo a desatar” Junio 18 2020 en www.ipscuba.net ; de Oscar Fernández “¿Neoliberalismo en la Conceptualización?” Mayo 14 2020 en www.progresosemanal.us ; de Pedro Monreal “Cuba: Siete gráficos para descifrar la capacidad de un plan de recuperación” Junio 11 2020 en www.elestadocomotal.com ; de Ariel Terrero “Cinco desafíos y una oportunidad” Junio 8 2020 en www.cubadebate.cu y de Katia Siberia “En Ciego de Avila las cifras no se comen, pero se digieren” Junio 16 2020 en www.cubadebate.cu , entre otros trabajos
[3] Ver de la ONEI “Sector agropecuario. Indicadores seleccionados. Enero-Diciembre del 2019”Junio del 2020 en www.onei.gob.cu
[4] Ver las opiniones de un grupo de destacados especialistas en el trabajo “En marcha hacia un futuro socialista y sostenible” Mayo 31 del 2020 en www.cubayeconomia@blogspot.com
[5] Los datos que se utilizan en este epígrafe provienen de ONEI “Anuario Estadístico de Cuba” 2010 y 2018 en www.onei.gob.cu, y del EIU “Country Report Cuba. May 19 2020” en www.eiu.com,
[6] Los ingresos dejados de percibir por exportaciones fueron 2 343 millones, es decir el 81% de las pérdidas. Ver MINREX “Informe de Cuba sobre la resolución 73/8 de la Asamblea General de las Naciones Unidas “Necesidad de poner fin al bloqueo económico, comercial y financiero impuesto por los Estados Unidos de América contra Cuba” Agosto 30, 2019 en www.minrex.gob.cu
[7] Ver ONEI “Anuario Estadístico de Cuba 2010” La Habana, 2011 y ONEI “Turismo Internacional. Indicadores seleccionados. Enero-Diciembre 2019” La Habana, marzo 2020 en www.onei.gob.cu
[8] Actualmente resulta conveniente llevar a cabo inversiones de menor costo y rápida recuperación, como pueden ser parques de diversiones, instalaciones para el turismo de salud, centros recreativos de diversa naturaleza, entre otras alternativas.
[9] Ver ONEI “Anuario Estadístico de Cuba 2019” La Habana, 2019 en www.onei.gob.cu
[10] En este sentido una alternativa puede ser la expansión de los servicios médicos en Cuba a través del turismo de salud, una variante de menor costo y mayor facilidad operacional.
[11] Esta experiencia fue examinada científicamente por Yaima Doimeadiós en su trabajo “El crecimiento económico en Cuba: Un análisis desde la productividad total de los factores” Tesis en opción al grado científico de Doctor en Ciencias Económicas, Facultad de Economía, Universidad de La Habana, 2007, CEPAL, 2012 en www.cepal.org
[12] Existe literatura científica suficiente para comprobar el papel de las PYMES en las economías todo el mundo. Un estudio reciente de la OCDE señalaba que las PYMES y los emprendedores “…constituyen la columna vertebral de las economías de esos países y representan 70% del empleo total; además, son fundamentales para fortalecer la productividad, generar un crecimiento más inclusivo y adaptarse a megatendencias como la nueva revolución industrial y un perfil cambiante del trabajo.” Ver “Pequeñas y medianas empresas, fundamentales para el desarrollo de la economía” Marzo 15 de 2018 en www.eleconomista.com.mx
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