Contra todos los pronósticos, incluidos los de él mismo, las expectativas de Obama y las de La Habana, la victoria electoral de Joe Biden, lejos de aportar distensión en el conflicto bilateral con Cuba, lo ha enconado con una escalada que supera el horizonte de Donald Trump.
Por tratarse de hechos con impactos al interior de Cuba y por implicar la soberanía nacional, la intención de imponer a la Isla un servicio de INTERNET, auspiciado y financiado por el gobierno de los Estados Unidos es de alta peligrosidad, conlleva tensiones inmediatas y extremas, sin excluir componentes militares. Se trata de una progresión que puede llevar al ciberespacio la persistente agresión radial iniciada en 1985 con Radio Martí.
La desmesura del proyecto recuerda los días en que, ante la inminencia de la victoria electoral de Ronald Reagan, el “Grupo de Santa Fe” y la Heritage Foundation, elaboraron el Documento de Santa Fe I, una especie de Biblia conservadora que se aplicó al pie de la letra.
Respecto a Cuba aquel programa no pudo ser más agresivo: “Estados Unidos…no puede aceptar el status de Cuba…El precio que La Habana debe pagar no debe ser un bajo…Entre otras medidas estará el establecimiento de Radio Cuba Libre bajo el patrocinio del gobierno de Estados Unidos…Si fracasa la propaganda, hay que lanzar una guerra de liberación nacional contra Castro (SIC).
Con Reagan en la Casa Blanca, La Habana asumió con urgencia el anuncio de la agresión radial que podía incluir componentes militares, y se comenzó a trabajar en tres direcciones: (1) La denuncia. (2) La creación de capacidades técnicas para interferir las transmisiones (3) La negociación para evitar la confrontación. Altos cargos del Partido, el gobierno, las fuerzas armadas y expertos en todas las esferas implicadas, fiscalizados personalmente por Fidel y Raúl Castro se consagraron a la búsqueda de opciones de respuesta.
En septiembre de 1981 el presidente Reagan emitió la Orden Ejecutiva 12323, mediante la cual instaló la “Comisión Presidencial para la Radiodifusión hacia Cuba”. Paralelamente el Congreso aprobó la ley H. R 5 427 que autorizó la creación de una planta de ondas medias, con un presupuesto inicial de 7.5 millones de dólares.
En 1984 se nombraron los directivos de la planta, designación que recayó en prominentes cabecillas contrarrevolucionarios y se ratificó a Jorge Mas Canosa, entonces influyente líder anticastrista, como presidente de la Junta Asesora para las Transmisiones a Cuba. El 20 de mayo de 1985 la planta salió al aire y también lo hicieron las interferencias de Cuba que las bloquearon. En 1990 la agresión radial se amplió a la televisión con idéntico resultado. Afortunadamente, en ambos casos, la eficiencia tecnológica archivó otras medidas.
La pregunta del momento es si Biden, aprovechando el desarrollo de las tecnologías para las comunicaciones de servicio público y la eficiencia alcanzada, se empeña en imponer a la Isla un servicio de INTERNET pirata que, obviamente será ilegal y si cargará con la responsabilidad histórica de hacer extensiva al ciberespacio la agresión radial y televisiva, poniendo a prueba a Cuba que, en materia de soberanía, carece de segunda mejilla.
En los 35 años transcurridos desde 1985, inicio de las transmisiones radiales de Estados Unidos hacia Cuba a lo cual en 1990 se sumó la televisión, ambas con magros resultados políticos, con fondos federales, es decir con dinero de los contribuyentes estadounidenses, se han consumido cerca de mil millones de dólares.
Desde entonces no recuerdo ningún momento de mayor peligrosidad que el actual. Me tranquiliza saber que el instante más oscuro precede al alba. Allá nos vemos.
02/08/2021
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É inadiável implementar reformas que sejam necessárias para permitir o cidadão cubano produzir e comercializar livremente bens sem obstáculos burocráticos.
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