Miradas a la Economía:ciencias sociales y horizontes de acción para Cuba
El país vive una coyuntura de máxima dificultad para su proyecto político y para el ensanchamiento inclusivo de su oferta de bienestar y equidad.
Configuran la coyuntura diversos cauces entrecruzados y recursivos: la ya vieja crisis económica, con una curva de picos y alivios que nace en 1990; la hostilidad reforzada de la administración Trump en los últimos cuatro años; la emergencia sanitaria nacional y mundial, generada por la pandemia de la covid-19; las medidas de reforma, iniciadas hacia 2007 —exitosas algunas; fallidas, lentas o insuficientemente desplegadas en su potencial, otras—; la perdurabilidad y presumible incremento de una franja de pobreza y vulnerabilidad, junto al ensanchamiento de las desigualdades socioeconómicas, que tensionan y retan las finanzas y herramientas tradicionales de la política social; la diversidad de percepciones sociopolíticas y demandas, complementarias y/o en conflicto, cada vez más visibles y en debate, redes sociales mediante. El etcétera es largo, pero esta enumeración desordenada es suficiente para mostrarlo.
Como una de las vías de manejo de ese haz de variables, desde la presidencia del país se impulsa un modelo de gestión pública el cual propone promover una mayor capacidad de solución de problemas y participación ciudadana en la toma de decisiones, de cara a lo que se considera un desarrollo socialista de alta calidad, basado en una economía dinámica y competitiva, de mayor eficiencia, equidad y sostenibilidad, sobre la base del uso del conocimiento y cuya principal fuerza motriz es la innovación.(1)
Esta nueva entrega de Miradas..., la emblemática y esperada publicación anual del Centro de Estudios de la Economía Cubana (CEEC, en lo adelante), asume estos retos de la coyuntura y de sus tendencias de onda larga y reúne catorce textos, hilvanados por el hilo lógico de examinar los factores clave de la sostenibilidad, aquellos que permitirían superar las crisis superpuestas y prolongadas que el país ha vivido y recuperar una dinámica eficiente y posible de desarrollo, en las difíciles circuns- tancias del aquí y ahora.
Por supuesto, tal interrogante no se la ha formulado solo el CEEC; ni esta institución y sus colaboradores y colaboradoras concentran el monopolio de las respues- tas. Son asuntos que atraviesan los debates políticos y de la sociedad civil cubana, y cuyo manejo se aborda en la estrategia de cambio y los correspondientes progra- mas y políticas públicas formulados por las autoridades, las cuales aquí aparecen sometidos al escrutinio de la investigación.
Lo remarcable de las respuestas brindadas en la nueva Miradas... es que las conclusiones a las cuales arriban autoras y autores se basan en el contraste sistemático de los procesos de cambio en curso —impulsados por la reforma descentralizadora o el proceso de actualización del modelo, como se prefiera llamarle—, con la evidencia empírica de sus avances y efectos reales, en relación con los propósitos declarados, y en diálogo con los enfoques teóricos más avanzados para el tema del cual se trate. El resultado es una visión crítica–propositiva e innovadora, exploradora de senderos de trasformación diversos, con la libertad de desprenderse de pautas cerradas y moldes estrechos y con la conciencia de que todo cambio entraña riesgos, cuyo único antídoto es, manteniendo la orientación estratégica, asumir una visión de apertura y flexibilidad suficientes para corregir rumbos, adaptarse a modificaciones del contexto, reconocer a tiempo caminos cerrados y oportunidades emergentes.
En el enfoque abierto del concepto de estrategia de desarrollo como «conjunto integrado y multivariable de decisiones cuya puesta en práctica permite alcanzar transformaciones en los ámbitos técnico, productivo, económico, social y ambiental de un país que tributan a su desarrollo sostenible»;(2) propuesto por Juan Triana y Humberto Blanco, y compartido, de forma más o menos explícita, por el conjunto de los textos; percibo uno de sus valores fundamentales: el reconocimiento de la complejidad de los cambios sistémicos en curso y de las intervenciones para moldearlos en una u otra dirección deseada.
Descubro también (o quiero descubrir) su afinidad con el principio de «ecología de la acción», enunciado por Edgar Morin para establecer que toda acción emprendida en la práctica concreta escapa a sus intenciones preestablecidas, pues entra en un universo de interacciones y es absorbida por el entorno, al entrelazarse con factores azarosos, bifurcaciones, procesos emergentes, indeterminaciones. Para Morin, en estas condiciones la estrategia debe prevaler sobre el programa, entendiendo que «(…) el programa establece un orden de secuencias que es necesario ejecutar sin variaciones en un entorno estable»,3 mientras que la estrategia concibe un escenario de acción que examina certezas e incertidumbres de la situación, probabilidades e improbabilidades.
Como resulta obvio, reconocer la complejidad y la dimensión ecológica del cambio apunta hacia la necesidad de la valoración de opciones múltiples, adaptativas, flexibles e innovadoras, como mecanismo que permite elevar las posibilidades de éxito de un enfoque estratégico de gestión de reformas.
Miradas..., como ya es tradición, también rompe los límites disciplinares e institucionales y se desliza hacia un conocimiento multidisciplinar y colaborativo, el cual en este número incluye, en estado puro y contaminado, reflexiones producidas desde las herramientas de la economía, la sociología, la geografía, la demografía, la comunicación, el urbanismo. Y si bien es meta casi imposible construir un cuadro explicativo totalizador de las claves de la sostenibilidad del desarrollo de un país, la colección de textos nos ofrece lo que podríamos considerar un recorte de mínimos esenciales infaltables. Haría demasiado extenso este prólogo un comentario particular para cada texto lo cual, además, no es necesario pues todos están escritos con argumentos claros, atenidos a evidencias y expuestos con lucidez. Solo me concedo el privilegio de prologuista de enfatizar algunas ideas expuestas las cuales, en mi criterio, ilustran la indagación abierta de nichos de sostenibilidad económica y social.
Si bien cada artículo cierra su ciclo de intelección —diagnóstico, cierto estado del arte, propuestas— con relativa autonomía, el conjunto logra producir un cuadro de retos cruciales del momento cubano. Del mismo pueden inferirse cuatro grandes núcleos de sostenibilidad, cuyo margen de mejora es aun considerable y desaprovechado, bien porque el tempo de los cambios reales está por debajo de lo que exigen las soluciones y las pone en riesgo, o porque falla una visión sistémica y de totalidad que haga dialogar medidas diversas y fomente la complementariedad; o bien porque la rutina y la inercia burocrática favorecen herramientas tradicionales y descalifican otras de corte innovador. Estos cuatro núcleos son:
1. Resortes de eficiencia y generación de recursos a partir de cambios del modelo económico:
• Creación de un ambiente adecuado para la competitividad y la innovación, a través de incentivos positivos, más que de regulación obligatoria; activar como recursos de inver- sión para la reforma: las remesas, la inversión privada y el mercado interno; mejor uso del ahorro interno en manos del Estado —ingresos por exportaciones de servicios profesionales, por servicios de telefonía, entre otros— para potenciar sectores que generen exportaciones y permitan reducir importaciones; identificar los espacios vacíos o de muy pobre desarrollo del tejido empresarial del país —tanto estatal como no estatal— para fomentar la penetra- ción de nuevas actividades y la búsqueda de complementariedad; fomento multisectorial del sector no estatal, al reconocer su papel estratégico en la transformación productiva del país; ampliar el mercado de la deuda interna y la emisión de bonos soberanos, con el fin de estimular su adquisición por la población —como modalidad de ahorro— y por el sistema empresarial —como un mecanismo para rentabilizar fondos ociosos—; aprobación de intereses inversionistas extranjeros con prontitud, para la creación de una masa crítica de negocios que mitigue eventuales cambios negativos en el entorno internacional.
• Rescate y dinamización de la demanda interna, como resorte para incentivar la restructuración productiva. En relación con ello, establecer un balance equilibrado entre la demanda interna y la exportación, para mejorar el lugar de la primera en el modelo económico.
2. Cambios estructurales de mayor calado, al menos:
• Recolocación de la manufactura en un nivel de prioridad mayor al hasta ahora concedido, con la introducción de un patrón de fomento manufacturero el cual supere la carencia de recursos de inversión mediante la identificación y aprovechamiento de ventajas comparativas ocultas y de objetivos microeconómicos de baja inversión, alta productividad, eficiencia y competitividad, los cuales a su vez estimulen un proceso de acumulación originaria.
• Modificación del patrón de crecimiento extensivo y altas inversiones en torno al producto de sol y playa , seguido hasta hoy por el sector turismo, con cuasi monopolio del sector estatal, hacia la diversificación de la oferta y el acceso creciente de otros actores, aprovechar el potencial del sector privado, con capacidad de oferta elástica e innovadora. Aprovechar las ventajas que permiten convertir a Cuba en un enclave de turismo médico exitoso.
• Política agropecuaria de incentivos a productores, para destrabar los nudos que obstaculizan la producción nacional de alimentos y de los insumos necesarios para ello, con un enfoque integral y de cadena de valor, la cual enlace acciones para garantizar la disponibilidad, el acceso físico y económico y el consumo real. Implementar programas focalizados para grupos con situaciones de vulnerabilidad específicas que limitan su acceso a alimentación de calidad.
• Modificación del marco institucional y regulatorio del comercio exterior para una política de fomento exportador: corrección de desequilibrios internos —lograr un régimen cambiario funcional y convertibilidad de la moneda doméstica, superar escasez crónica de productos—; habilitar mayor autonomía de los sujetos económicos y para relacionarse entre sí y constituir cadenas productivas; clausura del monopolio del comercio exterior y de la separación entre la empresa comercializadora y los productores; implementar programas sectoriales concentrados en áreas con ganancias a corto plazo, a partir de competitividad probada; encauzar la exportación de servicios profesionales —en especial los servicios médicos, que se presentan como los de mayores posibilidades de expansión de la demanda en el contexto mundial pospandemia— desde el modelo de negocios basado en el suministro —envío de profesionales— hacia un modelo de presencia comercial, con mayores oportunidades de ganancias.
3. Dimensiones sociales y mejoras de inclusión, en articulación estrecha con los cambios estructurales: el acceso a trabajo e ingresos, vivienda y hábitat, educación, nutrición de calidad y salud, funcionan como bisagras en el engranaje economía–sociedad, constituyen ejes básicos de acceso a bienestar y derechos, a la vez que aseguran el principal recurso de la economía.
• Las políticas sociales respectivas necesitan: mapear con realismo las situaciones de des- ventaja socioeconómica, entre ellas la informalidad laboral —ignorada de manera particular—, la brecha urbano-rural multidimensional, la precariedad del hábitat, y conocer los grupos que las padecen para priorizar sus demandas y cortar la reproducción de tales situaciones; diseñar la oferta de servicios de cara a la alta heterogeneidad socioestructural del país y su correspondiente diversidad de necesidades, demandas y condiciones de acceso, las cuales no pueden satisfacerse con ofertas homogéneas. Implementar acciones focalizas hacia las desventajas.
• Políticas para el manejo de nuevas desigualdades, como aquellas que surgen del desigual acceso y uso del ciberespacio: 14,5 % de la población no tiene cobertura de telefonía móvil, por residir en entornos rurales o municipios periféricos, los costos del acceso a internet son altos en comparación con el salario medio nacional, solo el 32 % de los municipios está cubierto por la red de 4G.
• Elevación de la capacidad del modelo económico de absorción de fuerza de trabajo y de ofrecer empleo digno y variado. Frente a la extendida creencia de que el país experimenta una crisis de escasez de recursos laborales —debido, entre otros factores, al envejecimiento demográfico— los datos develan una reserva: la presencia de un potencial de más de 200 personas activas por cada 100 dependientes.
• Construir un sistema de transporte y movilidad urbana, el cual permita el acceso inclusivo a los recursos naturales y sociales contenidos dentro de la estructura urbano-territorial que soporta la vida cotidiana.
4. Gestión pública de la economía y las políticas y programas sociales:
• Superación de la gestión pública vertical sectorial, basada en funciones, e implementación de un enfoque sistémico reticular, que entiende el desarrollo como transformación colaborativa entre actores articulados. Se requiere, como mínimo, un proceso simultaneo de ensanchamiento real de autonomías y márgenes de acción —empresarial, municipal, de sujetos económicos privados y cooperativos— a la vez que se crean espacios y mecanismos de concertación intersectoriales, institucionales y territoriales.
• Municipalización de las políticas sociales y vínculo con el desarrollo local, en el sentido de que la autoridad de la localidad tenga competencias para combinar estrategias na- cionales vinculantes a iniciativas autónomas locales.
• Ensanchamiento de opciones de participación ciudadana, con un diseño interactivo del gobierno digital. Democratización del acceso a información, con el fortalecimiento del ciberespacio inclusivo, y opciones de colocación de opinión y rendición de cuentas de las autoridades a la ciudadanía. Atender y dar espacio a debates emergentes, posiciones «minoritarias» y a la representatividad no clásica que se visibiliza en las redes sociales, como elementos de micropolítica y ciudadanía activa.
Con probabilidad, la función más relevante de las ciencias sociales sea, tanto en su plano teórico como en el práctico propositivo —o más bien en la intersección de ambos planos y en el diálogo multidisciplinar— la de identificar horizontes, poner a disposición de la sociedad la mayor diversidad posible de rumbos de acción y contribuir a develar, desde conocimiento y ética, las consecuencias y oportunidades de tomar uno u otro, ofrecer herramientas de evaluación y reacomodo de las decisiones y a encontrar el límite de la carga de riesgo que soporta la estrategia, sin modificar propósitos fundamentales legítimos.
Este Miradas... se compromete, con claridad, con esa función, con conciencia del momento y responsabilidad histórica, al tiempo que aporta el ingrediente, en rigor no visible, pero a mi juicio sustantivo, de no ver el toro desde la barrera, habida cuenta de que la mayor parte de los autores y autoras se han involucrado, por convocatoria de las autoridades, en espacios de acompañamiento técnico a decisiones relacionadas con la formulación del nuevo marco normativo e institucional del país y sus diversas políticas públicas en proceso de modernización.
Saludo esta nueva edición de Miradas..., realista y soñadora, comprometida con los destinos del país, en especial con la creación de oportunidades para sus grupos en desventaja, y agradezco el bonito regalo de ser su primera lectora.
La Habana, 8 de marzo de 2021. Día Internacional de la Mujer.
Mayra Espina Prieto
1 Díaz-Canel, M. y M. Delgado. «Gestión del gobierno orientado a la innovación: contexto y caracterización del modelo». Revista de Administración Pública, enero 2021, La Habana.
2 Cfr. pág. 25 de este propio libro.
3 Morin, E. Los siete saberes necesarios para la educación del futuro. París: Unesco, 2000 (pág. 46).
( Continuará)
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