Por Silvio Rodríguez
El documental Canción de Barrio tuvo su premier en el cine Chaplin, el 28 de agosto de 2014. Se volvió a poner en diciembre de ese mismo año, durante el Festival de Cine de La Habana. Me preguntaron si quería que asistiera alguien especialmente y pasé a los compañeros del ICAIC la lista de los barrios que salían en la película, para que invitaran a los secretarios del Partido y presidentes del Poder Popular. Creo que asistieron algunos. También recuerdo que cuando encendieron las luces, después de la proyección, había espectadores llorando. Mientras caminaba hacia la salida, escuché diversas expresiones de desconcierto y pena.
Años después, la Fundación Autor de la SGAE inauguró un evento de cine social con Canción de Barrio. Su director y yo fuimos invitados. Si fue exhibido otras veces, en otros lugares, no lo supe.
El origen de todo fue en 2010. Poco después de volver de una gira por los Estados Unidos, estuve en el lanzamiento de un libro de Fidel. Al final, en el momento en que él intercambió con los presentes, se me quedó mirando con picardía y me dijo: “Supe que la pasaste muy bien por el norte. ¿Lo filmaron?”. Entonces le expliqué que los permisos para filmar –o siquiera grabar– eran muy caros en ese país, fuera del alcance del presupuesto de nuestra gira. Ya yo había hecho un par de conciertos en barrios y aproveché para decirle que estaba embullado con esas actividades, y que pensaba hacer algunas más. Fue entonces cuando me dijo: “No dejes de filmar nada de eso que estás haciendo. Fílmalo todo”.
Me lo tomé al pie de la letra y mandé a localizar a Alejandro Ramírez Anderson, de cuyas cualidades había tenido constancia por sus documentales, especialmente uno sobre mis amigos del motopesquero Playa Girón. Alejandro y su equipo asumieron nuestro pedido de colaboración con entusiasmo y muy fraternalmente. Cuando llevábamos algo más de un año recorriendo barrios, me dijo que estaba pensando en organizar un material con lo filmado. Recuerdo haberle comentado lo bueno de hacer hincapié en la realidad en que nos movíamos.
Creo que fue en el 2013 cuando me mostró un primer corte. La visión inicial de lo que después sería Canción de barrio me produjo un impacto tremendo. Alejandro y su equipo, además de filmar las dramáticas condiciones de vida de aquellos lugares, habían sabido aprovechar la atmósfera de confianza que creaba la gira y habían conseguido de los entrevistados una franqueza desgarradora.
Fue inevitable que me autocuestionara sobre el efecto que podría tener la exhibición de aquellas imágenes y testimonios; las lecturas que se podrían hacer; incluso las manipulaciones que podrían generar. Muchas cosas pasaron por mi mente. Pero siempre he sido amigo de la franqueza, de la verdad polémica, compleja y a menudo imperfecta con la que enfrentamos la existencia.
Parafraseando lo que dice al final un humilde vecino de un barrio: “Si cada cual hace lo que le corresponde, tendremos buen futuro.”
No hay comentarios:
Publicar un comentario