Por Juan M Ferran Oliva
Pyme
es un acrónimo lexicalizado a partir del largo titulo de micro, pequeña y mediana
empresa. Tiene características especiales y ha invadido el mundo económico.
Predomina el comercio minorista y de servicios. En Europa y América suelen
abarcar más del 70% del empresariado. La actividad industrial les queda grande
debido a que por lo general requiere inversiones considerables.
En
Mercosur, para micros, pequeñas y medianas empresas, el número de empleados
suele moverse entre 10 y 250 y los capitales empleados no pasan, en el mejor de
los casos, de los US$ 10 millones. En la Unión Europea los asalariados
alcanzan un máximo de 50, en este
caso con una facturación de hasta 50 millones de euros anuales.
La pequeñez de las pyme
les veda la posibilidad del desarrollo e investigación y dependen de resultados
externos y del empirismo. Su acceso a mercados internacionales es limitado. La
financiación les resulta más difícil en comparación con las grandes empresas.
Sus empleados suelen ser de baja calificación debido al propio carácter de los
negocios acometidos. La acometividad es su gran ventaja.
Hasta
enero del año en curso han sido aprobadas en Cuba unas 6.500. La mitad son
pequeñas empresas y el resto micros y medianas por igual. Alrededor de un 48%
radican en la capital. Al sumársele las 2.000 estatales se tiene que las ¾ del
total de empresas del país corresponde a esta categoría.
El periodo especial iniciado a fines de
1990 intentó remediar lo irreparable. La tibia apertura surgida a su calor permitió
la incorporación limitada de trabajadores por cuenta propia. Fue frenada en el
entorno de 1994 con la retención de aprobaciones y la eliminaban de algunas
licencias existentes. En 2010 se recuperó la situación y en 2018 la ocupación
generada por los particulares ascendía a 588.000 personas, el 13% de los
puestos de trabajo.
Tres
años más tarde el Estado aprobó las pyme.
Les concedió ventajas relativamente
estimulantes en el aspecto fiscal y en los términos de contratación. Tiene también su restricciones. Se exige que
el empresario sea residente en Cuba y no posea más de una pyme. Sus
exportaciones e importaciones están controladas por intermediarios estatales.
Los limites al personal empleado son de hasta 100 como máximo y deben respetar los salarios legales
establecidos. Su única forma de constitución es la de responsabilidad limitada
(SRL)[2]. Aportan al
presupuesto mediante impuestos. Además contribuyen a la seguridad social, tanto
como las entidades estatales. El objeto social excluye a las
referidas a la salud, energía, defensa, telecomunicaciones,
prensa y otras áreas consideradas estratégicas.
A pesar de las limitaciones el resultado de las pyme es positivo y evidente en la generación de
empleo, el incremento a la escuálida oferta a la población y el complemento a
actividades de las empresas estatales, entre otros. Pero el éxito conspira contra
ellas.
Su
existencia no es apacible y cuentan con enemigos dentro de la cumbre del poder[3]. Les
achacan que son demasiadas en comparación con las empresas estatales También
argumentan en su contra que el objeto social es demasiado amplio Otro criterio negativo es que están
desvinculadas de las necesidades de los territorios. Para colmo les atribuyen
el desvío de remesas que eran manipuladas por entidades estatales e incluso se
las vincula a la inflación.
Muchas
pymes han llenado espacios de la economía estatal a pesar de que no forman
parte del plan. Obstaculizar su desarrollo equivale a perder oportunidades y en
nada contribuye a mejorar la proverbial ineficiencia estatal.
En
ocasiones he formulado como probable la existencia de un debate entre conservadores y aperturistas
en las altas esferas. La relevada discrepancia respecto a las pyme convierte dicha posibilidad en certidumbre.
Algunos
piensan que la apertura puede conducir al capitalismo. Otros, por el contrario,
la creen indispensable para salir del
pantano económico que da alas a la plutocracia.
El miedo histérico al capitalismo puede conducir a su regreso. Además,
la población tiene limites de resistencia y no pocos piensan que 60 años de
espera es demasiado tiempo.
Es cierto que las pyme y los trabajadores
autónomos propician desigualdades sociales expresadas con el coeficiente de Gini. Este indicador
es útil para denotar las diferencias en el ingreso en países
capitalistas. Pierde sentido en aquellos Estados que ponen al ser humano como objetivo en lugar de
la ganancia. En tales casos la desigualdad social es un imperativo nacido del
propósito de estimular la actividad económica y evitar el igualitarismo. El
caso de China es ejemplo de ello. Hace
ya 20 años se estimaba que unos 12 millones
de chinos habían acumulado fortunas multimillonarias. Ello representaba algo
menos del 1% de la población de la nación. En sentido contrario unos 300
millones de personas escapaban de la pobreza absoluta y la clase media crecía
en unos 100 millones[4]. ¡Vale la pena!.
Salvar la Patria, la
Revolución y el Socialismo es la consigna imperante.
Mi interpretación personal es que la
primera consistente en salvar al país de la debacle que acarrearía un gobierno
regresivo procedente del exterior o afín, o de la irresponsabilidad de los
protestantes del patio. La única alternativa es el actual equipo de gobierno
pues no existe una oposición seria y organizada. La ha impedido el propio Partido.
Según
pienso, la Revolución terminó inconclusa en 1968 con la Ofensiva Revolucionaria.
Soslayó la concreción de una economía eficiente como requerían los avances
sociales generadores de gastos. Todo quedó en poder del Estado en la falsa
creencia de que el socialismo equivalía a la
estatalización. Le siguió la evolución de un modelo fallido que se pretendió como genuino socialismo. Hoy persiguen esa condición numerosos Estados. Muchos de ellos hubieran calificado de
revisionistas o algo peor en la época en que imperaba el dogmatismo
estalinista. Buscan el socialismo por distintas vías y hacen camino al andar.
Humberto
Pérez, quien fuera presidente de la Junta Central de Planificación[5] entre 1976 y 1986, ha formulado recientemente
una propuesta interesante. Se basa en la
evidente disponibilidad de divisas de muchos cubanos, o la que pueden lograr a
través de sus parientes emigrados. Plantea canalizar a través de un mercado
privado la oferta de bienes y servicios a la población, es decir, mediante
pymes.
Existen
formas de comercialización modernas que constituyen técnicas de venta. Su
desarrollo en países capitalistas no obedece a ideologías políticas sino a
artes comerciales. Pueden citarse las cadenas de mercados, las ventas por catálogo
o por internet, y otras.
De
lograrse este propósito mermaría la inflación y mejorarían las tasas de cambio
informales. Adicionalmente, los poseedores de divisas o de altos ingresos, que
no son pocos, disfrutarían de una calidad de vida superior.
Humberto argumenta que la situación actual
requiere audacia. Se refiere al desaparecido Esteban Morales quien dijera (sic)
…le estamos huyendo tanto al capitalismo que
nos va a sorprender y vamos a caer en sus brazos asando maíz
Fin
[1] Desde 2019 hasta la actualidad se conjugan dificultades conducentes a una impar crisis económica. El recrudecido bloqueo limita las posibilidades de crédito externo, incrementa costos y precios, obstaculiza la contratación y restringe el comercio en general. La pandemia llegó a Cuba y además de la ineludible atención interna que requirió, afectó al turismo internacional fuente principal de divisas. El reflejo de la guerra de Ucrania ha desatado los precios y la inflación galopante que recorre el planeta llegó a Cuba. Asimismo ha afectado al importante turismo ruso. En 2021 se implementó un plan económico a partir de la unificación monetaria, indispensable, pero según algunos inoportuna. La tasa aplicada en principio para la población fue de 24 pesos por cada divisa (MLC). En meses recientes se asumió una tasa de 120 pesos. El resultado, hasta ahora, ha sido el aumento a alrededor de 180 pesos por dólar en el mercado informal. En la esfera productiva se revaluó el peso, lo que incrementó los costos internos de producción y, consiguientemente, los precios. La deuda externa es objeto de indeclinables renegociaciones que la incrementan. A tal cúmulo de desgracias cabe añadir la perpetuada asimetría del mercado minorista desde hace medio siglo; la demanda de la población se enfrenta a una escuálida oferta que no la satisface. En principio se argumentó la necesidad de favorecer la acumulación, pero actualmente se origina en la falta de divisas. Comoquiera, el gran perjudicado es el estimula material.
[2] Una sociedad de responsabilidad limitada (SRL) es aquella en la el
patrimonio personal no se afecta con las deudas que puedan producirse. La
sociedad anónima (SA) es aquella cuyos titulares participan en base a su aporte
de capital, lo que, a su vez, determina su proporción en las utilidades. Suele
establecerse a través de acciones. Los accionistas no responden con su
patrimonio personal a las deudas de la socieda
[3] Triana Cordovi, Dr.Juan. Pymes en Cuba: dentro del fuero amigo.
Circulado por Internet en feb. 22 de 2023
[4] Vázquez Díaz, Julio A. China ¿otro socialismo? (LX aniversario). Editorial de Ciencias Sociales. La Hababa
2010. Pág. 100.
[5] Actual Ministerio de Economía
No, la única alternativa no es el actual equipo de gobierno que ha probado su incapacidad para lidiar con la crisis y su insuficiente previsión. Hoy Cuba necesita urgentemente un nuevo equipo de gobierno. No puede confundirse gobierno con socialismo.
ResponderEliminarMeritocracia en todos los niveles de dirección. Basta de aplausos y consignas. La nueva Asamblea tiene la potestad de cambiar muchas cosas. Sólo se necesita valor y compromiso cívico.
ResponderEliminarYo no sé para qué nuestros economistas y académicos siguen dando alternativas y soluciones, si el gobierno ha decidido ignorarlos definitivamente acudiendo a los rusos para que nos enseñen y nos digan lo que tenemos que hacer.
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