Un presidente de cooperativa pone al desnudo que la cosecha de mango tiene más de un camino pedregoso y no es únicamente el que llega a la industria
Haydee León Moya
GUANTÁNAMO.— De nuevo sale el mango a la escena. Que se pierde, es el tema. Que la industria falla y no hay envases, eso explican las autoridades de la Agricultura. Una realidad que aparece a las puertas de cada verano en esta parte de la Isla y duele en el campo, en las finanzas de muchos, las del país incluidas.
A casi 600 metros sobre el nivel del mar, tiene el viejo Cecilio Silot Noa su finca pródiga en mangos de exquisita masa y dulzura. Padece el anciano una dolencia crónica en la espalda, pero aun así la dobla para evitar, primero, que el bejuco y otras malezas le resten fuerza y productividad al sembradío y, después, para acopiar los frutos justo cuando maduran e imponen ese hermoso contraste amarillo y verde que ahora mismo se extiende por aquella altura de la cooperativa de créditos y servicios (CCS) Ángel Bouza Calvo, de Palmar, la zona que más aporta esa fruta en la provincia de Guantánamo.
Pero a la sombra de sus mangales yacen toneladas del fruto. Podridas. Y me comenta el productor que les ha sucedido a todos en esta zafra, en la pasada, y en la otra, en las de más atrás…
Ando en busca del presidente de la cooperativa. Me dicen que es un moreno de casi dos metros de altura y unas 300 libras de peso. Que es difícil encontrarlo porque anda como loco detrás de quienes deben certificar toda esa pudrición que reina en sus puntos de acopio. Que si no logra rapidez en ese trámite se le complica más la situación.
Porque al estancarse los envases en los puntos de recepción con el producto descompuesto en espera de que se tomen las evidencias necesarias para una posible demanda a quien lo contrató y no asumió, no retornan al campo.
Me sugieren que lo espere en el punto de acopio de La Güira, a orillas de una carretera por donde pasan algunas pequeñas carretas haladas por bueyes o caballos, repletas de mango bizcochuelo cuyos dueños se aventuran a lo largo de 17 kilómetros bajo un sol inclemente en busca de mercado, y lo encontrarán sin lugar a dudas, porque en las placitas de la urbe brilla por su ausencia esa fruta, aunque abundan donde los precios estrangulan el bolsillo.
Finalmente lo atrapo. Orlando Bombalé Luna es,en efecto, un hombre grandulón de 48 años de edad. Atareado con el atasco del mango, trata, sin embargo, de centrarse para evitar que el golpe sea mayor.
Orlando Bombalé Luna, presidente de la cooperativa que más fruta produce en Guantánamo. Foto: Leonel Escalona Furones
Sin desmontarse de un tractor escandaloso, me dice: «desde que tengo uso de razón mi entorno es el mango y siempre ha habido problemas en las cosechas, pero como este año, nunca», se adelanta.
La suya es la cooperativa que más frutas produce en Guantánamo. Alrededor de 3 000 toneladas. Entre 1 600 y 1 800 las contrata con la industria. Hay variedades que fermentan muy rápido y no son idóneas para obtener pulpa de compota y toman otros destinos, o mejor, lo tienen planificado.
—¿Y cuál es el problema ahora?
—Tenemos muchos problemas que no son nuevos en absoluto, ahora alcanzaron niveles más altos por la paralización de las industrias y la falta de envases.
—Pero visité a muchos campesinos y dicen que tuvieron los envases…
—No hablo de las cajas que necesitan los campesinos, sino de las latas de la industria y de los nuestros que se estancan allá o en los puntos de recepción de la cooperativa cuando no tiene salida la producción.
—¿Y no tienen contratos con Acopio?
—Acopio compra cuando quiere. Creen que al comprarnos nos hacen un favor. Vienen y se llevan lo que ellos llaman mango de clase, pero pienso que debe acopiarlo todo, mientras tenga calidad, porque eso es lo que está establecido y lo que garantiza un buen suministro a la población con precios módicos.
«Hace poco vinieron y no se llevaron una producción porque dijeron que no tenía calidad, y detrás vino Frutas Selectas, que se supone es más exigente, y se lo llevó todo.
«No se percatan, por otro lado, de que detrás de esa mentalidad que frena, están los campesinos, que se sacrifican, cumplen las tareas y se les echa a perder la cosecha».
—Y si entre sus funciones está gestionar destinos para que no se le pierda la producción, ¿por qué tanto mango podrido en el suelo?
—Mire, nosotros contratamos principalmente con las industrias de Guantánamo, y el resto para el consumo social, pero se nos compra muy poco, a pesar de ser mangos con los que se pueden elaborar jugos, mermelada y dulces.
—¿Cómo funcionan los contratos con la industria?
—Este año contraté con dos de las tres industrias de la provincia, porque a una, la Guaso, el pasado año tuve que demandarla por 97 toneladas que se me perdieron en los puntos. Y decidí no hacer más contratos con ellos.
—¿Fue usted o fueron ellos a raíz de la mencionada demanda?
—Ambas partes, no puedo hacer trato con un comprador si no tengo seguridad de que me va a pagar. Después de muchos contactos ellos dijeron que contratarían, pero en el proceso previo puse algunas condiciones (no las inventé, forman parte de las formalidades del contrato), y finalmente decidimos no hacerlo porque no tenían dinero para asumir en el plazo que se establecería.
—¿Cuál es el tranque con la industria del Valle?
—Que se paralizó. Dicen que por razones de fuerza mayor. Para mí falta de agua o de envases no es fuerza mayor. Fuerza mayor es un huracán como Matthew, que llegue allá y desbarate la industria. La falta de agua que padecen a veces, pueden garantizarla en recipientes, al menos una cantidad que les dé cobertura hasta que solucionen una rotura, porque el contrato es una ley y nada justifica su incumplimiento.
«Pero además, ninguna de las industrias en Guantánamo, esa incluida, tiene un piso de cajas-paleta, de manera que cuando el proveedor llegue, vacíe su producto y retornen los envases al campo».
—¿Y en qué repercute eso en ustedes? Por otra parte, ¿le ponen trabas en la contratación?
—A nosotros nos exigen tener tres juegos de parle para la transportación hacia las industrias, que valen más de 600 pesos. Mi cooperativa demanda unos 150 de esos envases para cada industria con la que contratamos producción; eso no lo podemos lograr porque se elevan mucho los costos y nuestra situación financiera, por problemas precisamente de la industria, no nos lo permite.
«Entonces si la industria para, nos crea un problema de envases. Ahora mismo tuve durante 14 días 72 parles “presos” en la industria del Valle, y muchos se pudrieron junto al mango.
«Como las industrias acá no garantizan el cumplimiento de los contratos de compra, este año contraté con la industria de Contramaestre, en Santiago de Cuba y con una minindustria de esa misma provincia, pero el problema de los envases es general.
«Usted me preguntaba si no me ponen trabas cuando salgo a contratar, pues sí, el año pasado cuando salí a buscar mercado me llamaron diferentes autoridades de la provincia para decirme que yo no puedo sacar producción de Guantánamo. Pero lo hago, porque le estoy vendiendo al Estado, y porque tengo que garantizar el destino de mis producciones, yo no le vendo al particular».
—¿Tienes prohibido comercializar con el sector privado?
—No exactamente, pero no debo, lo que está establecido es que todo se venda a través de Acopio y los contratos con la industria; pero en ocasiones hay que hacerlo, porque al final esa producción le llega a la gente, porque los papeles, los contratos no se comen. Lo importante es que no se pierda.
Alrededor de 17 kilómetros recorren las carretas repletas de mangos bizcochuelos, cuyos dueños se aventuran en busca de un mercado. Foto Leonel Escalona Furones
—Tengo entendido que su cooperativa vive demandando a diferentes organismos, ¿es cierto?
—Esta cooperativa va casi todos los años al tribunal por el tema de las demandas. Yo trato de cumplir con la producción que me contratan, y al que no cumple lo emplazo, aunque no le tengo fe a la demanda, esa es la verdad.
—¿Por qué?
—El año pasado perdimos 97,1 toneladas de mango, en el segundo semestre de 2016. En febrero de este año fuimos al tribunal. Allí la Empresa Provincial de la Industria Alimentaria reconoció el incumplimiento del contrato y después de la vista la Sala de lo Económico del Tribunal Municipal de Guantánamo quedó en dar respuesta en 12 días, y casi seis meses después, todavía la estoy esperando. Dicen que están buscando evidencias a estas alturas, y se aportaron todas, incluyendo las certificaciones de los organismos que deben emitirlas.
—Si no todo es culpa de la industria, ¿por qué otras causas considera usted que se pierde el mango?
—Falta de planificación. En la zafra de caña, apenas paran los centrales, se comienza a prever todo lo que garantice el cumplimiento de la próxima, ¿por qué no se hace con el mango?
¿De dónde salieron los tanques que fueron para la industria de Holguín inmediatamente después de que se denunció a través del noticiero lo que estaba pasando con la zafra allí?
«Estamos claros de la situación tan dura de la economía del país, pero lo que vio la gente en el noticiero no tiene nada que ver si no con falta de organización. Eso desmotiva a los productores, los de mi cooperativa levantaron un poco el ánimo cuando supieron que no son los únicos del país que pierden mango. Eso, sin hablar de otros fallos que empujan las desmotivaciones».
—¿Por ejemplo?
—Cuando se forman los famosos cuellos de botella en Palmar, porque la industria para, están los 253 campesinos que pertenecen a la cooperativa agrupados y yo en medio de ellos tratando de motivarlos, darles aliento y mantener la calma, pero son muy pocos los que vienen de la Asociación Nacional de Agricultores Pequeños a brindarles una explicación. Entonces, cuando llega el momento de pagar las finanzas, alrededor de 27 000 pesos, mis campesinos pagan, pero no es correcto que funcione solo en ese sentido el acercamiento.
«Además, nos crea una situación difícil a la junta directiva de la cooperativa cuando tratamos el tema del pago en tiempo de las finanzas. Nos echan en cara lo que no le hemos podido pagar (casi un cuarto de millón de pesos) por el fallo de los acopiadores.
«Por otra parte, a veces uno va a plantear los problemas, demanda y exige, y algunos organismos ponen zancadillas, problemas que son realmente muy preocupantes».
—¿Cómo cuáles?
—Nos quitaron un buen día un punto de venta que teníamos en la ciudad de Guantánamo, en el mercado Dos Palmas, donde se vendía todo lo que fuéramos capaces de poner allí. Nunca me explicaron por qué decidieron quitarlo. Yo veo que bajan a Guantánamo las carretillas y viran vacías rápido.
«Está también, y con mucho peso, el asunto del transporte. La CCS mueve miles de toneladas al año. Lo que tengo es un camión ZIL 130 de seis toneladas y hay que transportar para Santiago, para Guantánamo y para el Valle de Caujerí.
—¿Y no pueden contratarlo a la empresa que presta esos servicios?
—Mire, en 2015 yo demandé a la Empresa Provincial de Transporte por una pérdida que nos ocasionaron de más de 400 000 pesos: teníamos el mango acopiado y no pusieron el transporte que ya estaba contratado. El tribunal falló a favor nuestro y desde ese momento la empresa, que es estatal y socialista, determinó no contratarnos más nunca un medio de transporte. Lo he planteado en todos los escenarios, y se mantiene como una decisión de ellos.
«Otra cosa, yo he estado haciendo todo lo posible para que me cambien el camión, no que me den uno nuevo, sino de mayor capacidad. Ese no debe buscarse en La Habana o en el mercado extranjero, aquí mismo en la base de carga hay, no sé qué destino tienen, pero no me han respondido, estoy a la espera».
—Un campesino de su cooperativa me comentó que en la zafra todo está organizado en papeles, pero no funciona, ¿usted qué opina?
—Yo creo que justamente lo que falta es organización.
«Por otra parte, si las industrias paran, según el contrato nos deben avisar con 72 horas de antelación, pero te lo comunican el mismo día; eso desorganiza los acopios y me crea un gran problema, porque además no asumen lo que está en contrato.
«Y le voy a decir algo, en el 2012, el General de Ejército Raúl Castro se reunió con los presidentes de cooperativas del programa de frutales e hizo un llamado a incrementar la producción; para ello cada cooperativa de ese movimiento debía tener, además, una minindustria.
«Por eso incrementamos sustancialmente las áreas de frutales, y ya hoy les dedicamos más de 200 hectáreas que fueron fomentadas con mango, guayaba, mamey, guanábana… Aquí la guayaba que se conocía era la llamada cotorrera o enana, que se daba silvestre, hoy tenemos varias fincas de referencia, fincas de excelencia en la producción de esa fruta.
«El país nos asignó con prontitud la tecnología, pero es una verdadera odisea cualquier tramitación: en Planificación Física los documentos llegan y es un problema… pero bueno, fuimos avanzando y venciendo esos formalismos que demoran una eternidad, y comenzamos el tema del banco, que es la muerte.
«En verdad, cuando asumí la presidencia de la CCS tenía la cuenta embargada, pero ya el año pasado salimos de las deudas, que eran de más de 400 000 pesos y estamos sufriendo la lentitud para obtener el crédito, lo único que nos falta para comenzar a ejecutar la inversión de la minindustria; que no es la solución completa, pero sí garantizará el procesamiento de un 40 por ciento más de la producción. Se construirá en la zona de Palmar, y mejorará económicamente la cooperativa.
«En marzo de este año, para ponerle otro ejemplo, el Ministro de la Agricultura nos informó en una reunión nacional que habría problemas con la hojalata en Cuba. Lo advirtió, de manera que había que haber pensado en los destinos, porque le zumba el mango que se pierda la fruta».
De roturas y falta de envases
Hasta mediados del presente mes, en la provincia de Guantánamo se reportaba la pérdida de unas 1 600 toneladas de mango, de las 6 794 contratadas con la industria para la actual campaña.
Según Ramón Sánchez Ocaña, especialista de frutales en la Delegación Provincial de la Agricultura, las causas de dicha pérdida son las roturas en la industria del Valle de Caujerí y falta de envases, fundamentalmente de tanques en el referido establecimiento, y de latas en la fábrica de conservas Guaso.
La moderna fábrica del Valle empezó a moler 20 días después de la fecha fijada (1ro. de junio), y procesó 706 de las 1 200 toneladas planificadas hasta la fecha, a razón de 20 y 25 toneladas diarias. Esta industria, con capacidad para procesar cien toneladas en ocho horas, deberá moler durante julio unas 1 600.
Mientras, la Guaso, ubicada en las proximidades de la ciudad capital de la provincia y recientemente sometida a reparación, echó a andar el 20 de mayo y solo ha procesado 440 de las más de mil toneladas contratadas para la etapa, debido a escasez de latas, de las cuales solo han recibido 2 000 de las más de 25 000 requeridas para la campaña.
Foto: Leonel Escalona Furones
Las mayores pérdidas de la fruta, según el especialista de la Agricultura, se registran en Bayate, municipio de El Salvador, y en Manuel Tames, donde todas las cooperativas de créditos y servicios muestran grandes afectaciones.
No hay comentarios:
Publicar un comentario