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jueves, 19 de julio de 2018

La agradable encrucijada de incrementos de los rendimientos agropecuarios sin techo y los precios de acopio máximos

Por Silvio Gutierrez



Prefiero ver lo que se ha llenado la botella, sin negar lo que falta

En pocas oportunidades se escribe con tanto placer como sobre este tema. Las disimiles tareas que tengo en mi trabajo como funcionario del Ministerio de Finanzas y Precios no me han permitido abordar con anterioridad, este y otros temas que tengo identificados sobre los que se ha escrito sin suficiente información.

El asunto tiene ya su historia, comenzó cuando se aprobó una solución a la diversidad de precios que tenían los insumos agropecuarios en Cuba. Por distintas causas se decretaron precios diferentes para los insumos, lo que provocó que, entre otras problemáticas, estos se trasvasaran de una producción a otra deformando planes e incumpliendo objetivos.

Para resolver esta problemática se aprobó un único precio para el mismo insumo, lo que exigió que se recalcularan los costos y precios de acopio y para esto fue necesario identificar también el comportamiento de los rendimientos.

En esa fecha de mediados del 2015 nos asombramos de los bajos rendimientos de muchos productos y de las causas que lo provocaban. Sólo para mencionar algunos: arroz cáscara húmedo 3,5 toneladas por hectárea, frijol negro 0,8 tonelada por hectárea, papa con semilla nacional 17 toneladas por hectárea, 4,5 toneladas de pienso para producir una de cerdo en pie y 3,2 litros de leche para vaca total.

Conocimos también de algunas producciones con rendimientos similares a los del primer mundo: 23 toneladas de papa por hectárea con semilla importada, 264 huevos por gallina al año, y otros casos que obtenían excelentes rendimientos algunos productores como: la caña de azúcar, el boniato, las malangas, el plátano y la fruta bomba, pero eran puntuales, no tenían impacto en toda la producción.

Entre las causas de los bajos rendimiento se identificaron: la poca cultura productiva que tenían productores noveles, bajos niveles de riego agrícola, insuficiente cobertura de fertilizantes y la semilla obsoleta genéticamente, estos últimos conceptos resultado de limitaciones financieras que tiene el país y de prohibiciones de comercializar con Cuba a proveedores que han sido establecidas por el gobierno norteamericano.

En la formación centralizada de los precios se consideraron todos estos elementos y se decidió estimular el incremento de la producción añadiendo a los altos costos utilidades entre un 30 y 50%. En aquellos meses se incorporaban miles de productores a tierras ociosas, había escasa fuerza de trabajo en el campo y los precios minoristas en el mercado agropecuario eran tan altos que permitían estos incrementos a favor de los productores.

Han trascurrido tres años desde la aprobación los precios de acopio máximos y poco se ha podido hacer por incrementar recursos financieros para insumos, capacidad de riego y mejorar de manera significativa la genética de las semillas, sin embargo, se incrementan las producciones de la agricultura y lo más importante, algunos rendimientos crecen significativamente.

Veamos algunos ejemplos:

– En este período se ha logrado una mejor preparación de los productores para enfrentar sus cosechas, por ejemplo: la papa con semilla nacional se sembraba a una distancia superior a la requerida y después de esta corrección, los rendimientos son muy similares a los logrados con semilla nacional.
– El frijol negro se siembra ahora también en tierras más fértiles, lo que provoca que se incremente su rendimiento promedio de 0,8 toneladas a 1,8 toneladas por hectárea.
– La producción de cerdo se complementó con otros insumos de producción nacional como viandas y subproductos industriales lo que ha provocado la disminución del consumo de pienso por tonelada de carne de 4,2 a 3,5 toneladas de pienso por una de cerdo y el aumento anual de esta producción.
– La producción con destino al acopio de leche de vaca ha crecido de 3,2 a 6 litros, gracias a la creación de centros recolectores refrigerados.
Existen otros ejemplos que de una u otra medida impactan en todas las producciones, pero aún no están consolidados, de igual manera no en todos los casos tienen el impacto del arroz y el frijol que han permitido mantener una oferta liberada con precios estables en los mercados, lo que no existía antes de 2015.

El asunto polémico y que resulta la “agradable encrucijada” es que los precios estimulantes de 2015 se aprobaron con rendimientos que han sido sobrepasados y, por tanto, las utilidades se han incrementado por hectárea. Es cierto que este aumento de eficiencia no se puede sancionar drásticamente con la disminución de los precios de acopio, pero también han cambiado las condiciones en relación con las iniciales.

Entonces, ¿qué hacer? Hay que proceder como siempre, proponiendo nuevos precios, evaluarlos con los productores y sus organizaciones y encontrar, entre todos, lo más beneficioso no solo para ellos, también para el país. Este es el presente y el futuro que se avecina y ojalá que todas las tareas sean similares a estas.


15 de julio de 2018

Nota del blog: se han introducido correcciones editoriales menores al original del texto.
 Sobre el autor
Silvio David Gutiérrez Pérez es Director de Agroindustria del Ministerio de Finanzas y Precios de Cuba.
Dos lecturas recomendadas de este autor:
“Propuesta de esquema óptimo de aplicación de los métodos de formación de precios en Cuba”, Revista Cubana de Finanzas y Precios, Volumen 1, número 4, 2017, https://econpapers.repec.org/article/risrcubfp/0032.htm
“Los precios de la comercialización de los productos agrícolas”, Capítulo V del volumen Control de precios agropecuarios en Cuba. utopías y realidades, Málaga, Eumed.net, 2011, http://www.eumed.net/libros-gratis/2011d/1065/precios_comercializacion.html

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