El Foro Económico Mundial celebra en enero su 50 aniversario y lo hará con un nuevo manifiesto para las empresas
P. VEYA / E. LIVINI / H. ZSCHAEPITZ
Ginebra 18 DIC 2019 - 00:46 CET
Klaus Schwab, fundador del Foro Económico Mundial, en 2019. GETTY
Klaus Schwab (Ravensburg, Alemania, 81 años) ha creado el modelo de reunión internacional de más éxito en el mundo. El Foro Económico Mundial (WEF, en sus siglas en inglés) celebra en enero sus 50 años de reuniones en la estación de esquí suiza de Davos y lo hará con un nuevo manifiesto para las empresas. Schwab se suma, así, a quienes abogan por reformar el capitalismo para sentar nuevas bases del modelo económico, del que se habla mucho pero se concreta poco. Schwab recibe en su despacho de Ginebra a un grupo de periodistas de la alianza de periódicos europeos LENA.
Pregunta. El nuevo manifiesto de Davos apuesta por hacer una valoración de las empresas en sentido amplio, en defensa de una especie de capitalismo colectivo (stakeholder capitalism).
Respuesta. Desde que publicamos el primer manifiesto, en 1973, yo he abogado por la responsabilidad social de las empresas. En contra de lo que defendía el premio Nobel Milton Friedman —“el único negocio de las empresas es hacer negocios”—, hoy hay nuevas exigencias y con este manifiesto busco establecer el papel de las empresas ante la cuarta revolución industrial en la que vivimos.
P. Que sería...
R. Hay que asegurarse que el valor de las compañías no se mida únicamente en términos financieros, sino también en términos medioambientales, sociales y de buen gobierno. Estos estándares no están ni unificados ni aceptados de forma generalizada, así que hemos creado un grupo de trabajo, dirigido por el presidente de Bank of America, pero no es fácil encontrar un espacio común.
P. ¿Ese capitalismo colectivo es capaz de hacer frente a la desigualdad crecienteque está movilizando a la sociedad?
R. Hacen falta muchas medidas para eso y lo detallamos en el manifiesto. Primero, los temas medioambientales, pedimos a las empresas que reconozcan los efectos negativos y los costes de sus productos para que se hagan responsables del daño medioambiental que produce. Y por lo que respecta a la inclusión y la justicia social, lo importante es reconocer quienes se sienten abandonados, aquellos que temen perder sus empleos con la cuarta revolución industrial. Y subrayamos la responsabilidad de las empresas de reciclar y mejorar la formación de sus empleados.
P. ¿Cómo interpreta en ese contexto la explosión de protestas y movimientos populistas y el giro a la izquierda de los partidos progresistas en todo el mundo?
R. Creo que lo que estamos viendo, especialmente en Estados Unidos, es una reacción al neoliberalismo extremo y la maximización de beneficios. Está además el factor de las redes sociales que permiten la movilización de quienes se sienten lastrados por la injusticia social. La conciencia social ha cambiado de una forma tremenda.
P. ¿Cómo hemos llegado hasta aquí?
R. Después de la crisis financiera de 2008 entramos en una crisis económica. Ahora estamos ante una crisis social que puede dar pie a una crisis intergeneracional.
P. ¿Hemos aprendido los errores de la crisis de 2008?
R. No. Esa es una de mis mayores preocupaciones y no solo mía. No sabemos cómo salir de la trampa de bajos tipos de interés y una enorme carga de deudaen la que nos hemos metido. Japón lo ha intentado y no funciona. Donald Trump también, con una rebaja de impuestos para estimular la inversión que lo que ha provocado es una recompra de acciones por las empresas. Creo que caminamos hacia un futuro nebuloso desde el punto de vista de las políticas económicas.
P. ¿Pasa ese futuro por un impuesto global sobre las tecnológicas?
R. Lo que necesitamos son principios globales de fiscalidad para evitar la competencia fiscal desleal y analizar dónde se produce el valor de las empresas.
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