En septiembre de 2020 los líderes mundiales
volvieron a discursar- esta vez de
forma virtual, dado la pandemia de la
COVID-19- ante la Asamblea General de la Organización de Naciones Unidas (ONU),
como parte del 75 Periodo Ordinario de Sesiones de ese organismo internacional.
La pandemia global originada por el virus
SARS-CoV-2, ha hecho aún más invertida la pirámide económico-social de un
planeta cada vez más cónico. Según proyecciones de la Organización de las
Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), a los 690 millones
de personas que pasaban hambre en 2019, podrían sumarse 130 millones como
consecuencia de la recesión económica generada por la COVID-19. (Díaz-Canel: 2020)
Asimismo, Estudios de la Organización
Internacional del Trabajo (OIT) afirman que se han perdido más de 305 millones
de empleos y que más de mil 600 millones de trabajadores ven amenazados sus
medios de subsistencia por la misma causa. (Díaz-Canel: 2020)
Los líderes mundiales- no todos, por supuesto-
describieron estas y otras realidades ante la ONU, las cuales persisten, y se
profundizan en países y regiones geográficas.
Inequidad extrema y polarización máxima
El actual entramado socio-económico global
refleja como los ricos son cada vez más ricos y los pobres cada vez más pobres.
Ello se expresa en una inequidad extrema y una polarización máxima
Más de dos mil ciento cincuenta
multimillonarios poseen más que el 60% de la población mundial: el ciclo
¿infinito? de la desigualdad. Estas personas acumulan más capital que los 4 600
millones más pobres del planeta. La fortuna del 1% más rico del mundo
corresponde a más del doble de la riqueza acumulada de los 6 900 millones de
personas menos ricas. (Granma: 2020)
Entre quienes están en el cono del barquillo de
helado, a decir de Frei Betto, está Mark Zackerberg, estadounidense de 32 años,
cofundador y CEO de Facebook, poseedor de una fortuna de 44 mil 600 millones de
dólares, la cual lo ubica como el sexto hombre más rico del mundo, y demuestra
también como se puede hacer dinero con los deseos más privados de las personas,
el tener amigos y compartir nuestras experiencias para recibir reacciones
salidas del corazón.
Hay otros datos estremecedores: la casa del
hombre más rico del mundo está valorada en 123 millones de dólares, mientras
millones de niños no tienen donde vivir.
El hecho que 1 200 millones de personas vivan
con menos de 1,25 dólares al día y 2 700 millones lo hagan con menos de 2,50
dólares (Munster Infante: 2019), refleja un drama de múltiples dimensiones,
causalidad y soluciones.
Alimentos al vertedero, hambrientos se
incrementan
De acuerdo a informes ofrecidos por la FAO,
cada año un tercio de la producción mundial de alimentos para consumo humano
termina en vertederos, mientras 821 millones de personas a nivel global, una de
cada nueve sufren hambre. (Francis Mexidor: 2020)
La alarmante cifra traduce que casi 1 300 millones de toneladas de comida se
pierden en medio de tantas necesidades, según el Fondo de la ONU para la
Alimentación y la Agricultura.
Ello ocurre, mientras varios países del este
africano, por ejemplo, requieren ayuda alimentaria y financiera para la
subsistencia de sus poblaciones, en medio de acuciantes problemas como la
expansión de una plaga de langostas del desierto y afectaciones por las
variaciones del clima. (Bravo Fong: 2020)
En países como Sudán del Sur, Eritrea, Tanzania
y Uganda, más de 13 millones de personas están en condición de inseguridad
alimentaria, aunque organismos como la Unión Europea elevan a más de 20
millones la cifra.
Soluciones de fondo, no mera filantropía
En los discursos pronunciados por los líderes
mundiales, durante el 75 Periodo Ordinario de Sesiones de la ONU, se expusieron
cifras y se hicieron algunas propuestas; pero el mundo está urgido de
soluciones de fondo, ante el hastío provocado por foros y tribunas para los
desposeídos de siempre. La filantropía del poder corporativo y algún que otro
famoso, así como las disímiles acciones generosas de organizaciones no
lucrativas, apenas constituyen un paliativo ante un asunto de fondo.
No podemos seguir encerrados en nuestras
burbujas virtuales, donde se nos impregnan los sentimientos(…) de que la
desigualdad social es una mera entropía del progreso, y la miseria es la amarga
recompensa de quien no ha sabido aprovechar las múltiples oportunidades que
ofrece la vida. (Frei Betto: 2020)
Urge que transitemos de la virtualidad a la
realidad. Que extendamos el hilo que une esas dos puntas para no quedarnos
inmovilizados en el interior de las burbujas virtuales que nos confinan al
reino de la distropía. (Frei Betto: 2020)
Para no cocinarse en la misma salsa
La retórica, el eufemismo, la anfibología y la
catarsis en el discurso de algunos de los líderes mundiales resultan
inadmisibles ante el panorama que coexiste hoy en el orbe: pobreza extrema,
hambre e inequidades en una de las dos puntas de la cuerda que tensa al mundo,
de la otra: opulencia, polarización de la riqueza y maximización del tener en
cuanto a lo útil e innecesario con respecto al consumo.
Volver a la tribuna de la ONU en septiembre de 2021, para replicar la misma fórmula- tan usada como manida- ante una problemática que se hace insolvente en el tiempo, a pesar de no admitir más espera, sería, algo así, como cocinarse en la propia salsa.
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