Qué tienen en común Kamala Harris (1964), Amy Coney Barrett (1972) y Jeanie Buss (1961). Primero lo obvio: son mujeres, esstadounidenses, triunfadoras, quieren más y van por sus metas. Un dato nada irrelevante es que las tres son bellas.
Kamala Harris quiere ser vicepresidenta de los Estados Unidos; a sus 56 años tiene tiempo y ambiciones para ir más lejos. Amy Coney Barrett, está a punto de ser jueza de la Corte Suprema y, debido a que el cargo es vitalicio, con 48 primaveras, tiene al menos tres décadas para acumular méritos y Jeanie Buss, en calidad de empresaria, se ha consolidado en el deporte profesional y ahora es dueña de una corporación que vale 3000 millones de dólares, cuyos activos incluyen a los Ángeles Lakers, campeones de la NBA. Entre las tres acumulan nueve hijos y varios maridos.
Kamala Harris”, hija de emigrantes, jamaicano el padre, profesor de economía en la universidad de Stanford que llegó a Estados Unidos en 1961 para cursar estudios de posgrado en economía en la Universidad de Berkeley. La madre, india tamil, científica especialista en cáncer de mama que emigró a los Estados Unidos en 1960. Kamala Harris se define así: “Soy negra y estoy orgullosa de ello”.
Amy Coney Barrett, soporta el hándicap de aspirar a un puesto que durante 27 años ocupó Ruth Bader Ginsburg, un ícono del feminismo y el liberalismo americano. Como a veces ocurre, la candidata es la más conocida por sus presuntos defectos que por sus méritos. Desde la izquierda se le juzga como “conservadora” por sus posiciones ante el aborto, la Ley de Cuidado de Salud, la tenencia de armas y otros asuntos.
Uno de los temores es que al cambiar el equilibrio entre liberales y conservadores a favor de estos últimos, la Corte Suprema pueda modificar su propio fallo emitido en el caso Obergefell contra Hodges (2015) en el cual admitió que: “El derecho fundamental de las personas del mismo sexo a contraer matrimonio se encuentra en la Decimocuarta Enmienda a la Constitución de los Estados Unidos y que por tanto no puede ser prohibido por legislaciones estaduales.
Al ser cuestionada directamente por la senadora demócrata Dianne Feinstein, Barrett respondió: “Yo nunca he discriminado con base en la preferencia sexual y nunca discriminaré con base en la preferencia sexual”.
Más que por sus repuestas, el Senado fue deslumbrado porque al comparecer ante la audiencia de confirmación, la aspirante se hizo acompañar por sus siete hijos (dos de ellos negros). “En casa ―dijo ella―, soy más conocida como mamá, chofer, organizadora de fiestas de cumpleaños, incluyendo el mío, unos diez al año”.
A la sombra de su padre, Jeanie Buss (1961), la menor de cuatro hermanos, tres de ellos varones, a los 19 años se inició en la actividad empresarial del deporte élite. En 2013 heredó, uno de los mayores emporios deportivos del mundo.
A sus 59 años, divorciada, sin hijos y con algunas relaciones formales a su haber, es la mujer más rica, poderosa y exitosa del deporte profesional en los Estados Unidos. Pese a sus logros se recuerda, sobre todo, porque en 1995 con unos floridos 32 años, posó desnuda para la revista Playboy. Como otros dueños de clubes, se ha sumado a los atletas que protestan por el racismo que dio lugar a la muerte George Floyd.
Según expertos, para las estadounidenses exitosas, la condición de madre es favorecedora porque las suaviza y frente a las actitudes machistas, les ofrece la ventaja de ostentar algo que ningún hombre podrá ser jamás. Las mujeres las admiran y los jóvenes las miran como algo que también ellos tienen en casa. En definitiva, todos tenemos madres. Las tres enfrentan pruebas decisivas. Buena suerte. Allá nos vemos.
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