Pese a su mayor peso en la producción de alimentos del país, el movimiento cooperativismo enfrenta dificultades que ponen en riesgo su existencia.
El cooperativismo agropecuario, con apenas seis décadas de su creación, se enfrenta a dificultades que comprometen su existencia. Sin embargo, constituye la forma económica-productiva, particularmente las Cooperativas de Créditos y Servicios (CCS) y las Cooperativas de Producción Agropecuaria (CPA), unido al privado, con mayor peso participativo en la producción de alimentos del país (81.0, 39,0, 70,0 % de producción vegetal, cárnica y leche respectivamente).
A finales de 2019 existían unas 1.494 UBPC (Unidades Básicas de Producción Cooperativa), 880 CPA, 1327 CCS, 275,767 usufructuario y 29.954 campesinos privados. El 84 por ciento de los usufructuarios se encuentran vinculados a las CCS, 12 por ciento a las CPA, 3 por ciento a las UBPC, y 1 por ciento a las UEB (Unidad Estatal Básica).
¿Se respetan los principios del cooperativismo?
Desde 2019 resurgen de forma preocupante manifestaciones centralizadoras, tales como el Decreto Ley 355 y aún con mayor preocupación el “Decreto – Ley No. 365 de las Cooperativas Agropecuarias de mayo de 2019, que deroga la Ley 95 de las Cooperativas Agropecuarias y Crédito y Servicios de noviembre de 2002.
En el Decreto Ley 365 prima el carácter centralizador, en la gestión y dependencia a la Empresa Agropecuaria Estatal, así como el papel secundario de la Asociación Nacional de Pequeños Agricultores (ANAP) limitado a la consulta y no como parte decisora importante.
Se concentra el papel de la ANAP en el campo estrictamente político. Los intereses del campesinado son de origen económico-social, en el ámbito de la cooperativa, de sus socios, familias y en lo territorial, donde se desempeña la cooperativa, ¿Cómo es posible separar lo económico de lo político? , cuando en última instancia lo económico es lo que determina.
Este decreto limita en extremo la autonomía y las posibilidades de encadenamiento productivo-valor, dentro del territorio, en lo interno y su manifestación más allá del Municipio e inclusive, hasta llegar a insertarse a las Cadenas Globales de Valor Externa (CGV).
Las CGV se definen como un rango amplio de actividades que llevan a cabo las empresas en sus procesos de producción y que van desde diseño, producción, mercadeo, distribución y servicio al cliente, hasta la inserción externa.
Bajo este prisma, las CCS, CPA y aquellos usufructuarios vinculados a dichas cooperativas suelen ser identificados como una extensión de la empresa estatal.
La decisión del Ministerio de Agricultura de que las empresas estatales atendieran las cooperativas, hizo más compleja la situación. Eran empresas productivas, no creadas con el fin de brindar servicios, que se quedaron sin tierras y sin fuerza de trabajo agrícola, (cuando las tuvieron no fueron eficientes), y de repente se convierten en juez y parte de un movimiento cooperativo del cual no dominaban los principios.
A la vez son los receptores y distribuidores de los recursos para la actividad agropecuaria, tales como: tractores, camiones, el combustible, entre otros. Por lo tanto, suelen dar preferencia en la distribución a la empresa estatal, y prestación del servicio y lo que resta para las cooperativas.
Juan José León, reconocido estudioso del tema agrario cubano y en particular del cooperativismo, expresó a raíz de estas decisiones: “Posiblemente el movimiento cooperativo cubano sea el único en el mundo rectorado por empresas estatales y donde un Ministerio sea juez y parte, sin tener posibilidad de desarrollarse hacia formas superiores de cooperativas”.
Lo anterior trajo consigo desatención a las cooperativas, unido a la baja disponibilidad de insumos, por efecto del bloqueo y las limitaciones financieras del país, a la cual se sumó una errónea política de designación de dirigentes, donde a no pocas le situaron o impusieron jefes, al no encontrar otro lugar donde situarlos en el municipio.
Así se registraron decisiones indebidas sin consulta a la Asamblea general ni información a los asociados.
Resulta preocupante que no pocas CPA y UBPC se han quedado sin fuerza de trabajo, endeudadas, con escasa área de autoconsumo y sin recursos financieros para asumir el pago de los anticipos. Además, han adoptado como vía de escape repartir la tierra entre los asociados, en una nueva forma de aparcería en desacuerdo con los principios del cooperativismo.
Ronda la idea de disolver las CPA y UBPC, entregar las tierra en usufructo a personas naturales y hacerlas depender de una Unidad Empresarial Básica (UEB), es decir una entidad estatal. Al parecer, esto no sería lo más aconsejable, pues contradice las ideas básicas del cooperativismo señaladas en el I Congreso Campesino, en febrero de 1959.
Es indiscutible que la población cubana registra un elevado índice de envejecimiento y baja tasa de reemplazo. Este fenómeno es más preocupante en las zonas rurales y para atenuar o solucionar los descensos en el crecimiento de la producción y productividad se requerirá la aplicación de la ciencia, técnica e innovación.
Además es necesario aplicar políticas novedosas como el establecimiento de la propiedad familiar, trasladable de generación en generación que consolide la permanecía y crecimiento de la población rural, unido a las mejoras de las condiciones y nivel de vida del campesinado en toda su extensión.
A la vez, la práctica de una agricultura agroecológica permitirá una agricultura sustentable, en armonía con el medio ambiente y el logro de una real soberanía alimentaria.
Rescate del movimiento cooperativista
En todo este proceso la ANAP ha visto afectada, de forma sustancial, su imagen, así como el papel y desempeño para lo cual fue creada, particularmente, ante el campesino y la sociedad cubana. Esta situación debe cambiar y restituir el papel para la cual fue creada.
En realidad se puede asumir que el movimiento cooperativo se encuentra estancado y requiere un llamado de alerta ante el peligro de la desaparición de muchas cooperativas. En ese sentido, reclama nuevas formas superiores, tanto organizativas, como productivas (Cooperativas de Segundo Grado), concebidas en la conceptualización del modelo económico, pero aún no llevada a vías de hecho..
Una vez efectuada la entrega de tierras ociosas en usufructo los beneficiados se asociaron fundamentalmente a las CCS, ya que allí avizoraron que podían aprender de los campesinos que tenían a su alrededor con más experiencias, y coincidía con sus fines e intereses, aunque existía la alternativa de asociarse a otras formas productivas.
Hoy se plantea que las empresas municipales agropecuarias produzcan bajo la forma de una UEB. En realidad no disponen de fuerza de trabajo agrícola, de llegar a disponer de tierras.
Empresas estatales están tratando de atraer a los usufructuarios vinculados a las CCS ofreciéndole atención preferencial como equipos de riego, mejores tierras y otros atractivos, para que produzcan y registren la producción a la UEB, además de aportar el 20 por ciento del valor de la cosecha a la misma, lo que no resulta decoroso y es lo más cercano a una aparcería.
Dada estas preocupaciones resulta apropiado señalar algunas ideas, como posibles vías de solución.
Sugerencias
Reconocer la prioridad e importancia de las formas cooperativas y privadas por su aporte real y potencialidades en la producción nacional de alimentos.
Como parte de la consolidación y rescate del movimiento cooperativista sería aconsejable encaminarse hacia la formación de un Consejo Nacional de Cooperativas, (No adscrito ni dependiente a institución ministerial), que comprenda todos los tipos de cooperativas existentes en el país (agropecuaria, No agropecuaria y otras que pudieran surgir), dando lugar a:
–Propiciar el intercambio y desarrollo entre las diferentes cooperativas, de acuerdo a su especialidad (agrícolas, No agropecuarias y otras). Apoyo y asistencia a las mismas.
— Sería aconsejable contactar y participar en la Alianza Cooperativa internacional (ACI) Esto permitiría llevar la experiencia cooperativa en nuestro país, e intercambiar con de otros países.
— A partir de ahí nutrir a los cooperativistas cubanos de otras experiencias y tecnología aplicadas, que propicien el desarrollo de las fuerzas productivas.
– La formación de un Consejo Nacional de Cooperativas, integrado por la ANAP como representante del cooperativismo agropecuario, y del privado, en defensa de sus intereses económicos-sociales-políticos.
Lo referente al suministro de insumos agropecuarios por su importancia y especialidad, debe ser:
1.-Una forma organizativa empresarial independiente del Ministerio de Agricultura, que responda a los intereses de los productores, haciendo énfasis en las formas cooperativas con establecimientos en cada Municipio y evitar que la balanza se incline a favor de la Empresa Estatal agropecuaria.
2.- Concebir la diversidad de formas para ofertar los insumos en los territorios, evitando el monopolio que actualmente representa el Grupo Empresarial de Logística del Ministerio de Agricultura (Gelma),constituido por siete empresas de alcance nacional y empresas de suministro territorial, dedicadas a la comercialización mayorista de insumos, equipamientos y servicios técnicos especializados del sector agropecuario. Un gran monopolio (2021)
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