Por Katia Siberia OPINIÓN, El Invasor
Foto: Pastor Batista Valdés
Más de un guajiro debe haber amanecido este jueves con el aniego a chorros, la turbina encendida y restándole el tres por ciento a los ingresos que piensa cosechar, ahora que no pagará el cinco, sino el dos. Estará pensando, incluso, en asegurar alguna siembra y volver al banco cuando se despeje la burocracia de los préstamos. Y debe haber especulado ya sobre el precio que tendrá una hora de roturación.
Tres meses después de que empezara el Ordenamiento es que el negocio comienza a ordenárseles en todos los sentidos; ya no solo porque bajarán sus costos irremediablemente, sino porque tendrán más facilidades para acceder a recursos y comercializar sus productos. Ahora es cuando la cadena del surco al plato luce menos tensa, amén de que no todos los eslabones gocen de igual fortaleza. Todavía.
No obstante, del paquete de 63 medidas adoptadas para potenciar la producción, no todas han podido ser explicadas en detalle (por más que la Mesa Redonda de este miércoles durara dos horas). Y si bien la próxima semana un grupo de trabajo recorrerá provincias para intercambiar con los productores y socializar Resoluciones, la población “allende” los campos parece estar teniendo una visión muy distorsionada y apresurada de la Agricultura: y no es plantar y recoger. Ni mucho menos comerse un bistec de res la semana que viene.
Si vamos al Anuario Estadístico de Cuba, observaremos que en el 2010 nacieron 692 000 reses y el 2019 cerró con 584 000, luego de una disminución sostenida durante el último quinquenio. Y, para colmo, las muertes no bajan de 135 000 cada año y el rebaño de hembras (que es el que da crecimientos) no logra acercarse a las cifras de la pasada década. En el 2019 teníamos alrededor de 100 000 hembras menos de lo que se computaba en el 2016.
Costará revertir tales indicadores y no será poniendo “la carreta delante de los bueyes” como lo lograremos. El sacrificio de ganado pasa, en primer lugar, por el sacrificio del ganadero. Y muchos tienen un mal manejo o tienen el que han podido tener. Por tanto, deberán mejorar pastos, acceder a piensos, agua constante, inseminaciones, mejora genética… para luego volver el comercio de carne una práctica que sea visible desde un mostrador.
(Todavía no nos adentremos en para quiénes será posible adquirirla, en qué moneda o en qué cantidades estará. Por ahora solo concentrémonos en que es una posibilidad y antes ni siquiera eso era).
Si vamos a los rendimientos agrícolas, al menos en Ciego de Ávila, que pudiera ser vitrina nacional, tenemos una reducción en todos los cultivos. Han caído cerca de la mitad y no somos la excepción. ¿Entonces? Obviamente el paquete de medidas anunciado por el Presidente dinamizará la agricultura, pero no estaremos cosechando los resultados, imposible, en esta campaña primaveral.
El impacto a mediano o largo plazo dependerá mucho del empeño individual y de la gestión a pequeña escala. Y en ese contexto padecemos de frenos enquistados, como el impago que todavía mantenía a 960 guajiros sin poder cobrar unos 43 millones de pesos; un mal que se diseminaba por 55 municipios del país, al cierre de febrero.
O tenemos a un grupo de cooperativas que tendrán que fusionarse o extinguirse y no sabemos cómo el fondo estatal de tierras asumirá esa “carga” y, encima, saldrá fortalecido. Recordemos que el Viceministro de la Agricultura hablaba en marzo de unas 3 000 unidades con dificultades en todo el territorio, y pongamos sobre la mesa, además, el dato de que apenas aprovechamos la mitad de las tierras cultivables; y que bajo riego solo mantenemos el 7,2 por ciento de ellas.
De ahí que los buenos rendimientos sean excepción y no regla de los campos cubanos, y el salto productivo obedezca a un orden de factores donde las carretas van atrás de los bueyes, y no delante…como muchos quisieran.
Pero, sin dudas, ahora podrán moverse a mayor velocidad.
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