Por Joaquín
Benavides Rodríguez *
En la reunión del Presidente con las empresas
estatales socialistas, el presidente de la Comisión de implementación de los
Lineamientos informo que hasta agosto 488 empresas reportaron pérdidas. El 82%
en el sector agropecuario, AZCUBA, comercio de provincias, empresas
subordinadas a gobiernos territoriales, Grupo GESIME de la sideromecánica, Grupo
GEIA de la industria alimenticia.
La información no dice en realidad nada sobre las
condiciones financieras en que tuvieron que operar esas empresas al comenzar un
año tan complejo como el 2021. No dice si esas que reportaron pérdidas, ni
tampoco las que obtuvieron utilidades elaboraron un flujo de caja, siquiera
aproximado de cuál sería su situación de entrada y salida de dinero y como
cubrir los déficits. Tampoco dice si calcularon el capital de trabajo necesario
para cubrir todas sus obligaciones. Esto es lo mínimo que tiene que conocer
cualquier empresa para comenzar a operar como tal. Lo tienen que conocer las
empresas privadas y también las estatales socialistas. Partiendo del principio
de que estas últimas no continúen pensando en la posibilidad de que el
presupuesto del estado las subsidie.
No es el apellido de socialista lo que debe definir a
la empresa estatal. Debe ser su aporte real a la economía nacional. Y su gran
fortaleza es la posibilidad de que el Estado pueda dedicar recursos crecientes
para invertir en ella. Pero esos recursos invertidos deben rendir. Solo eso es
lo que quizás le justificaría su denominación de socialista. Empresa estatal
con pérdidas en su ejercicio anual, debería ser en principio cuestionada. No
cerrarla por ese solo hecho, pero si cuestionada.
Una sola empresa estatal con pérdidas es un problema,
pero 488 empresas con pedidas es un desastre. Y llamarlas socialistas es
desprestigiar al modelo económico del País. ¿Cómo se financian esas pérdidas? Lógicamente
tendría que ser extrayéndole recursos financieros a los gastos sociales de
educación, salud, seguridad y asistencia social o a las inversiones para el
desarrollo. ¿Y sería justificable una concepción socialista que dedica recursos
del desarrollo social y económico para financiar empresas con pérdidas? Ahora
todos con razón nos quejamos de la inflación. Pero debemos tener claro que una
empresa con pérdidas es inflacionaria. Habría que tomar en cuenta el efecto
inflacionario de 488.
Sería recomendable que con urgencia se hiciera un
análisis de cada una de esas empresas con pérdidas. Es muy posible, pienso yo,
que una parte no despreciable de ellas tengan exceso de trabajadores. ¿Se puede
considerar socialista inflar plantillas para dar empleo innecesario? Lo
realmente socialista seria facilitar que las empresas puedan extraer toda la
fuerza de trabajo que les sobra, y que el estado socialista les garantice su
ingreso hasta tanto puedan obtener un empleo útil. Más socialista aún seria que
organizara cursos de capacitación para prepararlos para nuevos empleos,
garantizándoles una buena parte de sus ingresos siempre y cuando obtengan
buenos rendimientos en sus estudios. Sería socialista también que pudieran
obtener empleos en el sector no estatal, lo que contribuiría a la disminución
del gasto estatal en subsidios.
Considero un error, según mi opinión, considerar solo
socialista la empresa estatal. Socialista es la economía y todos los actores
que participan en ella aportan recursos netos a la economía del País. Esa
diferenciación no ayuda a unir al país. Ni a integrar su economía. La
obligación, sin embargo, del Estado socialista es invertir en las empresas
estatales, pero para ello requiere obtener recursos financieros netos que los
proporcionan todos los actores que participan en la economía socialista.
Sería recomendable también que se analizara como se
están financiando las empresas estatales. ¿Cómo calculan su capital de trabajo?
¿Cómo lo financian, con sus propios ingresos o requieren financiamiento bancario?
Calcular su capital de trabajo es una de las tareas de planificación financiera
más importante que tiene que realizar una empresa. Y cualquier empresa que se
pretenda que funcione sin interrupciones tiene que tener financiado
permanentemente su capital de trabajo. Y eso es decisivo para todas, pero en
especial para las agrícolas, las de AZCUBA, las de le industria mecánica. Cuando
comienza el ciclo productivo de una empresa lo primero que tiene que hacer
pasado el mes es pagar los salarios. Y para eso requiere dinero líquido. Y así
todo lo que va requiriendo para producir. Si para ese momento no ha tenido
suficientes ingresos para pagar comienza a tener dificultades financieras que
casi inmediatamente se convierten en productivas. Y hay empresas como las
azucareras, por ejemplo, que tienen que tener capital de trabajo que les cubran
varios meses de su ciclo productivo. Las empresas, sean estatales, privadas o
cooperativas, no pueden funcionar eficientemente sin financiación permanente.
A una economía que ha estado soportada durante decenas
de años en el presupuesto del estado le está resultando muy difícil comprender
esa realidad. El sector privado lo comprende perfectamente. Nadie organiza una
Pyme sin tener calculado y resuelto el financiamiento necesario para comenzar a
operar y continuar después. Si no garantiza este aspecto quiebra en poco
tiempo.
Las empresas estatales tienen que asimilar esa
realidad. También tienen que asimilarlo las organizaciones bancarias y
financieras del País. He leído algunas opiniones de dirigentes de la Banca, en
el sentido de que no siempre las empresas han sabido aprovechar las
posibilidades que brinda el sistema bancario para financiarse y salir adelante.
Pero en mi opinión se parte de un concepto equivocado. Cuando a las empresas
estatales les falta financiamiento para pagar a tiempo se afecta toda la
economía. Si el banco que las financia detecta que ha perdido la capacidad de
pagar sus deudas, ahí mismo hay que comenzar a discutir el problema y buscarle
solución. El fondo de la solución de los problemas de cobras y pagos que ha
tenido la economía durante años hay que buscarlo en la falta de financiamiento
permanente de las empresas. Pero solucionar este importante problema lleva
implícito aceptar la necesidad de que cuando las empresas no pueden cubrir sus deudas,
incluidas las bancarias, con sus ingresos, se ponen en situación de quiebra, y
la única solución es que quiebren. Por supuesto el estado socialista tiene la
obligación de proteger a los trabajadores, pero no tendría que pagar el
resto de la sociedad el subsidio de mantener una empresa irrentable trabajando.
Los mejores cuadros, ingenieros y especialistas de un
sistema empresarial complejo no deberían estar en la OSDE sino en las empresas.
Al frente de la OSDE, que debe tener un pequeño aparato de no más de 10 a 15
especialistas de mucha experiencia en la rama, dirigido por un cuadro con
visión estratégica de la rama y formación financiera. La misión de la OSDE debe
ser de dirección estratégica y no administrativa. Debe dedicarse principalmente
a la proyección a mediano y largo plazo de la rama, apoyándose en los
institutos científicos y universidades. Debe dedicar la mayor parte del tiempo
a la gestión de financiamiento y a los proyectos de innovación y desarrollo.
Por supuesto debe aprobar los planes estratégicos de sus empresas y decidir
sobre sus principales cuadros. Presidir los balances anuales de cada una de las
empresas de su sistema.
Un concepto es muy importante, la empresa estatal,
para que realmente pueda ser considerada socialista hay que concebirla que
trabaje sin interrupciones durante todo
el año. Cada vez que una empresa deja de trabajar un día pierde todo el país.
Hay que aplicar el mismo principio que aplica el propietario privado. Un día
sin trabajo da perdidas. Pierden los trabajadores con su salario y la empresa estatal
con su producto, que ya no es recuperable en el año. Es un concepto que, en
especial hay que lograr que las nuevas generaciones hagan suyo. La base
material del socialismo se crea en las empresas, sean estatales, cooperativas o
privadas. Interiorizar eso es decisivo.
23/10/2021
*Joaquín Benavides Rodríguez. Ocupó el cargo de Jefe del Departamento económico del Comité Central (1977- 1980). El de Ministro- Presidente del Comité Estatal de Trabajo y Seguridad Social de Cuba (1980-1986). Fue Ministro de Gobierno y Presidente de la Comisión Nacional del Sistema de Dirección de la Economía (1986-1991). Entre 1991 y 2003 ocupó el cargo de Viceministro de Economía del Ministerio de Transporte
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