Muchas horas han entregado los obreros en la fabricación de las tablillas para los centrales.
Por MARÍA DE LAS NIEVES GALÁ, Bohemia
Fotos: AGUSTÍN BORREGO TORRES
A Jorge Ignacio Efrén, las gotas de sudor le corren por la frente y se refugian en el nasobuco. Junto a Julio Alberto Gómez, sostiene las tablillas de acero que van directo a la plegadora que le dará el terminado. “Es un trabajo de cuidado”, asevera el hombre con voz alta para que lo pueda escuchar, entre el ruido generado por los equipos.
A las 11 de la mañana todo vibra en el taller de pailería de la Unidad Empresarial de Base (UEB) Habana, perteneciente a ZETI (Empresa de Servicios Técnicos Industriales), del Grupo Empresarial Azcuba. Los obreros se tornan un pequeño panal de abejas. Están afanados en la fabricación de uno de los elementos necesarios para los centrales, con vistas a la próxima zafra azucarera.
“Aquí se destacan todos, uno depende del otro”, dice Víctor Laborí, jefe de brigada. “Esta tablilla asegura el traslado de la caña hacia los molinos. El año pasado hubo dificultad con la materia prima. Hemos tenido que trabajar a toda marcha, teniendo en cuenta que la zafra empieza ahorita”, expresa.
La producción líder de la entidad es la construcción y reparación de cadenas.
De forma rápida, me ilustra que existen varios tipos de tablillas, en dependencia de la capacidad potencial de molienda que tenga el central. “Es una labor continua y el personal tiene que rotar porque se agota”. Ahora, asevera, de una plantilla de 28 trabajadores solo tienen 18. “Estuvieron interruptos y cuando reanudamos algunos compañeros habían buscado trabajo y otros se jubilaron porque les correspondía”.
Uno de los que todavía sigue entregando su experiencia y laboriosidad es Félix Serrano. Según narra, se jubiló y enseguida lo fueron a buscar para que siguiera apoyándolos. A sus 84 años, el mecánico ensamblador dice que hace de todo: “laboro en la cizalla y si se rompe algo me llaman y lo arreglo porque también innovamos. Faltan muchas piezas de repuesto”.
Expone que en los últimos años ha adiestrado a varios jóvenes, pero no se quedan. “El trabajo es fuerte y el salario era poco. Ahora pagan un poquito más -2 900 -, pero para los muchachos no es tentador…”, advierte.
Joaquín González, jefe del grupo productivo de la UEB, argumenta que en agosto fue que se inició la producción de las tablillas. “En los primeros 15 días logramos fabricar 6 000. En septiembre elaboramos 4 680 de mayores dimensiones y para el presente mes faltan 1 000 de las especiales, que son las que menos se usan”.
A la ardua labor dedicaron cada día más de ocho horas. “Cumplimos e hicimos un récord. Una tablilla en el exterior tiene un precio de 330 USD, producirla aquí cuesta alrededor de 80, así que ahorramos 260 dólares por cada una”, puntualiza.
La entrega y laboriosidad destaca al colectivo, que luego de un plan ajustado de 92 millones de pesos, ya suma 75 millones. La aspiración es que esos resultados puedan repercutir en la entrega de mayores utilidades a quienes están pegados a la faena.
Talleres imprescindibles
Ingeniero Fernando Conde, especialista en producciones mecánicas.
Ubicada en La Lisa, la UEB Habana cuenta con seis talleres: cuatro dentro de ese municipio, uno situado en Cerro y otro en Santa Cruz del Norte, provincia de Mayabeque.
De acuerdo con el ingeniero mecánico Fernando Conde, la producción líder de la entidad es la construcción y reparación de cadenas, así como otros componentes que repercuten en los centrales, tales como los rotores de turbinas y de generadores, motores eléctricos, compresores y tarjetas de centrífugas.
En ese sentido, destaca que aquí radica el único taller existente en el país dedicado a la fabricación de cadenas para la industria azucarera. “Este año estamos inmersos en la elaboración de 14 kilómetros, incluida la SS-800, de ocho pulgadas de paso, la cual no se construía en Cuba desde hace más de 20 años”.
El especialista añade que una vez que estas cadenas llegan al centro, se desarman y aquellas piezas desgatadas son destinadas para materia prima, y los elementos que están aptos se emplean en el posterior ensamble.
La contienda azucarera depende también del esfuerzo de este colectivo.
Subraya el ingeniero que hoy están involucrados también en las tareas de apoyo al desarrollo del programa alimentario, así como a la rehabilitación de barrios vulnerables.
“Estamos reparando círculos infantiles, consultorios del médico de la familia, bodegas y parques infantiles en un barrio afectado del área de Berroa y en otro conocido como El Palenque, en La Lisa.
“Por otra parte, hicimos el montaje, diseño y fabricación de una fábrica de pienso para el Centro Nacional para la Producción de Animales de Laboratorio (Cenpalab) y otra para Maderas Técnicas, en el municipio de Quivicán”, refiere.
Cuentan estos obreros que cuando la zafra comienza, también ellos están en la contienda. “Si se da un problema técnico en un central hay que buscarle solución”, apunta Otilio Alonso, mecánico de taller. Por eso, las tablillas y las cadenas que fabrican también huelen a azúcar, aunque en estos momentos todavía están distantes del ingenio.
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