Fotos: EDUARDO LEYVA BENÍTEZ
Como si fuera un barco encallado en tempestad, la comunidad de tránsito La Granjita está al borde de zozobrar. A los laterales del inmueble, el agua putrefacta amenaza con penetrar en las habitaciones. La fosa, desbordada. Por las tasas de los baños salen las excretas pestilentes. El aguacero que cayó en la madrugada angustió aún más a los vecinos…
Este lugar, ubicado en la Calzada de Vento, No. 4185, entre Camagüey y Línea de Ferrocarril, en los límites del capitalino municipio de Cerro, antiguamente era una posada y hace dos décadas el Gobierno lo entregó a personas albergadas y casos sociales. Se suponía que sería por un tiempo, pero nada es transitorio en La Granjita.
La joven Yeliany Amaray Joa recuerda que llegó allí con cinco abriles y ya cumplió 22. “La fosa está al frente de mi puerta. La peste, las guasasas, los mosquitos… son insoportables. Tengo dos hijos, uno de seis y el más pequeño de un año. No pueden jugar en el piso de la casa, ni allá afuera, por la infección que hay aquí. Desde hace dos años se ha puesto peor porque cerraron el desagüe del ferrocarril, el agua sucia que corría por una zanja ahora se empantana delante de las casas y sube por los baños. Cuando llueve esto se vuelve un infierno”, asegura Yeliany.
Línea de discordia
María del Carmen muestra la fosa desbordada al frente de las viviendas.
A pocos metros de la comunidad pasa la línea del ferrocarril. María del Carmen Linares González, presidenta del CDR, explica que “antes de arreglar el ramal ferroviario, las aguas sucias de los 16 apartamentos y la evacuación pluvial salían por una zanja trasera, para correr cuesta abajo a través de unos huecos colocados debajo de los pasos a nivel.
“Entonces taponaron esos orificios con tierra y concreto. Para aplacar nuestros reclamos abrieron el que está debajo de la avenida, pero de ahí para allá los otros siguen sellados. Las empresas de Correos de Cuba y de Electricidad que están al frente de La Granjita se inundan también cuando llueve, aunque nosotros estamos peor porque suben también las heces”.
La cantidad de carreras que han dado María del Carmen y otros vecinos para pedir ayuda a las autoridades municipales y provinciales de la Vivienda, del Gobierno y del Partido dan para escribir un libro. Las promesas de “mañana”, “el mes entrante”, “cuando pase la temporada ciclónica”, siguen en el aire.
Agobiados por esa carrera de largo aliento que la tradición criolla ha dado en denominar “peloteo”, el 3 de noviembre de 2020 los afectados escribieron por vía electrónica al Consejo de Estado para denunciar la crítica situación de la comunidad. Además, expusieron las filtraciones en las cubiertas y la permanente humedad en el interior de las habitaciones. Un mes después, recibieron acuse de recibo del Departamento de Atención a la Población. Ese sencillo mensaje de cortesía sembró esperanzas en La Granjita. La solución a sus cuitas parecía estar al doblar de la esquina… Pero las esperanzas desaparecieron y retornaron las desilusiones.
Dulce Barravia cuestiona el actuar irresponsable e insensible de las autoridades locales.
Meses después de aquella gestión baldía, María del Carmen reflexiona: “En La Granjita vivimos personas con bronquitis crónica, asmáticas, diabéticas e hipertensas. Tenemos niños y ancianos. Necesitamos que alguien se conmueva porque ya no sabemos qué más hacer, ni a dónde ir”.
Decidida a expresar lo que siente, la jubilada Dulce Barravia Espinosa asegura: “soy una de las secretarias de mi núcleo zonal del Partido y en esos espacios he planteado reiteradamente lo que estamos sufriendo aquí en la comunidad. Díaz-Canel y Raúl en múltiples ocasiones han llamado a la sensibilidad de los cuadros, y me pregunto: ¿dónde está la sensibilidad de todos los que saben lo que sucede aquí y no hacen nada?”.
De que las autoridades han hecho mutis ante la situación de La Granjita también puede dar fe BOHEMIA. A principios de julio, entregamos por escrito una solicitud de entrevista al Gobierno de La Habana, a pesar de la insistencia, aún no tenemos respuesta.
El jueves 4 de noviembre, a las seis de la mañana, comienza a caer sobre La Granjita un aguacero macondiano. No escampa… se rompe el sueño en la comunidad. Con nailon –o lo que se pueda– hay que tapar todo: cunas, camas, electrodomésticos… subir los juguetes que tiraron los niños al suelo. Los adultos se afanan en limpiar la podredumbre que irrumpe por los tragantes y servicios sanitarios. Al parecer, La Granjita es una imagen surrealista, la historia de nunca acabar.
Los trabajos para rehabilitar la línea férrea obstruyeron el desagüe natural de la comunidad.
Una decena de niños allí merece continuar viviendo con salud y felicidad.
Asideros
A diferencia de la pesadilla de los vecinos de La Granjita, en otros lugares de La Habana, después del 11 de julio, comenzó la reconstrucción de un tejido social lastimado, más que por carencias materiales, por una incorrecta administración de los recursos, visiones asistencialistas erradas y falta de sensibilidad de algunos dirigentes.
Hasta el 19 de octubre se habían realizado más de 24 700 acciones de transformación en 56 barrios habaneros y todavía restaban más de 256. Una experiencia de reanimación urbanística e intervención multisectorial en comunidades vulnerables que se hace extensiva al resto del país y promueve participación, compromiso y bienestar de la población.
En el discurso de clausura del VII Periodo Ordinario de Sesiones de la IX Legislatura de la Asamblea Nacional del Poder Popular, el primer secretario del Partido y presidente de la República, Miguel Díaz-Canel Bermúdez, expresó:
“Si un aprendizaje nos ha aportado el intercambio con representantes de organizaciones y grupos sociales diversos; o sea, los encuentros con sectores, y el recorrido por las provincias y los barrios, es la necesidad de asumir nuevos estilos de trabajo que se correspondan con la heterogeneidad social del país, que se canalicen de forma adecuada las inquietudes y los aportes de la ciudadanía y que cada demanda reciba respuestas oportunas, pertinentes, y fundamentadas en el plazo y según el procedimiento establecido”.
Díaz-Canel instó a escuchar, atender los planteamientos del pueblo. “Tenemos que realizar consultas populares en asuntos de interés local y nacional; promover presupuestos participativos para decidir entre todos dónde y cómo utilizar mejor los fondos públicos, con énfasis en la localidad, en el barrio, en el municipio”.
Mientras no se habiliten buroes de reclamaciones donde todos podamos plantear los problemas y que sea el buró quien gestione con los responsables lo habrá solución.
ResponderEliminarLo más común es el peloteo y la falta de integridad en la solución de los problemas.
Otra forma es crear grupos de trabajo que caminen por las calles y vayan anotando problemas que son bien visibles.
Si se quiere resolver lo que tiene solución los método pueden ser sencillos.
Rogelio Castro Muñiz