La sociedad en la que vivimos hoy, tiene diferencias notables con aquella otra en la cual fueron discutidos, enriquecidos, modificados y finalmente aprobados los Lineamientos Económicos y Sociales.
Por Dr.C Juan Triana Cordoví, OnCuba
Los Lineamientos Económicos y Sociales abrieron hace ya 11 largos años esta nueva etapa de la reforma económica. Luego, la aprobación de la Conceptualización y el Plan Nacional de Desarrollo Económico y Social, se convirtió en otro punto de referencia. Más tarde, después de marzo del 2020, la actualización de la estrategia.
En ese trayecto de once años, hemos visto a un presidente de Estados Unidos declarar públicamente que estaba convencido del fracaso de las políticas hacia Cuba que las administraciones que le precedieron habían puesto en práctica desde los años sesenta. Mientras, los otros dos presidentes que le siguieron han hecho hasta lo imposible por lograr lo que aquellas administraciones que antecedieron a Obama no lograron. El último de ellos, en ese estilo de política balbuceante que lo ha caracterizado, ha eliminado unas pocas de todas las restricciones que su antecesor impuso.
Coincidiendo en el tiempo, la pandemia que ha vuelto de revés la economía mundial nos enseño que teníamos fuerza suficiente para crear vacunas que otros, más poderosos, no pudieron producir. Hoy tenemos una cobertura de vacunación que ningún país de América, norte y sur incluida, ha logrado.
En este tiempo, el turismo desapareció y junto con él, pero gracias al “ordenamiento monetario”, desapareció el CUC y las tiendas en divisas, para luego aparecer “transformados en MLC y tiendas en MLC”. Mientras, CADECA se ha convertido en un recuerdo. Los dólares físicos, esos que vienen de “afuera”, no encuentran un espacio en los bancos y los que están en los bancos no encuentran cómo salir de allí y llegar a la población. Los euros tienen la preferencia del público, en tanto pueden convertirse en dinero plástico MLC. Al final, intentando una sola moneda tenemos al menos tres; tratando de lograr una sola tasa de cambio, ahora tenemos al menos dos; la convertibilidad de una moneda en otra no es posible, al menos para el público. Hemos llegado a situaciones tan ¿extremas? como que en una cafetería de la terminal tres del aeropuerto internacional de la Habana usted deba pagar en euros y el vuelto se lo entreguen en pesos cubanos, lo cual para nada contribuye con esa aspiración de recuperar el turismo.
También desaparecieron los productos de las tiendas, de todas. Y además durante algún tiempo y gracias a la innovación de los precios topados, el boniato se hizo invisible y casi todas las otras viandas de mayor alcurnia también. Quien fuera el “mamífero nacional”, demorará en volver a estar al alcance de la mayoría de los bolsillos pues el sacrificio de madres reproductoras ante la carencia de alimentos, nos ha hecho perder lo que fuera uno de los pocos éxitos de la producción pecuaria cubana. El agua embotellada, esa de los pomitos plásticos, es una rareza por lo que los turistas tendrán que acostumbrarse al “agua de la pila” si salen del hotel.
Apareció nuevamente la deuda con proveedores la cual se ha hecho más pesada y no contribuye a la necesaria atracción de inversionistas extranjeros.
La sociedad en la que vivimos hoy, tiene diferencias notables con aquella otra en la cual fueron discutidos, enriquecidos, modificados y finalmente aprobados los Lineamientos Económicos y Sociales. Está más segmentada en términos de ingresos y de intereses, se ha hecho más vieja, disminuyen sus miembros por una emigración difícil de controlar y que compromete el futuro si atendemos a la cantidad de jóvenes que se marchan.
La empresa estatal socialista y las aspiraciones de desarrollo
Mientras, los repetidos intentos por transformar/ perfeccionar/ la empresa estatal socialista, no acaban de dar resultados, una parte de ellas cierran con pérdidas, otras están perdidas y otras con sobreutilidades no siempre asociadas a su eficiencia y el cumplimiento del plan. Esta situación nos lleva a las mismas preguntas de hace más de cuatro décadas, ¿Cuáles deben ser estatales? ¿Cuántas deben quedar? ¿Cómo debe hacerse ese proceso? Preguntas todas de difícil respuesta cuando por más de cincuenta años se ha entendido, aun cuando no existe ningún argumento científicamente probado que lo demuestre, que la cantidad de empresas estatales es determinante para la solidez económica del socialismo.
Sin un sector empresarial estatal sólido, dinámico, eficiente, con niveles de productividad adecuados, será imposible crecer y sin crecimiento económico sostenible será muy difícil la tarea del desarrollo.
Y no es que lo que viene ocurriendo con las mipymes no sea importante, hoy se acercan a las 4000 empresas. Pero como en otras economías las mipymes necesitan de esos otros motores mayores, que se conviertan en sus “clientes” y “proveedores” algo que no ocurre en nuestro país en la magnitud ni con la complejidad necesarias.
Para este año 2022 la meta de crecimiento es del 4% respecto del año anterior. Ese crecimiento, a todas luces, pretende alcanzarse más por esfuerzo propio, rompiendo de alguna manera esa vieja relación de alta dependencia que ha existido entre el crecimiento del PIB y el crecimiento de las exportaciones.
La línea anaranjada representa PIB, tasa de crecimiento y la azul el coeficiente de importación.
No creo que existan muchas evidencias de economías nacionales que crezcan de forma sostenida y sostenible con sistemas empresariales débiles. Tampoco conozco de muchas evidencias que demuestren que el crecimiento económico puede lograrse sin empresas que obtengan utilidades.
Si obtener utilidades no es uno de los propósitos de la empresa, incluso de una empresa estatal socialista, y de hecho uno en el que le debe ir la vida, entonces ¿Cómo logra crecer, reproducirse, invertir, innovar, modernizar su tecnología, incorporarse a las tendencias mundiales, por ejemplo la Industria 4.0? ¿Cómo conquistar mercados internos y externos? ¿Cómo mejorar los puestos de trabajo y pagar más salarios a los que le aportan a sus utilidades, a sus trabajadores, que es una de las formas de conservar el “activo más valioso que tiene una empresa”?
¿Qué haría si no obtiene utilidades? ¿Seguir “colgada” del presupuesto del Estado? De ese mismo presupuesto que en el 2020 transfirió al “sector no presupuestado” 14 065 millones de pesos, esto es un 35% del total de gastos.
No es posible pretender tener sistemas empresariales sólidos sin un marco institucional adecuado.
A fuerza de detectar trabas nos hemos hecho especialistas en ello. Menos hábiles parece que somos en estructurar las “reglas de juego” que impidan que las trabas se perpetúen.
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