¿El país cuenta con los recursos para mantener estas medidas en el tiempo, sin retrocesos? ¿Qué podría suceder con ellas?
Por Omar Everleny, OnCuba
en Economía
El pasado 21 de julio del 2022, en el marco del Periodo Ordinario de Sesiones de la Asamblea Nacional del Poder Popular, el ministro de Economía y Planificación Alejandro Gil Fernández anunciaba una serie de medidas —algunas de ellas como deseos—, encaminadas a recuperar la economía cubana.
Pero la “medida” más debatida a nivel popular por su posible impacto fue la relacionada con la creación de un nuevo mercado cambiario para la compraventa de divisas a la población con un tipo de cambio “económicamente fundamentado y donde se trabaje con todas las divisas, incluyendo los dólares en efectivo”.
El pasado miércoles 3 de agosto el propio ministro anunció el inicio del mercado cambiario en el país a partir del 4 de agosto, pero aclarando que solo se comprarían divisas y que en otro momento, no anunciado, se venderían.
Se reconoció que la existencia de un mercado formal de compraventa de divisas era, efectivamente, una pieza que faltaba en el “Ordenamiento Monetario” —que más bien ha desordenado la vida de la sociedad en su conjunto. Dicha inexistencia estaba provocando una tasa elevada en el mercado informal de divisas, lo que a su vez impactaba los precios de los bienes.
Una contradicción es que la medida se aleja del interés inicial de una unificación cambiaria, es decir, ese camino no es por ahora. Según se desprende de las palabras del ministro, será en el escenario B, pero no se aclara si B será más allá de lo que se pueda suponer. Ahora habrá tres tasas de cambio: la oficial, la de compra de divisas y la informal, que seguirá existiendo.
El país necesita recuperar las divisas que circulan sin que el Estado pueda utilizarlas en bien de la sociedad, dijeron los planificadores.
Lo primero que resalta de lo anunciado es que se aceptó una nueva devaluación del peso cubano, toda vez que la tasa oficial no reconocía el valor real del mercado.
El segmento de los visitantes internacionales a Cuba se beneficiará de las nuevas tasas anunciadas al cambiar en las casas de cambio (CADECA). Obviamente, no es lo mismo la tasa de cambio que estaban recibiendo los turistas de 1 por 24 que la nueva (1 dólar por 110 pesos). Es decir, la gastronomía y los bares, entre otras actividades, estaban funcionando hace mucho tiempo con precios relacionados con las tasas de cambio del mercado informal, siempre superiores a 1 dólar por 110 pesos cubanos, por lo tanto, para ellos los precios eran superexcesivos.
También se estimularán las transacciones internacionales mediante envíos por transferencias, ya que no tendrán aranceles bancarios, como las operaciones en moneda física.
No todos los analistas pudieron avizorar que hace mucho tiempo atrás las cadenas hoteleras presentes en Cuba estaban ofreciendo sus paquetes turísticos a los nacionales a precios multiplicados por 100 o más —es decir, 1 dólar igual a 100 pesos cubanos. Esa ya era la señal de que se estaba aceptando la tasa de cambio informal en sus análisis de precios.
El punto era que el Estado comentaba que las tasas de cambio que se publicaban en distintos medios no eran reales, sino subjetivas. Tenían el propósito de incidir en la elevación de las mismas, se influían desde el exterior, etc., es decir, se les restaba importancia a las tasas informales vigentes. Ahora resulta que se trata de las mismas tasas que sirvieron de referencia para las tasas anunciadas —por ejemplo, de 1 dólar por 120 pesos cubanos desde el Banco Central y de 1 a 110 por los bancos comerciales, CADECA, etc.
Hay una primera pregunta al aprobar las nuevas medidas: ¿se estudiaron sus ventajas y desventajas, es decir, se calcularon los pros y los contras y sus riesgos? Dicho de otra manera: ¿el país cuenta con los recursos para mantener estas medidas en el tiempo, sin retrocesos? ¿Qué podría suceder con ellas?
Si la demora entre la compra de divisas por el Estado y la venta de divisas a la población se alarga mucho en el tiempo, se producirían nuevas tasas informales de cambios más altas que la que hoy ofrece el sistema bancario.
Si un comerciante que necesita salir a comprar insumos al exterior para sus negocios, paga por la divisa una mayor cantidad de pesos cubanos (por haberse incrementado la tasa de cambio), automáticamente se lo carga a las mercancías que vende. Son reglas muy básicas.
No se puede olvidar tampoco que una parte de las divisas que se compran en el país tienen como objetivo la emigración, y que por consiguiente se comprarían a la tasa informal existente. Y que, además, una de las causas de esa emigración tiene perfil económico y de esperanza, y esta última se relaciona con el bienestar de la familia cubana. Aún no se ve en el mediano plazo la solución de los problemas acumulados por la nación.
Por otra parte, se aclaró que cuando se empiecen a vender divisas, las cantidades serán limitadas.
La entrada de pesos cubanos a la circulación por parte del Estado aumentará la masa monetaria. Esto fertiliza la inflación en medio de la escasez de alimentos y bienes, y la alta especulación existente, junto al mercado negro de acaparadores o “coleros”.
Hay que recordar aquí que Cuba es el país de las medidas y los planes, y que las metas y resultados no van casi nunca en línea con las aspiraciones de la población. El tiempo de espera está agotado. La población que aún no ve la luz al final del túnel busca otras alternativas.
En las mentes y manos de los asesores, esos a los que se refería el ministro en su alocución, y de los decisores de política económica, están los destinos de la nación. Hay que analizar bien todos los factores y acabar de entender que la economía es una ciencia. Si no se utilizan correctamente las variables del caso, los resultados pueden ser adversos.
Y hay otra pregunta: en este nuevo tema cambiario: ¿dónde quedan los asalariados, los jubilados, la población en situación de pobreza de ingresos, es decir, los que no estén conectados al circuito de las divisas?
El Estado cubano debería reconocer que debido al carácter objetivo de las leyes económicas, cualquier ejercicio que se quiera realizaren esta área, al margen de sus buenas intenciones, no puede hacerse intentando convencer al mismo Estado de que no puede guiarse por el mercado. En la práctica, eso es lo que ha venido sucediendo, pero con incoherencia y lagunas.
Los 75 anuncios de las aspiraciones del Estado deberán venir acompañados de medidas más audaces. Las autoridades saben cuáles son, entre ellas las importaciones privadas comerciales, nuevos oficios para ser Mipymes, mercado minorista extranjero… Pero aún hay reticencia.
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