Por Katia Siberia
Fuera de término están en Ciego de Ávila muchos de los pagos del Comercio a sus proveedores. Pero “fuera de término” está dejando de ser el eufemismo con el que nombramos las deudas, para convertirse en el camino por el que podrían seguir otros pagos… y así ¿hasta el infinito?
El orden en que fueron sucediendo las cosas no explica del todo cómo han ido terminando, si es que está por flaquear la deuda de más de 100 millones de pesos que, hasta la semana pasada, había contraído el Grupo Empresarial de Comercio de Ciego de Ávila (GECCA) con varios de los proveedores que colocan productos en sus mostradores.
Ahí estaban la Mayorista de Alimentos, el Cárnico, el Lácteo, la Alimentaria, Materiales de la Construcción… las que, siguiendo lógicas económicas, reclamaban pagos vencidos para poder seguir produciendo y suministrando, porque, obviamente, nadie vendió “fiao” en la bodega. El dinero emprendió el camino del retorno, suponen.
Y suponen bien. Solo que el recorrido va en sentido contrario a otra lógica, porque Comercio vende una serie de productos a precios inferiores a su costo. Un desequilibrio que debía amortizarse con la venta de jabitas de nailon, botellas de miel, lejía, palanganas plásticas, cualquier cosa para que las ganancias de un lado cubrieran las pérdidas del otro.
Pues supusieron mal: la balanza se inclina en negativo. Hoy Comercio no puede pagar lo que debe; al menos no a corto plazo, y el mediano pudiera tornarse largo si antes no arquean sus cajas. O sus facturas. De algún modo una cosa lleva a la otra, y una deuda a otra deuda.
Conteo ¿final?
Por eso, cuando Yainet Vidal Sardiñas, directora provincial de Finanzas y Precios, habla de deuda, debe decir “deuda reconocida” y aclarar, además, que es la que tiene el presupuesto del Estado con Comercio. Ese es otro número y roza los 43 millones. Pudieran ser más, pudieran ser menos; todavía no le permiten saber cuánto del subsidio debe colocar en las cuentas municipales para que el sector “respire”.
La incertidumbre, no obstante, tiene dos caras que Yainet resume.
La primera: debido a las variaciones de precios y formato de algunos de los 13 productos de la canasta básica que el país subsidia, y a partir de que el monto aprobado obedecía a un módulo y no a insumos independientes, se impuso una revisión de las facturas para conciliar lo que cada empresa demandaba.
La segunda: como en la provincia ese trabajo no se ha terminado, al cierre de septiembre solo se había ejecutado el 81 por ciento de ese presupuesto, y los territorios seguían sin recibir el dinero correspondiente. Sin las cuentas claras.
A esa falta de liquidez se sumaba otro antecedente que estrangulaba sus estados financieros. Elisbet Díaz Rodríguez, subdirectora de Presupuesto en la Dirección Provincial de Finanzas, lo aclara, a sabiendas de que una cosa no justifica la otra, pues “con la pandemia la tesorería de la provincia quedó sin efectivo y la orientación fue que buscaran otras fuentes de financiamiento para cubrir el plan de 2020, y eso no ocurrió. Encima, el 2021 transcurrió sin que algunos presentaran documentos por la no existencia de aparatos económicos y acabaron usando presupuesto de 2022 para pagar deudas envejecidas”.
Desde la Dirección Provincial de Finanzas y Precios, Yainet, la directora (a la izquierda), y Elisbet, subdirectora de Presupuesto, aún esperan porque los municipios ajusten sus cuentas
Descontrol. También por eso el Comercio opera argollado y la cadena de acontecimientos viene tensándolo con entuertos que Denys Mora Peña, subdirector económico del GECCA, asumió hace cuatro meses, cuando ocupó el cargo.
A punta de lápiz lleva la contabilidad, hasta donde el presente (y sus estructuras municipales) se lo permitan. Cálculos complejos en los que la totalidad del subsidio aprobado, confiesa, no cubre el déficit que ocasiona la leche, por ejemplo. “El país nos pone 8.00 pesos, la pagamos al Lácteo a 20.00 y el consumidor la compra a 25 centavos. Esa cuenta no da.
“O en otros —como es el caso del café, al que se le subió el precio recientemente— es tan escaso el porcentaje de ganancia que no alcanza para cubrir las pérdidas ocasionadas por los restantes”, aclara, mientras amplifica la cruda realidad. “En el municipio cabecera, 15 de las 17 unidades empresariales de base (UEB) de Comercio tienen pérdidas”.
Aunque no se trata solo de bodegas, en su mayoría lo son; pero el asunto es tan complicado que ni saldándose el adeudo del presupuesto podría liquidarse parte del impago a los proveedores. No directamente.
“Los pagos del Presupuesto no constituyen ingresos; me dan solvencia, sin embargo, no disminuyen las pérdidas. Con ese dinero podemos hacer una serie de compras, y al obtener ingresos es que disminuimos las pérdidas y pagamos la deuda”, confiesa.
Pagar, ¿a qué precio?
No es tan fácil ejecutarlo. Con los escasos ingresos que reciben las empresas del Grupo, deben pagar a los proveedores, abonar los impuestos de la ONAT y reaprovisionarse de nuevas mercancías para seguir el ciclo. “Es un declive paulatino porque no estamos teniendo de dónde sacar. Es como si te dejaran respirar y luego te taparan la nariz”, ilustra Denys con una metáfora que Invasor traduce en pregunta.
—¿Eso significa que los 140 millones de pesos que tienen en cuentas por pagar en término, se irán de término?
—Exacto. Será cuestión de tiempo.
Lo afirma categórico, consciente de la complejidad de restituir impagos acumulados desde inicios de 2022. No es posible vestir un santo sin desvestir otro, podría haber dicho el joven economista.
No obstante, lo que dice es que el perfeccionamiento al que se sometió el comercio con la creación de UEB con ciertas facultades, tuvo puntos acertados y otros no tanto. De alguna manera, las deudas y las pérdidas también “responden” a la nueva estructura.
En el municipio cabecera, por ejemplo, llegaron a crearse 24 UEB en el Comercio y no en todas se contó con el personal preparado para la gestión económica. Hoy, con 17 UEB, todavía hay puntos flacos y la idea, asegura, es fusionar algunas, reducir la cantidad.
Denys Mora Peña, subdirector económico del Grupo Empresarial de Comercio, se enfrenta a uno de los añejos problemas de la economía cubana: el impago
Más allá de los números sabe que la autogestión y la geografía se combinan para explicar otras realidades. ¿O estarían en igualdad de condiciones una bodega del Consejo Popular Indalecio Montejo que una en el de Jagüeyal, de Venezuela? ¿Dónde se vendería más?
¿Alcanzaría esa gestión de venta para equilibrar las deudas con los proveedores, si el presupuesto del Estado no ha cubierto el déficit y ellos, limitados en su liquidez, deben, además, adquirir con cheques los productos de la canasta básica y no recaudarán “lo invertido” hasta un mes después? Es una serpiente que se muerde la cola.
Aun así, pone de ejemplo a la UEB de Patria, en Morón, donde al cambiar el directivo, en apenas cuatro meses se redujo una pérdida de casi medio millón de pesos. “Hace unas semanas le quedaban unos 20 000.00 pesos por liquidar. De esa autogestión hablamos. Allí se han vendido productos hasta de otras provincias”, asevera.
No hay dudas de que ese camino acorta distancias, amén de que otras presiones también han restado dígitos a una suma de la que Liván Izquierdo Alonso, miembro del Comité Central del Partido y primer secretario en la provincia, exigía un estado diario. El informe del subdirector del GECCA así lo reflejaba. En dos meses habían reducido la cuantía en unos 63 millones. Los números desde cada municipio se movían. Unos más que otros.
Las señales venían emitiéndose desde mayo pasado, fecha en la que el Grupo Empresarial de Comercio rindió cuentas de su gestión. Durante el Consejo de Gobierno, la interrogante del gobernador Tomás Alexis Martín Venegas lo reflejaba sin adornos: ¿Por qué cinco municipios avileños logran cumplir sus planes de ventas en el Comercio y la Gastronomía, y los demás no?
Obviamente, la Resolución 99 del 2019 del Ministerio de Comercio Interior y el Decreto 28 de 2020 del Consejo de Ministros perfeccionaron la teoría, aprobando facultades que, en la práctica, no han redundado siempre en variedad o estabilidad de ofertas (en el caso de la Gastronomía) ni en solvencia de un Comercio que debe autogestionarse. Ambos, mediados por una escasez de productos, donde la falta de liquidez impide revertirla. Parece la rueda interminable de la in-fortuna y todavía no sabemos cuándo y cómo la “fricción” va a pararla.
Calma calmita, no pasa nada. El comercio minorista debe permanecer bajo el control total del estado. Es estratégico.
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