Por Román Romero López (ACN) ECONOMÍA 24 Diciembre 2023
Fotos: Román
Jorge Ariel Ferrer Buchillón vive orgulloso de sus raíces, sobre todo de que su segundo apellido sea originario de Punta Alegre, donde nació, creció y apuesta por desarrollarse de manera sostenible, para beneficio de su familia y la comunidad.
En su avileña Finca La Salina, próxima a la zona costera y buena parte cubierta por un espeso bosque de mangle prieto, yana y patabán, produce cultivos varios para el autoabastecimiento familiar y realizar ventas a la comunidad, además de mantener 35 cabezas de ganado para la obtención de leche y carne.
Del cuidado de esos animales depende la entrega anual de 15 mil litros de leche y cantidades suficientes para llevar adelante un proyecto de desarrollo local (minindustria productora de crema untable, yogur, queso y otros derivados). Ello representa un gran desafío, debido a las intensas y prolongadas sequías que afectan la localidad.
Es indispensable el cultivo de alimentos para suplir la escasez de pastos y crear reservas de agua, estas últimas logradas a partir de la construcción de una micropresa, que también garantiza el riego de las plantaciones.
A esto se añade un problema no menos complejo: altos niveles de salinidad que disminuyen la productividad del terreno.
Son dificultades con tendencia a la complejidad, que han exigido de autopreparación para afrontarlas y, al incorporarse a Resiliencia Costera, surgieron nuevas oportunidades de instruirse para mitigar o adaptarse a esas situaciones derivadas del cambio climático.
Cuando fue seleccionado como beneficiario ya aplicaba algunas técnicas agroecológicas, luego, los vínculos con productores de zonas montañosas contempladas en el proyecto internacional Conectando Paisajes y el Centro Universitario Municipal (CUM), de Chambas, le posibilitaron adquirir nuevos conocimientos para perfeccionar el manejo de los suelos.
José Ariel se apropió de saberes relacionados con los microorganismos eficientes, la lombricultura, utilización del estiércol del ganado, la rotación y la intercalación de cultivos; así como el manejo de especies de plantas resistentes a altas temperaturas y condiciones de secano.
Mientras, en el Centro Comunitario de Gestión de Conocimientos y capacitaciones organizadas por Resiliencia Costera conoció sobre la importancia y el manejo de los bosques de manglares, además de desarrollar una visión integrada de la Adaptación al Cambio Climático (ACC) y Reducción de Riesgos de Desastres (RRD) para considerarla en sus planes de progreso agropecuario.
Actualmente identifica las plantas que intervienen en el control de la salinidad de los suelos, antes confundidas con invasoras y eliminadas de los potreros por desconocer su utilidad.
Finca La Salina constituye, además, ejemplo de la implementación de principios de la economía circular, debido a los encadenamientos de actividades que posibilitan aprovechar al máximo todos los recursos naturales para generar bienes y servicios.
Durante las limpiezas y mantenimientos en manglares obtienen ramas secas que utilizan para confeccionar los postes de las cercas de los potreros y fabricar carbón vegetal que emplean como fuente de energía en la minindustria, donde elaboran alimentos destinados al autoabastecimiento familiar y consumo social.
Las cenizas de los hornos, situados dentro de la propia vegetación del litoral, son incorporadas al suelo como fertilizante orgánico y favorece la regeneración de especies como la yana y el patabán.
Asimismo, aprovechan el estiércol del ganado como fertilizante para las áreas de cultivos, destinados a cubrir demandas del hogar, la comunidad y los animales que sustentan las producciones de leche y sus derivados.
En el futuro prevén emplear los excrementos de las reses para fabricar biogás, de manera que esa energía renovable reducirá el consumo de electricidad; como resultado los mostos derivados del proceso serán esparcidos en el terreno como fertilizantes orgánicos.
El cambio de la matriz energética también se materializa con la adquisición de sistemas fotovoltaicos a través de Resiliencia Costera, proyecto que facilitó otros recursos para impulsar y humanizar las labores agropecuarias.
A la par del progreso surgen nuevas oportunidades de empleo, con prioridades de acceso para jóvenes, mujeres y discapacitados, en correspondencia con los principios de igualdad y equidad social.
Jorge Ariel pone todo su empeño en la progresiva restauración del manglar, consciente de que ofrece múltiples garantías, como la disminución de la salinidad en los suelos, lo que facilita el desarrollo de cultivos varios y el crecimiento de los pastos.
Los bosques del litoral evitan los escurrimientos excesivos de agua dulce hacia el mar, en tanto, permiten que este recurso natural filtre hasta el manto freático.
Ferrer Buchillón tampoco olvida la efectividad de esa barrera natural contra desastres naturales. Sin ella los efectos del Huracán Irma pudieron ser peores, además de constituir una alternativa eficaz para reducir la erosión costera y las consecuencias del ascenso del nivel del mar.
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