9 diciembre, 2023 Armando Sáez Chávez Periódico 5 de Septiembre
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“¡Hay platanito fruta maduro, yuca, boniato, col…hay papa!”. Parecía este el pregonar de cada día por el reparto de Junco Sur; pero no, y fue el vecino el que tocó a mi puerta para espetarme, “¿Oí bien? No puede ser, ¿papa en este tiempo y en carretones?
No había dudas. El vendedor repitió una y otra vez la oferta, incluyendo, por supuesto, la tentadora y apetitosa patata, sin mucho recato ni “escondedera”. Alguien desde un balcón preguntó el precio del tubérculo y la respuesta fue de infarto.
Pero no es un caso aislado, se está vendiendo papa robada en todos los barrios de Cienfuegos. No es algo inédito, también ocurrió el año anterior. Eso nos habla, una vez más, del descontrol existente, en este país, e igual en la provincia, con los recursos en los cuales un Estado y un pueblo sometidos al bloqueo más criminal de la historia humana invierten más de 2 mil millones de dólares anuales que apenas tenemos de dónde sacar.
Proliferan, por esquinas y barriadas, incluyendo carretilleros y otros mercaderes del bolsillo ajeno, jarros de papa, ya se sabe, a tarifas estratosféricas.
A todas luces, se trata de la semilla de papa, nacional o importada, que ahora mismo se siembra en campos de empresas estatales de Cienfuegos u otras provincias. El contrabando de tan preciado renglón es producto del hurto en frigoríficos o almacenes, o del propio campo. No existe otra explicación posible, porque ni los privados la producen ni viene del espacio exterior. Y, huelga decirlo, dicho tráfico se produce gracias al contubernio con las fuentes madres. El vendedor es la punta del iceberg, no con la que choca precisamente el Titanic, sino nuestro bolsillo.
Como antes apuntábamos, se invierten cada año elevadas sumas de divisas para financiar las campañas paperas. Además de la simiente adquirida en el extranjero se compra el paquete tecnológico y otros insumos necesarios, todos muy costosos, tanto por la lejanía de su procedencia como por el precio que hay que pagar por ser un país bloqueado y asediado en cuanta transacción haga en el mercado internacional.
Entonces, la patata es uno de los cultivos de la agricultura protegido para poder garantizar una distribución equitativa y normada de este versátil alimento entre los meses de febrero y marzo, a fin de que llegue a todos los integrantes de cada núcleo familiar en tiempos de cosecha, además de garantizar el consumo social, o lo que es lo mismo parte de la dieta para pacientes ingresados en hospitales, embarazadas de hogares maternos, asilos de ancianos o niños de círculos infantiles, entre los principales destinos.
Me pregunto cuántas hectáreas (ha) de ese cultivo hubieran podido plantarse con la semilla sustraída, me imagino que no pocas, y lo que es más lamentable aun, qué volumen de la vianda dejará de estar en la mesa de los cienfuegueros, en consideración que como promedio, en la Empresa Agropecuaria Horquita, por ejemplo, se alcanzan rendimientos de unas 20 t por ha.
¿Cómo es posible que personas inescrupulosas trafiquen impunes con la alimentación del pueblo? ¿Quiénes, además de los que “acaballan” a la ciudadanía con productos de primera necesidad, están implicados en el sucio negocio?
Una vez más el descontrol asoma su oreja peluda en el asunto. Salga del lugar que salga, ya de las cámaras de frio, ya del trasiego hasta el campo para plantarse, el cuidado y preservación de esas semillas tiene un responsable por velar por ellas. ¿Acaso los directivos encargados de llevar a punta de lápiz cada recurso a emplear en la cadena productiva no lo hacen?
Las causas y condiciones para el robo pueden ser diversas. El modus operandi es posible que varíe de acuerdo con el lugar y los resquicios o las brechas que se le dejen, como pan caliente, al delincuente. Empero, no es la primera vez que pululan vendedores, con licencia o no, que saben muy bien que están actuando de manera ilícita, comoquiera que especulan con un surtido del que solo disponen las entidades estatales, sin que, por otra parte, puedan escudarse de haberlo adquirido en el sector privado, a través de productores campesinos que no se dedican a la papa.
Lo más desvergonzado del hecho resulta que quienes lucran con las necesidades de la gente no se esconden para hacerlo. Ahí están a la vista de todos, de la población, pero también a merced de inspectores u otras autoridades que pudieran tomar cartas en el asunto.
Si bien el caso que nos ocupa tiene particular repercusión por lo sensible que resulta este renglón alimenticio para el pueblo y las evidencias a los ojos de todo el mundo, por desgracia, no es un hecho aislado.
Todos conocemos que nada despreciable son las producciones agrícolas que cogen otros destinos, tanto del sector estatal como del privado, sin descartar que medie en determinado momento el robo o el desvío por diferentes causas. Para nadie es un secreto la existencia de las llamadas casas almacenes, a la vista y conocimiento histórico de todos a lo largo de la ciudad, o la lista de ofertas que no están en la red de mercados agropecuarios o placitas, y sí la tienen los carretilleros o carretones que circulan por las calles de pueblos y repartos de la ciudad.
El enfrentamiento al delito, la corrupción, las ilegalidades y las indisciplinas sociales es una las tareas de primer orden para preservar valores en la sociedad. Esta es una acción que corresponde a muchos: directivos, funcionarios, autoridades y al pueblo en general. Está llamado a ser el combate ético del día a día.
¿Dónde está esa conjunción de fuerzas que debe velar porque el robo impune al Estado cese de una vez, sin falsa solidaridad con los maleantes de parte de un pueblo que, a la larga, es que el más sufre con esa estafa que tanto le está perjudicando cada día?
Paradójicamente, gracias a ese descontrol y desvío muchos en Cuba podemos comernos una papita de vez en cuando. Porque acá en el interior del país, Camagüey, para ser más específicos, la papa por la Libreta solo llega una vez al año, 2 o tres libritas por persona. Y para eso, que hay años en que nos hemos ido en blanco. Así que bienvenido el descontrol y el desvío, más efectivos a la hora de hacer llegar el producto a la mayoría que los ineptos de Acopio y los aún más ineptos funcionarios del MINAGRI. Los precios son caros al principio, luego bajan. El año pasado la virtud del contrabando y el mercado negro puso la papa a 50 pesos la libra, limpia y de muy buena calidad. ¿La papa por la libreta? Dos libras por persona, chiquita y llena de fango. Na, las virtudes del "Estado Socialista".
ResponderEliminarLa papa? Y los medicamentos importados o robados y vendidos son control sanitario alguno? O la "privatización" a toda voz de los servicios oftalmológicos y dentales? Según el intrépido Pulido, están esperando el consenso, el eufemismo de moda para definir la inercia y la falta de compromiso social!
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