Mientras el FMI comienza lentamente a descubrir que Grecia está en una situación insostenible y que necesita recortes mucho mayores a los anunciados hace una semana y una moratoria de 30 años para el pago de su deuda, Alemania comienza a quedar solitaria con las exigencias desmedidas que quiere imponer al país heleno. Al anuncio del 14 de julio realizado por el presidente Francois Hollande sobre la necesidad de crear una Europa solidaria y no mezquina como promueven Merkel y Schauble, se sumaron las palabras del canciller austríaco Werner Faymann, que atacó fuertemente la política devastadora de Merkel y Schauble sobre Grecia. Como si esto fuera poco, hasta el presidente español Mariano Rajoy cuestionó la línea dura y dictatorial de Merkel dando un viraje en U a sus dichos sobre las negociaciones de la troika con Grecia. Italia, Francia, Austria y ahora España se suman a las voces que critican la rapacidad de Alemania frente a la crisis griega, y su incapacidad para encontrar un alivio real a la deuda helena.
Ahora son varios los países que comienzan a perder la confianza en Alemania y a darse cuenta que las políticas draconianas que imponen Merkel y Schauble están desintegrando a la zona euro. La destrucción no solo llega a las instituciones como el Banco Central Europeo, que aunque tiene su sede en Frankfurt, es dirigido desde Berlín. El BCE ha dejado de ser un actor independiente frente a la crisis y el hecho de que en Grecia los bancos estén cerrados -y pueden seguir así por tres meses- lo demuestra. Ningún verdadero Banco Central puede dejar que la banca de todo un país sea borrada del mapa.
Alemania ha tomado malas decisiones
El canciller austríaco Werner Faymann dijo que "ningún país europeo puede beneficiarse de la caída de Grecia, por tanto es absolutamente inmoral propiciar su caída, como está haciendo Alemania, dado que eso sería el comienzo de la desintegración europea... Y nadie puede saber lo que vendría a continuación". Para Feymann, Alemania ha tomado una serie de malas decisiones que han perjudicado fuertemente a Europa, como la aplicación de las sanciones contra Rusia que ha afectado seriamente al economía austríaca.
El desborde de la deuda griega, que según la propia prensa alemana es un chiste (recordemos laportada de Handelsblatt) no ha sido más que un pretexto para mostrar la fuerza y lo que son capaces de hacer Merkel y Schauble, hasta donde son capaces de humillar a un país entero, sin pensar que la historia puede revertirse. Merkel y Schauble podrían tener su propio Waterloo, a propósito de que hace justo 200 años cayó en desgracia el que era el ejército invencible.
Hasta Estados Unidos debió intervenir para frenar el espíritu buitre de Alemania y su ceguera frente a la crisis griega. El secretario del Tesoro, Jack Lew se reunió ayer en Berlin con Wolfgang Schauble en una cumbre de urgencia para frenar la salida de Grecia del euro y pedir mejores condiciones para la reestructuración de su deuda. Estados Unidos dio así una muestra que confirma lo alarmada que está la Casa Blanca con la crisis griega y europea (como hemos apuntado aquí y aquí), y que se debe evitar a toda costa que la conflagración se extienda. La crisis griega ha alcanzado niveles insostenibles y el temor al contagio al resto de los países más fuertemente endeudados como Italia, España, Francia y Portugal genera mucho miedo.
Es tanto el miedo que han inducido Merkel y Schauble que una frase que repite constantemente Ángela Merkel es "Si el euro fracasa, Europa fracasa". Pero Merkel hace precisamente todo para que el miedo se contagie y el euro se vaya al despeñadero. Si les importara el éxito del euro no habrían permitido la gran bacanal de la banca europea que prestó dinero a raudales y no fue capaz de quitar el alcohol de la fiesta. Si les importara el éxito del euro propondrían políticas que alentaran la economía y no políticas que después de la fiesta y el derroche la han destruido.
Rendición a la troika
A cinco años de la peor crisis que golpeara a un país europeo en décadas, el parlamento griego y con votos de la oposición al gobierno de Syriza aprobó las nuevas exigencias de la troika que no harán más que seguir hundiendo al país. Cuarenta parlamentarios de Syriza se negaron a aprobar una propuesta que va en contra del programa de gobierno que llevó a Syriza a ganar las elecciones del 25 de enero. Además que el referéndum del 5 de julio también quedó en nada y el voto de rechazo a los recortes y los programas de austeridad, tuvo como respuesta de la troika más recortes y más austeridad.
¿Qué sentido tienen las elecciones si lo que vota el pueblo es anulado por los poderes fácticos de la troika? Nada hay que celebrar de que el parlamento griego haya dado luz verde a este tercer plan de rescate. Porque al igual que los rescates anteriores, por 220 mil millones de euros, el 90 por ciento ha sido para la banca y apenas el 10 por ciento para que el Estado griego pueda funcionar, pagar las pensiones, cuidar la salud y educación, los servicios básicos, etc.
Hasta la democracia ha sido hipotecada por la troika. El 5 de julio Grecia votó contra los planes de austeridad de la troika, generando confianza y alegría en gran parte del mundo (se le llamó "el día de la independencia"), y diez días más tarde, el 15 de julio, el parlamento heleno capitula y se rinde una vez más a las exigencias de la troika: más austeridad y más recortes. El miedo es contagioso. Pero Tsipras no tenía a qué temer después del respaldo 61-39. Sin embargo, el problema es que Syriza nunca tuvo un Plan B para salir de euro y Alemania jamas le ofrecería un plan ordenado para el abandono de la moneda única... El euro es una prisión que no tiene vuelta atrás.
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