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"Peor que los peligros del error son los peligros del silencio." ""Creo que mientras más critica exista dentro del socialismo,eso es lo mejor" Fidel Castro Ruz

sábado, 18 de julio de 2015

Libro " Socialismo y Mercado" de Fidel Vascos. INTRODUCCION

Por Humberto Herrera Carles

Las nuevas relaciones Cuba - EE.UU , la actualización del modelo económico y la conceptualización del modelo socialista que aspiramos y finalmente el próximo Congreso del PCC ( abril 2016), ha puesto sobre la mesa, el eterno debate, aun no resuelto, del papel y función del Mercado en el proceso de construcción del Socialismo, el cual para Cuba tampoco es ajeno.

Es por ello que he decido publicar por partes, todos lo sábados, el libro " Socialismo y Mercado" de Fidel Vascos de la Editorial Ciencias Sociales del 2009, mismo que se encuentra agotado, y a mi modo de ver no suficientemente publicitado y menos debatido.

Este ademas, será el primero de varios libros los cuales también publicaré, para contribuir al DEBATE de aquí al próximo Congreso del PCC.

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Introducción

La construcción y desarrollo del socialismo, en la práctica, es un fenómeno nuevo desde el punto de vista histórico, que se inició con la Revolución de Octubre de 1917 en Rusia. A partir de este momento y a lo largo del siglo XX, el socialismo se extendió por Europa, Asia y América Latina, influyendo decisivamente en el proceso de descolonización del llamado Tercer Mundo y constituyéndose en un factor principal de contención para las pretensiones hegemonistas, agresivas e intervencionistas del imperialismo. 

Por causas aún no totalmente analizadas y esclarecidas, a fines de la década del ochenta y principios de los años noventa, ocurrió la desintegración de la Unión Soviética y la des-aparición del campo socialista en Europa. Este cataclismo económico y social constituyó un duro golpe para el movimiento revolucionario y comunista mundial; no obstante, no significa el final del socialismo como aspiración de los pueblos de construir una nueva sociedad de plena justicia social y solidaridad entre los hombres y las naciones, con un alto nivel de vida material y espiritual del pueblo, sobre la base de un elevado y eficiente desarrollo científico-técnico de las fuerzas productivas. 

El reflujo de las ideas socialistas y comunistas que actualmente se observa dará paso, más temprano que tarde, a un nuevo auge del pensamiento revolucionario y de su acción práctica. Nuevos países tomarán la senda de las reivindicaciones democráticas, populares y del socialismo, para triunfar sobre el capitalismo salvaje que actualmente propone el neoliberalismo.

En este proceso de avances y retrocesos del socialismo se han formulado ideas y conceptos y se han descubierto principios y leyes sociales de validez universal y particular, junto a las cuales se han cometido errores y registrado insuficiencias que constituyen lecciones y experiencias negativas para superar. A su vez, hay aspectos no totalmente resueltos en la teoría y en la práctica, los cuales requieren de un intenso trabajo creador para su más precisa definición. 

Entre las cuestiones no plenamente resueltas aún se incluye el sistema de dirección de la economía socialista, tanto en sus elementos conceptuales como en su aplicación. Uno de los temas más polémicos es aquel vinculado con la existencia de la producción mercantil en el socialismo, al contenido de las categorías mercantiles, el lugar, papel y funciones de los aspectos monetario-mercantiles en la construcción de la nueva sociedad y las relaciones entre la planificación y el mercado como reguladores de la economía socialista. 

La profundización en las concepciones acerca de la producción mercantil en el socialismo no ha resultado fácil ni ha tenido lugar en línea recta. Los avances se han logrado a través de retrocesos parciales y desviaciones temporales. 

Durante décadas se han formulado y divulgado las más disímiles concepciones sobre la producción mercantil y la ley del valor en el socialismo; desde el extremo de rechazar la existencia de la producción mercantil en este régimen social, hasta el otro extremo de asegurar que el socialismo no es más que un nuevo modo de producción mercantil cuyo motor impulsor es la espontaneidad y automatismo en el desarrollo económico y social y donde las leyes del mercado, y no la planificación centralizada y consciente, son las únicas reguladoras de la economía. 

Se discute el lugar de los procedimientos y mecanismos económicos en el sistema de dirección y su relación con el factor humano, subjetivo, y con el trabajo político e ideológico en la formación moral y de la conducta ética del hombre en la nueva sociedad a la que se aspira.

Una de las conclusiones más importantes en este campo, que se puede extraer de la experiencia vivida, consiste en ratificar que el socialismo es el resultado de un acto consciente de la voluntad del pueblo trabajador expresado en la dirección centralmente planificada de la economía. En la construcción y el desarrollo del socialismo, un papel decisivo lo juega el factor consciente y subjetivo del sujeto de dirección económica, el cual debe sustituir a la anarquía y la espontaneidad del mercado propio del capitalismo. A su vez, no es posible la construcción del socialismo sin la utilización de las relaciones monetario-mercantiles y sus categorías inherentes, las cuales deben actuar en los marcos de las metas estratégicas y el control macroeconómico de la planificación central. 

El objetivo principal del trabajo que tiene en sus manos el lector consiste en fundamentar las condiciones y las causas de la existencia de la producción mercantil en el socialismo, así como del papel de las categorías económicas y de las relaciones monetario-mercantiles en la dirección de la economía socialista. 

Sin pretender agotar un tema tan complejo, en los cuatro primeros capítulos se sintetizan sus antecedentes históricos, teóricos y metodológicos. En los tres primeros se exponen, en orden cronológico, las ideas de Marx, Engels, Lenin y Stalin al respecto, así como de otras personalidades que expusieron sus ideas en las primeras décadas de existencia del poder soviético. No se aborda el período posterior a la muerte de Stalin y que se extiende hasta la desintegración de la URSS en 1991 debido a su especial complejidad, el cual requiere de un análisis particular aún no realizado y que no es el objeto del presente estudio. 

El cuarto capítulo recoge las ideas claves sobre el tema en cuestión tal y como fueron expuestas en el XXII Congreso del Partido Comunista de la Unión Soviética (PCUS), en 1961; en el I Congreso del Partido Comunista de Cuba (PCC), en 1975; y en el XIV Congreso del Partido Comunista de China (PCCh), en 1992. A juicio del autor, estas ideas recogidas en los mencionados Congresos constituyen hitos en el proceso para la formulación de la teoría de la producción mercantil en el socialismo.

En el quinto y último capítulo se aborda el origen y las causas de la existencia de la producción mercantil y sus categorías en el socialismo, sus características y la utilización de las relaciones monetario-mercantiles en la construcción de la nueva sociedad. 

A continuación, un resumen de cada uno de los capítulos. En el primero se exponen las principales ideas de Carlos Marx y Federico Engels acerca de la producción mercantil en general y en el socialismo, en particular. Se analiza el descubrimiento de Marx acerca del contenido de las relaciones mercantiles, subrayando que Marx vio en la división social del trabajo la condición para la existencia de las mercancías, y en la propiedad privada sobre los medios de producción, que aísla a los productores, la causa de la producción mercantil en el capitalismo. 

Se interpreta la historia de las relaciones mercantiles desde sus orígenes en la época de la comunidad gentilicia hasta su más alto desarrollo, alcanzado en el régimen capitalista. Sobre la base de los criterios de Federico Engels, se define en el capítulo que en determinados momentos históricos, la producción mercantil puede existir sin propiedad privada sobre los medios de producción, como ocurrió en la comunidad primitiva, y sin explotación del hombre por el hombre, según se aprecia en el régimen de la pequeña producción mercantil. Teniendo en cuenta esta conclusión, teóricamente, es posible que en el socialismo —en su esencia, un régimen social sin propiedad privada sobre los medios de producción y sin explotación del hombre por el hombre— existan las relaciones mercantiles, con un contenido distinto a las del capitalismo.

En el capítulo se destaca la razón que asistía a Marx y a Engels al plantear que, una vez sustituido el capitalismo por la sociedad comunista, la producción mercantil desaparecería. A su vez, se subraya que Marx y Engels, por el momento histórico que les tocó vivir, no agotaron sus estudios acerca de los pasos, formas y etapas intermedias mediante las cuales transcurriría la extinción de las relaciones mercantiles; debido a ello, no estaban en condiciones de precisar que éstas existirían, con un nuevo contenido, en el socialismo, primera fase o fase inferior de la sociedad comunista.

Correspondió a Lenin, posteriormente, sentar las bases para el enriquecimiento de la teoría marxista del valor y de las características de la producción mercantil en el socialismo, en tránsito hacia su extinción en el comunismo, fase superior de la sociedad comunista. 

El segundo capítulo está dedicado a los criterios de Lenin acerca de esta importante cuestión de la economía política del socialismo. Para su estudio, las ideas de Lenin se abordan en varias etapas. La primera corresponde al período anterior a la Gran Revolución Socialista de Octubre de 1917. En ella, Lenin desarrolla la teoría marxista del valor y del papel del merca-do, y la aplica creadoramente a las condiciones de la Rusia de aquel entonces. En cuanto a la concepción sobre la producción mercantil en el socialismo, en esta etapa Lenin coincide exactamente con Marx y Engels. 

De este período, se destaca la profundización de Lenin acerca de la vinculación del mercado con el desarrollo de la división social del trabajo, así como el proceso dialéctico de la transformación de la pequeña economía mercantil en economía capitalista. 

Fue después de la Revolución de Octubre cuando Lenin sentó las bases, con sus nuevas ideas, para la teoría de las relaciones monetario-mercantiles en el socialismo, desarrollando creadoramente la economía política marxista. 

Durante los primeros meses de existencia del poder soviético, Lenin comprendió que no era posible suprimir inmediatamente las palancas económicas que hasta entonces ostentaba la burguesía y orientó utilizar las relaciones mercantiles y financieras para debilitar el poder económico burgués y fortalecer el poder político del proletariado, recientemente conquistado. El primer plan de construcción del socialismo en Rusia fue brutalmente interrumpido por la intervención extranjera y la guerra civil, la cual determinó la implantación del llamado “comunismo de guerra”, que obligó a una gran limitación en el uso de las relaciones mercantiles y a una generalización de los métodos administrativos de dirección. 

Finalizada la guerra, Lenin admitió la necesidad de aplicar nuevos métodos económicos para estimular la producción agrícola y fortalecer la alianza obrero-campesina, que es el fundamento del poder político de la Revolución socialista. Sobre esta base, se elaboró y aplicó la Nueva Política Económica (NEP), que introdujo el impuesto en especie, en vez del acopio forzoso de los productos agrícolas. 

Durante este período, Lenin definió que en un país como Rusia, con una gran masa de pequeños productores privados en el campo, la libertad de comercio que impulsaba la NEP generaría el capitalismo, pero que en las condiciones de aquellos momentos ello no era inevitablemente fatal para el socialismo, demostrando que en ciertos períodos históricos y mientras el poder político estuviera en manos del proletariado, es posible utilizar el intercambio mercantil y la libertad de comercio para fortalecer la economía y avanzar en la construcción socialista. 

En el último período de su vida, desde fines de 1921 hasta su muerte el 21 de enero de 1924, Lenin realizó los principales aportes que sientan las bases para el ulterior desarrollo de las concepciones acerca de la utilización de las relaciones monetario-mercantiles en el período de transición del capitalismo al socialismo y en la propia economía socialista. 

Antes de este período, aunque Lenin proclamó la necesidad de que el Estado socialista utilizara a su favor las relaciones monetario-mercantiles, continuaba considerando estas relaciones como algo ajeno al socialismo, como una necesidad impuesta por los vestigios del capitalismo. 

El cambio definitivo de este criterio se advierte en la definición de Lenin acerca de que la economía socialista no sólo se manifiesta en la propiedad estatal sino también en la propiedad colectiva de las cooperativas. Con esta precisión se establece que las relaciones mercantiles, el uso del dinero y otras categorías económicas que relacionan entre sí al Estado proletario y a las cooperativas tienen lugar sobre la base del sector socialista de la economía, donde no existen ni la propiedad privada sobre los medios de producción ni la explotación del hombre por el hombre. 

En este capítulo también se abordan las ideas de León Trotsky, Nicolai Bujarin y Eugenio Preobrajenski acerca del uso del mercado como regulador de la economía en la construcción del socialismo. 

El tercer capítulo está dedicado a la experiencia teórica y práctica acumulada durante el período de Stalin acerca del empleo de las relaciones mercantiles en el socialismo, en la URSS. 

La Constitución Soviética de 1936 declaró concluido en la URSS, el período de transición del capitalismo al socialismo. Durante esos años se discutió mucho el papel de la producción mercantil en el socialismo. No obstante las diferentes interpretaciones acerca de este tema, los documentos oficia-les del PCUS y del Gobierno soviético recogen la línea de no rechazar la utilización de las relaciones mercantiles en el establecimiento y desarrollo de la economía socialista. La mayor o menor fundamentación para esta utilización era empleada según las condiciones históricas existentes en el momento dado. 

En el período posterior a la muerte de Lenin y hasta los inicios de la Gran Guerra Patria en 1941, se desarrolló un proceso en el cual, de una parte, se fortaleció la utilización de las relaciones monetario-mercantiles en el socialismo, mientras que, de otra, se desarrollaron también medidas y concepciones que debilitaban la aceptación de la producción mercantil en el socialismo y desfiguraban su correcta aplicación. 

Las decisiones adoptadas en el XVII Congreso del PCUS, celebrado en 1934, impulsaron el esclarecimiento de estas concepciones en la dirección correcta. En el Congreso se criticó la idea de suprimir el comercio y el dinero en la fase socialista y se subrayó que la actividad económica principal del momento era la lucha por la aplicación del cálculo económico en todos los eslabones de la economía nacional, por el fortalecimiento de la disciplina financiera, de la planificación y de las relaciones económicas entre la ciudad y el campo. 

En vísperas de la Gran Guerra Patria se desplegó una intensa discusión acerca de la actuación de la ley del valor en el socialismo. La profundización en este análisis fue interrumpida por la agresión militar de la Alemania fascista, en junio de 1941. No obstante, los estudios teóricos sobre este tema no se suprimieron por completo y en 1943 se proclamó por primera vez, en un artículo de la revista teórica del Partido, que la ley del valor actúa en el socialismo, pero de una manera transformada. Esta concepción representaba un avance, pues subrayaba que la ley del valor existe también en el socialismo; pero, a su vez, mostraba un elemento débil, pues implícitamente consideraba que la acción de la ley del valor en el nuevo régimen social era solamente una herencia del capitalismo, sin una base objetiva en la economía socialista. En el mundo académico de la URSS se aseguraba que este artículo exponía las concepciones de Stalin sobre el tema y que su edición había sido revisada y aprobada por él, aunque la revista no registra esta afirmación. 

Fue en 1951 cuando se aprobó el manual de economía política que incluyó, como aspecto novedoso, un capítulo independiente para la economía política del socialismo. En el manual se dejó atrás el concepto de que la ley del valor en el socialismo era “transformada” y se profundizó en la naturaleza de las categorías mercantiles y su utilización en el socialismo. 

Las ideas de Stalin acerca de la producción mercantil en el socialismo, publicadas en marzo de 1952, resumen los logros alcanzados y las limitaciones presentes en las concepciones de aquel momento. En su esencia, Stalin criticó con razón a los que negaban el carácter objetivo de las leyes económicas en el socialismo y subrayó que las relaciones mercantiles tenían una base en el propio régimen socialista. No obstante, vinculó esta base sólo a las diferencias de las dos formas de la propiedad colectiva sobre los medios de producción en el socialismo: la estatal, de todo el pueblo, y la cooperativo-koljosiana. Así, Stalin no aceptaba el carácter mercantil de la producción dentro de la propiedad estatal sobre los medios de producción. 

El cuarto capítulo está dedicado a precisar las nuevas definiciones sobre la producción mercantil y las relaciones entre la planificación y el mercado en el socialismo, incluidas en el XXII Congreso del PCUS, en 1961; en el I Congreso del PCC, en 1975; y en el XIV Congreso Nacional del PCCh, en 1992. 

En el XXII Congreso del PCUS, donde se aprobó su Tercer Programa, se plantea por primera vez en un documento oficial del Partido que las relaciones monetario-mercantiles tie-nen un nuevo contenido en el socialismo y que no constituyen algo ajeno a este régimen social sino que tienen sus causas en el propio régimen socialista de producción. En el Programa se plantea que en la construcción del comunismo se deben utilizar ampliamente las categorías mercantiles. 

En el I Congreso del PCC, que tuvo lugar en 1975, se destacó la existencia objetiva de la ley del valor y sus categorías económicas en el socialismo y, a su vez, se alertó del peligro que constituye para el socialismo una sobrevaloración del uso de las relaciones monetario-mercantiles en la construcción del socialismo, destacando que en la lucha por el objetivo de crear la nueva sociedad, juega un papel primordial el factor moral, la conciencia socialista y la educación ideológica del pueblo, promovidos por un acertado trabajo político y revolucionario entre las masas. 

El XIV Congreso Nacional del PCCh recoge la idea de que la planificación y el mercado no son categorías económicas antagónicas ni necesariamente vinculadas a un determinado régimen social, sino que constituyen mecanismos económicos que pueden ser utilizados en la dirección de la economía, tanto en el capitalismo como en el socialismo. 

El quinto y último capítulo del presente trabajo analiza las condiciones y las causas de la existencia de la producción mercantil y de las relaciones monetario-mercantiles en el socialismo, sus características y su utilización en la construcción de la nueva sociedad. 

La condición para la existencia de la producción mercantil, tanto en el período de transición del capitalismo al socialismo como en la fase inferior de la sociedad comunista, continúa siendo la división social del trabajo. Esta sólo desaparecería en una etapa muy avanzada de la fase superior de la sociedad comunista, cuando las relaciones sociales de producción adquieran un carácter muy homogéneo en la práctica y cuando nada más exista un solo tipo de trabajo desde el punto de vista tecnológico, en el cual el procedimiento de labor y las formas de accionar del hombre sean idénticas. 

Al superarse la división social del trabajo, desaparecería la necesidad de medir y comparar los trabajos indirectamente mediante el valor. Todo ello estaría vinculado al desarrollo técnico y a las aplicaciones de la microelectrónica, las computadoras y las telecomunicaciones; a la completa maduración de las relaciones comunistas de producción en todo el mundo; a la su-presión de la miseria y la pobreza en el planeta; y a la formación de un hombre nuevo, con una plena conciencia solidaria, como base para la justicia social y relaciones de mutua ayuda y colaboración entre los hombres y las naciones, si éstas aún existieran. Se comprende que la humanidad alcanzaría esta etapa histórica en un futuro relativamente lejano. 

En cuanto al período de transición, la existencia de la producción mercantil está asociada a la pluralidad de tipos de economía social. Las formas básicas de la economía social en este período, según Lenin, son: el capitalismo, la pequeña producción mercantil y el comunismo; y las fuerzas sociales básicas son: la burguesía, la pequeña burguesía (particular-mente los campesinos) y el proletariado. 

Estas tres formas básicas de la economía social determinan la existencia simultánea en el tiempo de tres tipos de relaciones mercantiles, diferentes por su contenido aunque similares en su forma: las relaciones mercantiles del capitalismo; las relaciones mercantiles de la pequeña producción mercantil; y las relaciones mercantiles del socialismo. Cada uno de estos tipos de relaciones mercantiles en el período de transición presenta una dialéctica distinta en su desarrollo. 

La causa más profunda de la existencia de la producción mercantil en el socialismo consiste en la falta de maduración de las relaciones comunistas de producción, el relativamente bajo nivel de desarrollo de las fuerzas productivas y la insuficiente generalización de la conciencia revolucionaria, la cultura y la educación ética, política e ideológica entre las masas. Estos aspectos del modo de producción comunista, aún no suficientemente desarrollados en su fase socialista, se manifiestan en el grado de socialización de la propiedad social, así como en los propios medios de producción y en el trabajo. Todo ello determina que, en el socialismo, la medida del trabajo y la medida del consumo se continúe cuantificando mediante una vía indirecta: el valor. 

En el mundo de hoy, que transcurre en los inicios del siglo XXI, también existen causas externas que determinan la existencia de las relaciones mercantiles en los países que adoptan el camino del socialismo. La globalización mundial se desenvuelve según los patrones de la economía de mercado capitalista, impulsada por los más ricos y poderosos países imperialistas y los monopolios internacionales. Ello influye en las naciones que deciden construir una nueva sociedad, las cuales, al conectarse con la economía internacional, trasladan a su interior las relaciones mercantiles externas y reflejan en su propia economía las manifestaciones internacionales de la ley del valor. 

A su vez, las relaciones mercantiles en el socialismo existen sobre una base nueva y con un nuevo contenido que las diferencia sustancialmente de las relaciones mercantiles del capitalismo. Entre estas diferencias se incluye que las del capitalismo tienen lugar espontáneamente en medio de la anarquía de la producción, de la distribución, el cambio y el consumo, mientras que las del socialismo se utilizan conscientemente por el Estado socialista en el sistema de planificación centralizada de la economía, donde los objetivos por lograr en el desarrollo social son fijados previamente por el hombre de acuerdo a sus intereses y a las posibilidades reales que brinda la sociedad y la naturaleza. 

La extinción de la producción mercantil tiene lugar mediante su utilización en la fase socialista. La dialéctica nos explica este proceso contradictorio, pues en la medida que se utilizan adecuadamente las relaciones monetario-mercantiles en el socialismo se crean las condiciones para su futura extinción, la cual no tiene lugar directamente, sino como resultado de la progresiva maduración de las relaciones comunistas de producción, el elevado desarrollo de las fuerzas productivas y la generalización de la conciencia comunista entre las masas. 

En la creación de la sociedad comunista, junto al desarrollo de la base material y técnica, es decisiva la formación del hombre nuevo, “el desarrollo de los individuos en todos sus aspectos” —como precisó Marx. El comunismo exige hombres y mujeres con una elevada conciencia del espíritu colectivo y solidario, la ayuda mutua y el internacionalismo, sin los rasgos de individualismo y chovinismo que genera la pro-piedad privada sobre los medios de producción. 

Este objetivo no se logra solamente con un alto nivel de las fuerzas productivas y el desarrollo de las relaciones sociales de producción, ni con la acción espontánea de los mecanismos económicos de dirección, sino que se requiere desplegar un intenso trabajo educativo, cultural, político e ideológico entre las masas, que las eduque en los nuevos sentimientos de solidaridad humana. 

Estos sentimientos y conductas que caracterizan al hombre de la fase superior de la sociedad comunista, comienzan a manifestarse en la fase socialista de esta sociedad, los cuales deben ser estimulados y desarrollados en forma permanente y consciente. 

Refiriéndose a la importancia de la formación del hombre nuevo y su vinculación con el desarrollo de las fuerzas productivas en la construcción de la sociedad comunista, el Comandante Ernesto Che Guevara muy justamente subrayó:

Nosotros no concebimos el comunismo como la suma mecánica de bienes de consumo en una sociedad dada, sino como el resultado de un acto consciente; de allí la importancia de la educación, y, por ende, del trabajo sobre la conciencia de los individuos en el marco de una sociedad en pleno desarrollo material.1


Como conclusión, podemos destacar que la idea central alrededor de la cual gira todo el presente estudio consiste en fundamentar que la producción mercantil existe con un nuevo contenido en el socialismo, y que en la construcción de la sociedad comunista es inevitable utilizar las relaciones monetario-mercantiles y sus categorías inherentes en la dirección centralmente planificada de la economía, donde la decisión consciente de los hombres, representada en el Estado socialista, juegue el papel principal. Junto a ello, se subraya que la formación del hombre nuevo, que vivirá en el comunismo, no se alcanza espontáneamente como resultado del desarrollo de las fuerzas productivas, la maduración de las relaciones sociales de producción y la acción de los mecanismos económicos de dirección, sino que el factor principal en la formación cultural, la educación moral y ética, y en la formación de una conducta comunista en el pueblo trabajador reside en el trabajo político e ideológico que se despliegue entre las masas, con la activa participación de éstas, y sobre la base del desarrollo material. 



1     Ernesto Che Guevara: Obras 1957-1967, pp.299-300, Casa de las Américas, La Habana, 1970.


CONTINUARÁ

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