Por Betsy Anaya Cruz
Desde el año 2007, el país ha puesto particular empeño en mejorar la disponibilidad de divisas para destinar al desarrollo socioeconómico. Así, se ha hecho hincapié en la necesidad de sustituir importaciones y de promover exportaciones que permitan avanzar en este propósito.
Uno de los sectores que puede contribuir en este sentido, es el sector agropecuario.
Las importaciones de alimentos en Cuba han ido creciendo en el tiempo, tanto en términos de valor -por el incremento de los precios en el mercado internacional-, como en términos físicos, dado el estancamiento del sector agropecuario (ver gráfico 1).
Existen varios estudios sobre la posibilidad real de recuperar la capacidad de generación de ingresos de un sector que otrora mostrara superávits en su balanza comercial. La agroindustria de la caña de azúcar, mayoritariamente, y otros rubros de origen agropecuario, en menor cuantía, permitían al país la obtención de divisas para la economía, y para el funcionamiento de la propia actividad.
En los Lineamientos de la Política Económica y Social aprobados en el VI Congreso del Partido Comunista de Cuba, específicamente en el capítulo dedicado a la Política Agroindustrial, queda explícito el propósito de hacer avanzar el sector agropecuario, que durante muchos años ha permanecido en una situación de franca descapitalización y bajo desempeño, en términos de producción, rendimientos e ingresos, entre otros.
Vale destacar que por la importancia que reviste el mencionado sector en cualquier economía, y por las propias deficiencias de la actividad en el país, las transformaciones emprendidas en ese comenzaron desde el año 2007, constituyendo así la génesis del actual proceso de actualización del modelo económico cubano.
Además de los rubros agrícolas tradicionales existen otros que por su elevada aceptación nacional e internacional, pueden contribuir tanto a la liberación como a la generación de divisas. Tal es el caso de las frutas y hortalizas.
La demanda externa
Las frutas y los vegetales se encuentran entre los rubros de mayor dinamismo entre los agrícolas a nivel global en los últimos años. Su dinámica de crecimiento es superior a la de las agroexportaciones en su conjunto desde mediados de la década de los 80 del pasado siglo.
El consumo de estos renglones se ha acelerado por varios motivos, tanto desde el punto de vista de la demanda como de la oferta. Por el lado de la demanda, se aprecia un incremento del consumo sobre todo en los países desarrollados ya que: la población tiene satisfechas sus necesidades alimentarias básicas (en términos de energía, proteínas y grasas) y cuenta con un poder adquisitivo que le permite preocuparse por mejorar la calidad de su dieta; por lo general, una considerable proporción de la población tiene en edades avanzadas y consume frutas y vegetales por sus cualidades benéficas para la salud. Existen en estos países minorías étnicas que igualmente demandan este tipo de alimentos.
Así, las importaciones mundiales de tales rubros también presentan una tendencia creciente desde hace muchos años. Por regiones, es la Unión Europea el mercado que absorbe más de la mitad de estas importaciones, seguido de América del Norte (EE.UU. y Canadá) y Asia. Aunque es la Unión Europea, como conjunto el primer destino de las importaciones, Estados Unidos es el país que presenta una mayor demanda de importación a nivel mundial.
Estos incrementos en las importaciones de frutas y vegetales se encuentran estrechamente vinculados a varios factores que han estimulado su consumo en el mundo, entre los que pueden mencionarse:
- Las campañas llevadas a cabo de conjunto por la Organización Mundial de la Salud y la FAO que recomiendan consumir 400 gramos por persona diariamente (las cifras promedio están muy por debajo de estas indicaciones).
- Se recomienda su consumo en la lucha contra el cáncer, enfermedades cardiovasculares, diabetes y otros padecimientos crónicos. Se estima que de cumplirse esas indicaciones se pudieran salvar 2,7 millones de vidas al año.
- El crecimiento de la demanda de frutas tropicales y exóticas, como por ejemplo aguacate, mango y papaya, debido fundamentalmente al aumento de las minorías étnicas en los países desarrollados.
Estos elementos, unidos a otros como la existencia de estilos de vida más agitados y el aumento de mujeres que trabajan fuera del hogar, han originado una segmentación importante de la demanda.
Esta ha generado una transformación del mercado agroalimentario en su conjunto, en aras de satisfacer las crecientes exigencias de los consumidores. De productos "commodities" se ha transitado a surtidos de mayor valor agregado: precortados, en porciones individuales, listos para consumir, precocinados.
Dichos productos, a la vez que se ajustan a las diversas demandas, presentan cotizaciones más elevadas. Esta transformación en la oferta ha sido posible, además, por diversos factores entre los que prevalecen:
-El abaratamiento e incremento de los sistemas de transporte, ya que se trata de productos altamente perecederos que necesitan ser transportados en el menor tiempo posible y/o bajo condiciones especiales de conservación;
-El avance de la ciencia y la tecnología, que repercute en todas las etapas del proceso desde la concepción del producto hasta el consumo final. Esta ha permitido el mejoramiento de los procesos biológicos, la fabricación de equipos modernos para la producción, el empleo de nuevos materiales y equipos de embalaje, el desarrollo de métodos más modernos de beneficio, conservación y almacenamiento, que permiten una mayor durabilidad del producto, entre otros.
La capacidad de producir o adoptar nuevas tecnologías se ha convertido en un aspecto vital para lograr una mejor inserción en el mercado mundial.
La dinamización de los flujos de comercio de frutas y vegetales trajo consigo, durante la década del 90, ajustes importantes en los sistemas de distribución, con una alta concentración en los proveedores. La articulación de cadenas de valor que permitieran engranar las diferentes etapas del proceso desde la producción hasta la comercialización y viabilizaran la obtención de rubros con determinadas especificidades, le fueron confiriendo a la distribución un rol preponderante mediante grandes cadenas de supermercados.
Dichas estructuras, dentro del sector agroalimentario, se han ido expandiendo de manera acelerada, y en la actualidad son los que marcan las pautas que el resto de los integrantes de la cadena deben acatar. El hecho de que un volumen importante del comercio global de frutas y hortalizas esté comandado por importantes cadenas de supermercados, implica un reto sustancial para los países que desean incorporarse a este comercio, no solo por el monopolio que ejercen estas cadenas, sino porque para ello se necesita un volumen considerable de recursos que permita adecuar los productos a sus exigencias.
Las frutas y hortalizas en Cuba
En los años más recientes, las producciones cubanas de frutas y hortalizas han experimentado un importante crecimiento, aún en medio de grandes carencias materiales.
Así, sus niveles para el año 2010, resultaron muy superiores a los de 1990. La de cítricos, por su parte, en 2010 estuvo 65 % por debajo de décadas anteriores. De los tres grupos, son las hortalizas las que destacan por su dinámica de crecimiento, fenómeno asociado a la creación de organopónicos, fundamentalmente en las zonas urbanas a inicios de los 90.
Si se observa el comportamiento de los rubros que aparecen desagregados en los Anuarios Estadísticos de Cuba, se puede constatar que la producción de todos experimentan crecimientos, siendo los más significativos los de la cebolla, la frutabomba, el tomate y el mango. La excepción más drástica es la naranja dulce que decreció en un 70 %, comportamiento que, evidentemente determinó la contracción de la producción de cítricos.
Las frutas y hortalizas en Cuba se cosechan en superficies que pertenecen al sector estatal y no estatal. El sector privado incluye las empresas agropecuarias, silvícolas y otras entidades que desarrollan las actividades agrícolas, pecuarias y silvícolas. El segundo abarca las Unidades Básicas de Producción Cooperativa (UBPC), las Cooperativas de Producción Agropecuaria (CPA), las Cooperativas de Créditos y Servicios (CCS), los productores (campesinos) privados dispersos y el estimado de patios y parcelas de los hogares, de acuerdo con las notas consultadas en la Oficina Nacional de Estadísticas (ONE 2012).
Si se analiza la estructura de la producción hortofrutícola cubana por tipo de propiedad en el año 2009, se observa que la mayor parte de esta se genera en el sector no estatal (el 94,4% de las frutas y 81,30 % en las hortalizas); a diferencia de lo que ocurría en el año 1990 que fue de 42,2 % de las hortalizas y 50,2 % de las frutas no cítricas.
Este cambio estructural a favor de la propiedad no estatal está vinculado a las medidas que desde la reforma de los años 90 se introdujeron en el sector agropecuario como la entrega de tierras en usufructo a campesinos individuales y la conversión de las Unidades Básicas de Producción Agropecuaria en (UBPC).
En relación con la exportación, Cuba tiene experiencia previa ya que no obstante su especialización exportadora bien concentrada en el azúcar, llegó a realizar algunas operaciones de frutas y hortalizas hacia Estados Unidos en el período pre revolucionario. Luego de 1959, al perder el acceso al mercado estadounidense por el bloqueo económico implantado por ese país, la Isla tuvo que reorientar los destinos geográficos de sus exportaciones hacia el extinto campo socialista, dirigiendo cantidades importantes de cítricos frescos y en conserva. También se exportaron pequeñas cantidades de piñas a Canadá y de frutas tropicales en conservas y vegetales, como los pimientos, hacia países árabes.
La crisis de los 90 significó la pérdida del mercado más importante para las exportaciones cubanas, con lo cual los volúmenes cayeron drásticamente, situación esta que no ha logrado revertirse.
A pesar del crecimiento apreciable de la producción, el esfuerzo exportador es todavía muy pequeño, no alcanzándose los niveles anteriores, donde se observa que a pesar de la recuperación productiva, el valor exportado en el año 2008 representa solo 16 % de lo logrado en 1990. En este resultado pudiera existir alguna influencia de los precios a nivel mundial, pero sin dudas esta contracción responde mayormente a la caída en los volúmenes de exportación, de modo que se pudiera afirmar que Cuba tiene un potencial en estos rubros que no ha llegado a manifestarse.
Los porcentajes de la producción de algunos rubros que tienen como destino la exportación se muestran en la tabla para los años 2007, 2008 y 2010.
La fuente de información con la que se cuenta no es la misma para todos los años, pero aún así, la realidad es la que muestran los datos: los porcentajes que se destinan a la exportación son muy exiguos en la actualidad.
No puede perderse de vista que no todas las variedades de frutas y hortalizas son adecuadas para la exportación, pero aún tomando en consideración este elemento, se puede afirmar que no se aprovecha adecuadamente el potencial productivo existente.
El lograr una dinámica exportadora de frutas y hortalizas se considera un propósito que merece valorarse, tomando en consideración la necesidad de ingresar divisas para el país y para la propia actividad agropecuaria.
En el empeño de potenciar las exportaciones hortofrutícolas, Cuba debe sortear varios obstáculos. Primeramente, se enfrenta a un entorno internacional muy competitivo, en el que el comercio se desarrolla cada vez más a partir de la formación de cadenas y redes productivas de alcance planetario.
Los agentes participantes de estas cadenas capturan diferentes porciones del valor que generan, y ello tiene que ver con los recursos que dominan: desde el diseño del producto hasta el mercado de destino. Del rol que pueda desempeñar Cuba en las cadenas globales dependerán los beneficios de este comercio, por lo que debe persistir en un mejor posicionamiento y también por conseguir espacios de mercado en países de similar desarrollo.
Además, Cuba encara la dificultad mayor de no poder acceder al mercado estadounidense, que constituye a nivel mundial el país de demanda más dinámica de estos rubros. Habría entonces que explorar qué posibilidades de introducción existen en otros mercados y, por supuesto, incrementar la participación en aquellos a los cuales ya se tiene acceso.
Otro problema a enfrentar en este propósito exportador es el de la calidad de frutas y hortalizas, en parte por la carencia de una cultura de producción para la exportación, que se manifiesta en un bajo conocimiento del manejo del paquete tecnológico, elemento esencial para que el producto tenga las características que se demandan. Como en ocasiones la calidad de la oferta cubana no se corresponde con la que se requiere para su ubicación en mercados foráneos, un objetivo más inmediato podría ser potenciar las producciones con vistas a satisfacer la demanda del sector turístico.
Si se desea analizar de manera sistémica el problema, no puede obviarse el hecho de que sobre la actividad exportadora, como sobre cualquier otra, influye también su entorno. El sector agropecuario en su conjunto atraviesa una situación bastante crítica en la actualidad, que tiene sus impactos sobre la actividad exportadora hortofrutícola en tanto esta es una parte del conjunto. Tal situación se manifiesta en elementos como:
-la afectación del modelo de gestión de la agricultura provocada por la dualidad monetaria y la tasa de cambio oficial vigente, que provoca grandes distorsiones;
-una profunda descapitalización, manifiesta en el estado y disponibilidad de la maquinaria agrícola, los equipos de transporte, los sistemas de regadío, y que abarca además las actividades de acopio, investigación y servicios fitosanitarios;
-el suministro de bienes intermedios y materia prima como soporte material de las producciones, además de ser insuficiente para algunas actividades, en no pocas ocasiones se ve afectado por el incumplimiento de los pagos en tiempo a los proveedores con lo cual se afecta el proceso productivo;
-la escasez de mano de obra, agudizada por el éxodo de parte de la fuerza laboral del sector hacia otras ramas con mejores perspectivas para la economía individual;
-la falta de incentivos a la exportación, ya que el esfuerzo que demandan las producciones exportables por parte de los productores es mayor, y los beneficios no lo compensan; en ocasiones no existen precios diferenciados por destino productivo;
-la existencia de una estructura organizativa, donde resalta la coexistencia de una diversidad importante de agentes y sujetos que intervienen en los procesos, que en ocasiones obstaculizan su desempeño.
Por demás, hay otros aspectos que dificultan el correcto desarrollo de las actividades agropecuarias que no pueden quedar excluidos, como es el caso del mal estado de la infraestructura vial en el país. Este fenómeno impide en ocasiones el acopio de volúmenes de productos o su distribución a los diferentes destinos, e incluso perjudica el clima para la inversión extranjera en el sector, en los casos en que esta se desee potenciar.
Justamente, este panorama es el fundamento de las transformaciones que desde 2007 vienen teniendo lugar en el sector agropecuario, y que deben mostrar sus frutos en los próximos años. (Continuará)
*La autora es Máster en Ciencias Económicas e investigadora del Centro de Estudios de la Economía Cubana (CEEC).
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