De motor de la economía cubana, la industria del dulce vive en la actualidad momentos de leve recuperación.
La Habana, 15 feb.- La reorganización de la actividad agropecuaria en zonas cañeras estimula mejores rendimientos, aumentos en la producción de alimentos y una mayor participación de los trabajadores en las actividades socioeconómicas.
Así lo aseveran Isidro Acuña, Alexander Chile y Noraimi Velázquez, profesores de las universidades de Pinar del Río y Artemisa, en el occidente cubano, en el artículo “Estrategia de cambio para la actividad agropecuaria-cañera” publicado en último número de la Revista Avances.
En la publicación editada por el Centro de Información y Gestión Tecnológica de Pinar del Río, el colectivo de autores expone detalles de la implementación de una estrategia de cambio en la Unidad Empresarial de Base (UEB) de Atención a Productores Cañeros 30 de Noviembre.
El plan buscó la gestión eficiente y fortalecer los colectivos de trabajadores, para incrementar la sostenibilidad de la producción cañera y alimentaria. Incluyó la creación de capacidades para satisfacer las necesidades locales y excedentes de caña de azúcar (Saccharum officinarum L).
La estrategia se materializa a través de un programa de desarrollo para cada unidad de producción o actividad productiva en particular, alertó el equipo de trabajo.
MoliendaLa zafra en curso, 2015-2016, atraviesa un panorama desfavorable por las desavenencias del clima: primero la prolongada sequía y luego las intensas lluvias de inicio de este año.
“La zafra está muy mal”, dijo el pasado enero el político Ramón Machado Ventura, en la televisión nacional. Indicó que la molienda debió atrasar sus labores por un clima diferente al que suele reinar en esa época.
Según cifras oficiales, la campaña 2014-2015 creció en un 18 por ciento con respecto a la temporada anterior, cuando se lograron 1,6 millón de toneladas de azúcar. El otrora primer sector de la economía aspira a recuperarse, después de un período crítico con el peor registro de 1,1 millón en 2010.
Es que en 2002 la industria comenzó a vivir una reestructuración sin precedentes, que implicó el cierre de 70 fábricas de dulce.
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Según el artículo, la experiencia desarrollada de 2010 a 2012 causó “un comportamiento favorable de los indicadores económicos y productivos, entre los que sobresale la disminución del costo por peso de producción mercantil a 0.94 centavos”.
De igual forma, contribuyó a “obtener utilidades, así como una mejor estructura de cepas que favorece el crecimiento de las rendimientos por hectáreas, el suministro estable de materia prima al central durante la zafra y enfrentar las plagas y enfermedades del cultivo”.
En el campo de la administración científica, “las decisiones deben estar respaldas por un pensamiento estratégico, en correspondencia con los procesos que se gestionan”, opinaron. Por ello, proponen tres etapas: formulación, implementación y revisión y control.
“Analizar la situación tanto interna como externa, a nivel micro y macro, determinar a dónde queremos llegar y definir cómo hacerlo; es decir, analizar las decisiones que se deben tomar, son elementos insoslayables para reducir al mínimo los costos e impactos negativos en el ambiente y aumentar la productividad y sostenibilidad”, explicaron.
Para ello, “se hace obligatorio contar con la participación de los especialistas de la producción, los directivos y trabajadores, aspecto fundamental para lograr su incorporación en la posterior implementación”.
Otro paso fundamental es el diagnóstico estratégico “etapa que contempla el análisis interno de la organización y su entorno (…) mediante una caracterización general del sector y el municipio para conocer mejor la situación que se pretende transformar”, indicó el texto.
Se debe atender, asimismo, indicadores ambientales-productivos relacionados con el uso y tenencia de la tierra, productividad, rendimiento agrícola, la composición varietal, efecto de las variables climáticas, comportamiento de las principales plagas y enfermedades y la biodiversidad, entre otros aspectos.
Para el estudio de la reorganización de la producción en los agroecosistemas cañeros, también es necesario caracterizar las relaciones sociales de producción en el contexto de la economía nacional, del sector y de la rama, que inciden directamente en el sistema estudiado.
Tampoco se puede obviar la influencia de factores más específicos como competidores, clientes, instituciones financieras, el gobierno, los sindicatos, los medios de comunicación y otros grupos de interés.
Finalmente recomiendan que “para que el programa responda al enfoque participativo, agroecológico y prospectivo” debe ser elaborado, discutido y enriquecido con los productores en las unidades de producción y aprobado en la Asamblea General de Trabajadores. (2016)
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