La figura de Francisco de Arango y Parreño debe ser considerada y estudiada dentro de una serie de grandes hombres...
JUAN CARLO IMBERT, Cubahora
Arango y Parreño fue un lector asiduo de los más avanzados textos de Economía Política de su tiempo.
Francisco de Arango y Parreño (La Habana, 22 de mayo de 1765- La Habana, 21 de marzo de 1837):
Abogado, comerciante y economista cubano.
Pomotor de la creación de la Sociedad Económica de Amigos del País
Abogó por la tecnificación del proceso productivo de la industria azucarera, la libertad del comercio de esclavos, el estudio en el país de la química, la física y la botánica.
El siglo XVIII cubano es sumamente estudiado y profundizado, pues es en ese momento precisamente donde se sientan las bases de nuestra nacionalidad y florece en toda su dimensión la sociedad criolla, con intereses más arraigados a la isla que a la metrópoli europea.
Dentro de este siglo suele ser reconocida la influencia de los representantes de la generación de 1790, dígase Tomás Romay, José Agustín Caballero, Nicolás Calvo y Francisco de Arango y Parreño, este último uno de los baluartes de la primera corriente reformista en la Cuba colonial, quien nació un 22 de mayo de 1765 en La Habana.
Conocido por muchos como uno de los promotores de la creación de la Sociedad Económica de Amigos del País —de la cual fue director posteriormente—, desde los diferentes cargos públicos que ocupó se preocupó por tratar de solucionar los problemas que afectaban al desarrollo de la industria, la agricultura y el comercio del país.
Para lograr este propósito nombraron comisiones que salieron al extranjero con el fin de estudiar los progresos materiales de las naciones más adelantadas y asimilar experiencias para Cuba.
Lector asiduo de los más avanzados textos de Economía Política de su tiempo, entre ellos la obra de Adam Smith, se nutrió a no dudar de las ideas económicas, sociales y políticas de ese momento histórico en el cual el capitalismo emerge con fuerza incontenible en el escenario mundial.
En este sentido, se observa en su obra una fuerte influencia del librecambio como vía fundamental para lograr la inserción eficiente de Cuba en el mercado mundial capitalista a través del modelo de plantación azucarera.
Esto constituye un ejemplo de cómo fueron recepcionadas las ideas económicas de los centros de poder en las periferias del sistema capitalista y cómo esta generación intentó resolver el siempre complicado problema de la inserción económica de Cuba en el mercado mundial capitalista.
El ideal librecambista constituye la brújula fundamental de casi toda la obra de Arango y Parreño. Entre sus principales textos podemos encontrar Discurso sobre la agricultura de La Habana y medios de fomentarla, escrito en 1792 donde se recoge en esencia el proyecto plantacionista de la clase social asociada a la producción azucarera en la isla.
En esta obra se realiza un análisis de la situación económica de Cuba (en especial la región Occidental) que incluye un estudio histórico sobre la evolución económica del país y de la política colonial española hacia la Isla.
Resulta destacable el balance sectorial que hace el autor sobre la situación de la isla en su diagnóstico, estableciendo de manera categórica dónde estaban las ventajas e “inconvenientes” para el progreso del archipiélago cubano.
El estudio de Francisco de Arango no pasa por alto el análisis de la coyuntura histórica que le tocó vivir. Sus obras referentes a temas económicos lo ubican entre uno de los fundadores del pensamiento económico cubano, pues constituyen un programa amplio y pionero de peticiones de reformas y reordenamientos de las relaciones entre Cuba y España.
El ilustre habanero impulsó sus ideas en términos económicos, dirigidas a ampliar la producción agrícola mediante el aumento de obreros, promovió la supresión de trabas que impedían el comercio con el extranjero, defendía abolir o disminuir los derechos que oprimían a los productos cubanos y proporcionar nuevos mercados para ellos.
Para él, la clave del progreso la constituía la inserción en el mercado exterior a partir de la producción de azucarera, la cual fungía como eje de su estrategia de crecimiento económico para Cuba.
Como representante de la ilustración reformista cubana tuvo un claro sello oligárquico y esclavista, pero iniciaba esta ilustración un movimiento político y social que la trascendía, tanto en el sentido clasista como en las elaboraciones del pensamiento.
A pesar de sus enfoques esclavistas y su oposición a la independencia, la figura de Arango y Parreño debe ser consideraba y estudiada dentro de una serie de grandes hombres que a partir de 1790 contribuyeron decisivamente al nacimiento de nuestra nacionalidad, al ser parte de una cultura que surgía y que no era ya española, sino que cada vez, con mayor incidencia, acusaba características propias.
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