Las informaciones publicadas a partir de la sesión a mitad de año de la Asamblea Nacional del Poder Popular dan cuenta que el Producto Interno Bruto (PIB) creció un 1,1% en el primer semestre. Coincidentemente, este resultado no es muy diferente del obtenido en el mismo período del año anterior.
Este desempeño, que sigue siendo muy discreto, se alcanza en condiciones algo distintas al período precedente. Por sectores, se expuso que los mejores indicadores se alcanzaron en el turismo, la construcción, el transporte y la agricultura. Se podría agregar que aunque la zafra azucarera no cumplió el plan de producción, incrementó su volumen de producción en relación a la cosecha de 2016. Las inversiones crecen pero quedan por debajo de lo planificado al igual la ganadería vacuna.
Las explicaciones ofrecidas resaltan que la situación financiera externa se mantiene muy ajustada. El gobierno dio a conocer que ha pagado más de 2 000 millones de dólares por concepto del servicio de la deuda, pero se han incumplido los pagos a numerosos proveedores. Además, se mantienen los problemas en el suministro de combustible, fundamentalmente desde Venezuela. En ese sentido, el Ministro de Transporte se refirió a la realización de compras de petróleo en otros mercados más distantes, como Rusia y Argelia.
Como aspecto positivo, se aseguró que se habían aprobado 11 nuevos negocios con empresas de capital extranjero (cinco en la Zona Especial del Mariel) por un monto cercano a los 1 300 millones de dólares, y la expansión de otras dos asociaciones ya existentes. Sin embargo, a partir de las críticas realizadas por el presidente cubano en la sesión del parlamento a fines de 2016, resulta desalentador que no se hayan anunciado nuevas iniciativas alrededor de la política de atracción de capital extranjero.
En general, las cifras divulgadas son escasas y desestructuradas, lo que impide un análisis a fondo del comportamiento de la economía. No obstante, llaman la atención algunas cuestiones. Varios analistas consideraron que el objetivo de incremento del PIB para 2017, establecida en un 2% para todo el período, era alcanzable teniendo en cuenta el punto de partida, pero se podía considerar el escenario optimista, y no necesariamente el más probable.
Ese objetivo suponía que la fabricación de azúcar crecería casi un 45%, pero solo se logró menos de la mitad de esa cifra. Al cierre de junio el Ministerio de Turismo reportaba que el arribo de visitantes aumentó un 23%, un resultado excepcional, con una dinámica favorable en los ingresos turísticos. Sin embargo, se alertaba que las estancias en los hoteles apenas cambiaron en este ejercicio. Esto sugeriría que prácticamente todo el incremento fue a parar al sector privado, que viene ocupando un papel cada vez más importante en esta industria. Esta característica tiene amplias implicaciones para el desarrollo futuro y requiere un examen cuidadoso, para impedir que la tentación de aumentar la captación en las arcas públicas se trate de alcanzar con medidas coercitivas.
Por el momento, esto implica que los derrames directos hacia las familias conectadas con la cadena de valor en esta rama se mantendrán, lo que previsiblemente alimentará otras actividades estrechamente vinculadas como el transporte, la inmobiliaria, los restaurantes y bares, entre otros. La relación entre estos ingresos y la dinámica del PIB es desconocida, ante la ausencia de datos detallados. Ciertamente, la relación existe a cuenta de los impuestos pagados al fisco, el gasto realizado en los establecimientos estatales, y los pagos a otros productores, que a su vez, reproducen el mecanismo anterior. No obstante, una proporción difícil de estimar no llega a formar parte de las cuentas nacionales, en tanto se quedan en los circuitos informales de abastecimiento desde el exterior. Esto podría constituirse en una medida de la ineficiencia de la distribución y la importación de las empresas estatales, que no logran competir ni en precio, calidad, variedad o estabilidad del surtido. Sin mencionar que en otro contexto, la participación nacional en la cadena de suministros al sector podría aumentar considerablemente.
El plan también presuponía un comportamiento específico en varios de los sectores anteriormente comentados, que en muchos casos no fue alcanzado. Se conoce que el primer semestre es el de mayor peso para el desempeño en el año, debido a la zafra y la temporada alta del turismo internacional. A pesar de la elevada dinámica del turismo, la expansión solo llegó al 1,1%, lo que indicaría que la economía tendrá otro año muy discreto, que no modificaría la senda de bajo crecimiento que ya se extiende por casi una década.
Por otro lado, el contexto externo contiene una combinación de señales positivas y negativas. Por ejemplo, los precios de algunos productos claves para la economía cubana muestran comportamientos positivos a comienzos de este año. Aunque las ganancias son en cualquier caso muy modestas, indican una tendencia más favorable. En algunos casos, esta dinámica puede compensar los tropiezos en algunas de estas producciones, como es el caso del níquel. La combinación de una mayor cotización junto a una mejor zafra azucarera indicaría que los ingresos por exportaciones de azúcar deben ser superiores este 2017. El caso del petróleo es significativo, porque a primera vista Cuba aparece como un importador neto de energía, y lo es efectivamente. Pero el efecto neto en balanza de pagos sigue el mismo sentido de la evolución de las cotizaciones del “oro negro” debido al impulso que supone para socios comerciales importantes para la Isla como Venezuela, pero también Rusia, Canadá, Angola y Argelia.
La situación en los socios externos principales del país es mixta, con una evolución más favorable que en 2016 para la inmensa mayoría de ellos. Brasil y Rusia han dejado atrás recesiones profundas en el primer trimestre de 2017. Canadá y la Unión Europea deben crecer a tasas más elevadas (aunque no mucho). La mejoría en Canadá ya se ha hecho sentir en los arribos a Cuba, que dejaron de caer en el primer semestre de este año. China se desacelera marginalmente pero continúa con un crecimiento robusto de más del 6% anual[1]. Sin embargo, las proyecciones para Venezuela continúan siendo negativas, lo que indiscutiblemente afectará el desempeño cubano. La otra buena noticia es que el comercio mundial aumentará más rápidamente que en los dos períodos anteriores.
El 16 de junio, el presidente de Estados Unidos dio a conocer algunos cambios en las políticas introducidas por su predecesor en relación a los viajes de norteamericanos a la Isla. Aunque el discurso dejó entrever más palabras rimbombantes que cuestiones sustantivas, y a falta de los muy importantes detalles que contienen las regulaciones (deberán ser publicadas en el otoño), la eliminación de la licencia general para viajes individuales dentro de la categoría “pueblo a pueblo” seguramente va a afectar los viajes. Adicionalmente, se prohibirán las transacciones de cualquier tipo con entidades vinculadas al ejército.
A lo que habría que sumar la incertidumbre y la perspectiva negativa que introducen en la relación con Cuba. También es esperable que las autoridades se muestren más exigentes en el cumplimiento de los requisitos, que hasta ahora se había aplicado de una forma relativamente relajada. Es pronto para anticipar el impacto real de estas medidas, pero en todo caso no son un paso para mejorar las relaciones, y en sectores de gran peso como el turismo, la afectación va a existir. Es solo cuestión de determinar su alcance. Por otro lado, habría que monitorear el efecto en el relacionamiento de terceros con la Isla, en tanto este retroceso puede percibirse como un aumento desproporcionado de los riesgos de invertir y asociarse con entidades cubanas. De particular importancia será establecer la influencia sobre las entidades financieras de otros países, que ya venían enfrentando un entorno bastante desafiante en sus transacciones con Cuba.
Desde la política económica cubana no se observan demasiadas iniciativas contracíclicas, lo que ha sido una característica del panorama económico durante muchos años. En general, la tendencia ha sido a administrar los efectos de las crisis, “protegiendo” a los sectores prioritarios y tratando de mantener los servicios esenciales, con un esfuerzo particular dedicado a evitar los “apagones”. Aunque la aprobación de un mayor número de proyectos con inversión extranjera es una señal bienvenida, debe ser soportada y ampliada con nuevas propuestas orientadas a simplificar las tramitaciones y mejorar el clima de negocios, que sobrepasa con mucho la publicación de proyectos en la Cartera de Oportunidades de Inversión. Esto contrasta con el anuncio de medidas restrictivas en relación a las cooperativas (se dijo que la perspectiva es consolidar las existentes) y al sector privado, lo que equivale a decir que se mantiene e incluso refuerza el sesgo en contra del empresariado doméstico. Nada nuevo tampoco se anunció respecto a la empresa estatal, el comercio exterior o el arreglo monetario y cambiario.
En resumen, la postura oficial sugiere que la evaluación realizada tiende a considerar este ciclo como resultado de aspectos coyunturales, y mucho menos como el reflejo de complejos problemas estructurales, que aunque sucintamente reconocidos en los Lineamientos de 2011, no han encontrado el tratamiento adecuado en las transformaciones acometidas desde entonces.
Nota:
[1] Todas las cifras y estimaciones son tomados de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) y las proyecciones que elabora el Fondo Monetario Internacional (World Economic Outlook).
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