Lubia Ulloa Trujillo (ACN) ECONOMÍA 01 Agosto 2018, Invasor
Las bodegas en Cuba son, desde hace muchos años, esos espacios en los barrios donde confluyen los vecinos para, a la par de adquirir los alimentos normados, conversar entre ellos y actualizarse de temas tan diversos como la propia población del lugar.
Ciego de Ávila cuenta con 493 tiendas de productos alimenticios, como también se le conoce a este tipo de establecimientos.
Entre los requerimientos que estos sitios deben mostrar, están la seguridad y la higiene extremas, porque almacenan productos comestibles que se expenden a los consumidores; entre ellos, los que cuentan con precios de venta subsidiados.
Sin embargo, no son pocas las que carecen de las mejores condiciones constructivas y de congelación para resguardar cárnicos, leche, azúcar, pan, arroz, granos y huevos...
En la última reunión de 2017 de la Asamblea del Poder Popular en el central territorio cubano, Ricardo Dapía Batista, director provincial de Finanzas y Precios, informó que aunque el suministro por esa vía (bodegas) solo cubre una parte de las necesidades mensuales de los 155 mil 388 núcleos familiares avileños, el presupuesto para la actividad es de más 119 millones de pesos.
Pero Cuba, aun sin estar holgada financieramente, ratifica la vocación humanista de su sistema social y, contra viento y marea, cada año mantiene ese beneficio.
Entonces, es injustificable que quienes tienen el encargo de cuidar esas unidades como se debe, no lo hagan y pongan en riesgo la calidad e inocuidad de los alimentos que allí se guardan, algunos por un mes, otros solo por horas.
En recorridos que la Agencia Cubana de Noticias realizó por varias de estas unidades en la capital avileña, constató que, aunque los recursos no alcanzan para todos, existe dejadez por parte de Comercio pues, el mal estado constructivo en algunas, más la chapucería en otras, empañan el buen servicio.
El Bodegón, ubicado en una de las esquinas del centro de la ciudad, debiera estar cerrado; no solo porque sus cinco puertas, llenas de comején, carecen de seguridad, sino también porque el techo se filtra, el falso techo está a punto de caerse, y la nevera hace rato dejó de cumplir su función.
Daisy Rodríguez Cordero, su administradora, comenta que desde 2016 el local está en un plan para arreglarlo, pero hasta ahora solo el piso de una parte del almacén fue cambiado.
“Al no trabajar la nevera que, además, no reúne las condiciones higiénico-sanitarias necesarias, cada vez que entran los cárnicos corremos el riesgo de que se echen a perder por falta de congelación”.
Para mantener con temperatura fría las entregas de pollo, picadillo y carne de dieta, la solución ha sido comprar hielo a los vecinos, dice Daisy, quien, junto con sus dos dependientes, no descansó durante los días lluviosos de mayo por el constante movimiento de los sacos de granos y azúcar dentro del pequeño almacén para que no se mojaran.
Cien metros antes de El Bodegón, con una fachada muy antigua, está la bodega piloto La Central, donde, según su administrador Rafael Quesada Gómez, cae alguna que otra gotera después que quitaron una parte del techo de madera y teja del pequeño almacén para ponerle fibrocemento.
“El arreglo se demoró unos cuatro meses y ya ve, no quedó bien”, refiere Rafael, quien tiene su mesa de apuntes en un pequeño espacio poco iluminado entre sacos y un baño.
En otra esquina céntrica de la capital de Ciego de Ávila, esta vez en Marcial Gómez y Joaquín Agüero, la bodega La Principal, que hace unos cinco años se benefició con el cambio de puertas y techo, y además quedó pintada, es víctima, desde entonces, de la chapucería en la cubierta del pequeño almacén.
La dependienta Yamilka Ibañez Lima explica que las tejas de zinc las pusieron mal y, cuando llueve, todo se moja, por lo que mantienen gran parte de los alimentos tapados con mantas que entregó Comercio.
Pero, en La Principal, las goteras no solo caen de arriba, porque la pesa para la recepción está, hace mucho tiempo, rota, durmiendo el sueño eterno.
“Aquí recibimos alimentos para tres tiendas, pues Las Delicias y La Viña están cerradas, y al no contar con una báscula esa recepción se hace a suerte y verdad”, alega Yoanni Tamayo Velázquez, administradora que cubre vacaciones.
Lucila de la Caridad Viart Capiro, vecina del lugar, comenta que no se siente mal servida en La Principal, pero le duele ver como a Las Delicias, su verdadera tienda, se le cayó el techo, fue víctima del robo de sus cristales, le crecen diferentes arbustos adentro, y afea la esquina de Carretera Central por donde pasan viajeros de otras provincias.
En estas tres tiendas visitadas hay más de un denominador común en aspectos negativos, pues los tanques para almacenar el aceite están llenos de herrumbre, los baños de los trabajadores carecen de luz y, en El Bodegón, la taza sanitaria es un peligro, al estar rajada.
Es justo reconocer que dependientes y administradores exhiben buen porte y aspecto, y mantienen organizados los almacenes, pero, en algunos de estos centros se expenden, además de lo normado, otros surtidos como vinos y lejías, mercancías que pueden contaminar los alimentos en el primer percance que ocurra, porque los locales son demasiado chicos.
Sería perfecto que a las bodegas les suministraran más productos empaquetados, porque no todas las pesas son las más adecuadas para colocar sobre ellas picadillos y otras carnes que se reciben a granel.
En cambio, como ese deseo todavía no se alcanza, hay que apelar a la conciencia de quienes están responsabilizados con mantener la higiene de esas pequeñas básculas.
Vale entonces recordar que en la Resolución 54 de 2018 del Ministerio del Comercio Interior, relacionada con la Protección al Consumidor, se plasma que el cliente está en el derecho de recibir productos y servicios que cumplan con los requisitos de calidad y de seguridad establecidos.
La Agencia Cubana de Noticias encontró bodegas que son ejemplos de organización y seguridad.
En la transitada esquina de Independencia y Abraham Delgado de la capital avileña, la bodega La Paz le hace honores a su nombre: acogedora, limpia, ventilada, y en ella los consumidores reciben un trato cordial de dependientes y administrador.
En Majagua, la tienda El Micro es otra que navega con suerte y, aunque pide un poco de pintura, el techo, de canelones, que transmite un calor de mil demonios, está como nuevo, y los 2 655 consumidores que se sirven de ella tienen a buen resguardo los productos normados, pues también puertas y persianas son seguras.
Alberto Toledo Dorta, dependiente, en función de cubre-vacaciones del administrador, manifiesta que, para recibir la mercancía, siempre en tiempo de un mes para otro, cuentan con una báscula en buen estado.
Danilo Castillo Pérez, subdirector económico del grupo empresarial de Comercio, Gastronomía y Servicios en Ciego de Ávila, explica que el sector posee más de 40 millones de pesos en activos fijos tangibles netos; sin embargo, para reparar y mantener no llega a los 10 millones de pesos cada año: “Eso quiere decir que se dificulta la restructuración de una manera escalonada de la red en su conjunto.
“El paso del huracán Irma provocó severos daños en más de 300 establecimientos del Grupo Empresarial, de los cuales queda un 20 por ciento por reparar”, precisa.
“Este sector, cada año demanda entre siete y ocho millones de pesos para ‘pasarle la mano’ a lo más urgente, mas la realidad es otra porque recibimos entre tres y cuatro millones”, dice Castillo Pérez.
“Por concepto de reparación y mantenimiento a bodegas, unidades gastronómicas, tiendas industriales y de venta de materiales de la construcción, y talleres de servicios, se dispone este año de cuatro millones 656 mil pesos, de ellos solamente para las bodegas es un millón 151 mil pesos”, alega.
Luego refiere que “según el programa establecido para esas labores, de ese monto se habían ejecutado 216 mil 100 pesos hasta el cierre de mayo. En cuanto a la adquisición de cámaras de frío, entre el 2015 y el 2017 se compraron 12, lo cual permite que, en cada uno de los 10 municipios, al menos exista una y así se garantiza la comercialización de cárnicos en los mercados Ideal.
“Pero la situación se torna más crítica en las bodegas y carnicerías, porque no hay equipos de refrigeración para todas, por lo que la medida ha sido darles prioridad a los planteamientos de la población.
“En 2017 recibieron neveras cuatro tiendas y al concluir el quinto mes del año en curso recibieron estos tipos de congeladores otras cuatro”, agrega Castillo Pérez.
Con el paso de los años, las bodegas en Cuba han cambiado algunos aspectos comerciales, como, por ejemplo, los horarios de atención al público, prescindir de una cantina de bebidas, y de la parte que en ellas se reservaba para la venta de ropa y zapatos.
Mas no han perdido su esencia: servir como espacios donde venden alimentos, y ser ese lugar de encuentro y reunión de los vecinos del barrio.
Por ello, al calor de la Resolución 54 del 2018 del Ministerio del Comercio Interior relacionada con la Protección al Consumidor, vale la pena echarle una mirada a las condiciones que presentan hoy gran parte de esas unidades, donde la población acude para recibir alimentos de primera necesidad.
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