sine die
SD 26 Juan
M Ferran Oliva enero 28 DE 2019
Cuando
bebas agua de un pozo, no olvides a quien lo abrió.
Proverbio
antiguo.
Las redes sociales han dado origen a bolas informáticas. La construcción de
un hotel en el espacio que actualmente ocupa el Centro Cultural Cinematográfico Payret despertó conjeturas acerca
de su desaparición. El propio Eusebio Leal aclaró que tal crimen de leso
patrimonio no ocurriría. Por el contrario, el teatro resultaría resaltado al
estar insumido en una instalación de 300 habitaciones prevista como de cinco estrellas. Nada menos que frente
al Capitolio y en el entorno del Parque Central. Este último fue centro
de La Habana hasta bien entrado el siglo
XX.
El crecimiento de la ciudad desplazó su ombligo urbanístico hacia zonas más lejanas pero
carentes de una pátina arquitectónica y patrimonial tan rica. En el centro del
Parque se alza una primera estatua a José Martí. En su rancio ambiente se
conjugan el Capitolio, el Teatro Nacional[1] (sede
del Ballet Alicia Alonso) y el Museo de Arte, tres soberbias edificaciones
acotadas por varios hoteles antológicos y otros de nueva creación[2]. También
el histórico café El Louvre y el
propio Payret, por supuesto.
El Capitolio es un edificio majestuoso. No es culpable
de que fuera construido durante el machadato,
ni de ser sede del congreso de antes. Los otros dos son hijos de la nostalgia de
inmigrantes hispanos.
En diciembre de 1907 se colocó la primera piedra del que sería
el Palacio del Centro Gallego de La Habana,
un edificio inigualable. Su espacio era la manzana ocupada por el Teatro Nacional que quedó insertado
dentro del inmueble. Fue una proeza de diseño. Su anterior nombre era Teatro Tacón y no ostentó el nombre de Pancho
Marti[3] que lo inauguró
en 1834. Este indiano fue un analfabeto culto y un bribón exitoso en los
negocios, muchos de ellos turbios. Eduardo Robreño[4] lo consideraba
el noi más
avispado llegado de Cataluña. Convirtió al teatro en uno
de los mejores del mundo[5]. Según
Jacobo de la Pezuela[6] en sus 5
niveles cabían 3.000 espectadores. La Condesa de Merlin[7] visitó
la Isla en 1840 y según sus palabras sólo
los primeros teatros de las grandes capitales de Europa pueden igualar al de La
Habana. Pero Don Pancho no tuvo la previsión de colocar su nombre en el
frontispicio del teatro[8]. En 1857
lo vendió por una cantidad que
cuadruplicaba el costo inicial.
En la ceremonia inaugural de 1907 el Centro Gallego registró 25.033 miembros.
Su primer integrante se había anotado en 1879. Un coro cantó el recién
estrenado Himno de Galicia[9], el de
Cuba y la Marcha Real española. El de Estados Unidos no fue entonado a pesar de
que la ceremonia se llevaba a cabo durante la Segunda Intervención
Norteamericana de 1906 a 1909[10]. En 1962 fue nacionalizado. Actualmente es sede del Ballet Alicia Alonso.
Delante y bordeando también el Parque Central,
se halla el otrora Palacio del Centro
Asturiano. Abrió sus puertas en 1927 para servir de sede a la asociación de
entidades regionales astures fundada en 1886. Más sobrio que el anterior pero
no menos elegante, también fue nacionalizado después de 1962. Sin mayores afeites fue Palacio
de Pioneros, Tribunal Supremo y finalmente en 2001 sede de las colecciones
de arte del Museo Nacional.
Delante del Capitolio se yergue el actual Payret. Fue inaugurado en 1875 y, curiosamente,
conserva el apellido de su fundador[11]. Es un
caso singular. El costumbrista Álvaro de la Iglesia consideró que el susodicho cometió
un error[12].
No tuvo éxito crematístico y le hubiera
resultado más provechoso continuar con los negocios que conocía como vender galleta con gorgojo al soldado…
o especulando en oro en las madrigueras de la calle de Mercaderes. Aparte
de las impericias administrativas del improvisado empresario teatral, la
instalación fue víctima de ciclones, derrumbes y otras calamidades. Finalmente fue
embargado. La Sociedad de Beneficencia Catalana hubo de auxiliarlo en su vejez
y lo internó en la Quinta del Rey donde falleció[13]. Desde
entonces se han sucedido varias administraciones.
Irónicamente se conserva el nombre del arruinado
Payret mientras se olvida a los inmigrantes aquejados de nostalgia. El Capitolio
se enajena de su cuna machadista
y de su condición parlamentaria anterior.
Lo merece, no hay otra edificación más suntuosa en toda Cuba. Por suerte Leal
lo restaura.
La mala noticia concierne a la justicia
histórica y a los miles de descendientes de gallegos y asturianos. No ven
perpetuada su impronta en las denominaciones actuales de los palacios que
erigieron sus ancestros.
Fin
[1] Otros teatros emblemáticos en La Habana colonial fueron el Principal
ubicado en la Alameda de intramuros, fundado por en 1773 y ya desaparecido. El Tacón, el Circo
Teatro Jané cuya edificación actual es sede de una Iglesia Bautista (en Zulueta
y Dragones) y el Payret. No fueron únicos.
[2] Los hoteles Inglaterra, Telégrafo y Plaza, han mantenido sus nombres.
Otras instalaciones lo han cambiado. La llamada Manzana de Gómez, un antiguo
centro comercial, ha sido reconvertido en un lujoso hotel de muchas estrellas.
[3] Francesc Marti Torrens. No es Marty, sino Martí, un apellido abundante
en los países de cultura catalana. La deformación tiene que ver con la forma de
firmar del autor.
[4] Robreño, Eduardo. Cualquier Tiempo pasado fue... Ciudad de la Habana.
1978. Pg. 113- 114.
[5] Portuondo Fernando. Historia de Cuba. Segunda Edición, Pág. 361 (pie
de grabado)-
[6] Pezuela, Jacobo
de la. Diccionario Geográfico Histórico de la Isla de Cuba. La Habana 1863.
[7] Condesa de Merlín
(Maria de las Mercedes Santa Cruz y Montalvo). Viaje a La Habana. Carta IV. Pg . 111-112.
[8] Sin proponérselo, propició la
invención del teléfono. Pancho Martí visitó el teatro La Pérgola de Florencia
con la intención de captar personal calificado. Allí trabajaba Antonio Meucci
en la puesta en escena. Fue contratado y
vivió 15 años en la capital cubana. Además de dirigir la tramoya dedicó
su tiempo a otras inquietudes. Empleaba la electricidad con fines terapéuticos
de los que casualmente surgió el teléfono. En su posterior estancia en Estados
Unidos perfeccionó el invento cuya patente le seria arrebatada por Alexander
Graham Bell. La Resolución 269 de 2002, de la Cámara de Representantes de
Estados Unidos dictaminó que el inventor del teléfono, en La Habana, había sido
Meucci.
[10] Klein, John-Marshall. Ph.D. Spaniards and the Politics of Memory in Cuba,
1898-1934. Dissertation. University
of Texas. Austin. December 2002.
[11] Joaquin Payret.
[12] de la Iglesia, Álvaro. Citado por
Carles Martí, en Los Catalanes en América (Cuba).La Habana. 1922. pg. 289
[13] Llibre d’Or. Sociedad de Beneficencia de Naturales de Cataluña. 1941. Capítulo
referido al año 1885. Pág. 63.y 64.
No hay comentarios:
Publicar un comentario