Forma parte de un proyecto conservacionista que involucra a macizos montañosos a lo largo de nueve provincias y 30 municipios cubanos.
Soroa, Cuba, 9 ene.- Cuando la productora Eloísa Bocourt pidió en usufructo la loma que había servido de cantera para construir una carretera, el marabú ya era dueño del lugar. Luego de cinco años, ella ostenta una finca envidiable, llena de plantas medicinales, frutas y flores.
Bocourt es una maestra que dejó las aulas para hacer producir un pedazo desahuciado de tierra y compartir sus saberes en talleres con niñas y niños de la comunidad próxima al campismo La Caridad, en Soroa, un lugar conocido por su jardín botánico de orquídeas, en la provincia de Artemisa.
Esta productora es beneficiada por el proyecto con financiamiento internacional Conectando paisajes, que se enfoca a la conservación de la biodiversidad.
“Como mujer, me dio mucho trabajo hacerles creer a las personas que yo sola podía con mi hijo y mi familia hacer producir este pedazo de tierra que nadie quería. Demostré que las mujeres tenemos la fuerza y la voluntad de hacer producir la tierra”, dijo Bocourt.
También participó “la comunidad, que primero me rechazó, pero que encontró en mí un espejo donde alumbrarse”, continuó la emprendedora, de 50 años, quien es hija de campesinos y descendiente de esclavos africanos que le legaron sus saberes sobre las plantas medicinales.
Entre las satisfacciones que le ha traído la finca conocida como La Caléndula o La Excelencia, la productora identificó el demostrar que del trabajo de la tierra también se vive. “Mi familia tiene un empleo digno, del que vivimos de forma muy agradable y nos sentimos muy bien aquí, con un paisaje que te anima cada mañana”, compartió.
Caléndula, manzanilla, jengibre, pasiflora y la flor de Jamaica, se encuentran en la finca, aunque en ocasiones Bocourt tropieza con obstáculos en la recogida de la masa seca y su traslado hacia los laboratorios, pese a la necesidad de medicina verde que sustituya medicamentos en falta en las farmacias.
“La Caléndula se usa para hacer jarabes anticatarrales, pomadas para la piel de los niños, principalmente, y es muy importante para baños contra infecciones de la piel, mientras la flor de Jamaica tiene propiedades antibacterianas y es buena para infusiones y dulces”, apuntó.
Conectando paisajes
El título completo de la iniciativa es “Enfoque paisajístico para conservar ecosistemas montañosos amenazados” y busca conservar la biodiversidad en los ecosistemas montañosos, precisó Guadalupe Bidón, la especialista en comunicación de Conectando paisajes.
“Promueve un nuevo paradigma en la conservación de la diversidad y la gestión de áreas protegidas, de un enfoque específico a uno de paisaje, donde se implementan corredores bilógicos para propiciar la integración de las áreas protegidas con el entorno, donde viven las comunidades y se desarrolla la actividad productiva”, explicó.
Financiada por el Fondo para el Medio Ambiente Mundial e implementada por el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo y el estatal Instituto de Ecología y Sistemática, la iniciativa involucra los macizos montañosos de Guaniguanico, Guamuhaya, Bamburanao y Nipe-Sagua-Baracoa.
Conectando paisajes abarca nueve provincias, 30 municipios, gran cantidad de áreas boscosas y cuencas hidrográficas y busca integrar los intereses económicos y los conservacionistas de forma armónica y compatible.
De esta forma, persigue “mitigar las pérdidas de la biodiversidad y aumentar la capacidad de los ecosistemas de generar cada vez más bienes y servicios ambientales que conduzcan a mejorar la vida social de las personas que habitan en las montañas, su calidad de vida y adaptación al cambio climático”, indicó Bidón.
A juicio de Lázara Sotolongo, coordinadora general del proyecto, es fundamental conservar la biodiversidad biológica ante las amenazas actuales y futuras.
“Los proyectos nos han dado un valor a las mujeres rurales, nos sentimos homenajeadas, nos ayudan a independizarnos”, sostuvo Bocourt.
La productora, además, remarcó el impacto positivo de Conectando paisajes en la identidad local.
“No sabíamos cuán importante era el lugar donde vivíamos, por ello tenemos que darnos a la tarea de conservar y proteger nuestros paisajes por encima de todo porque es el futuro del país, la naturaleza, el medio ambiente y el planeta”, concluyó. (2019)
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