PINAR DEL RÍO.–José Heriberto Robaina pasa la vista por los estantes con una mezcla de asombro y desconcierto. «Aquí hay muchas cosas que si se sacan a la venta años atrás, se hubieran aprovechado mejor», dice.
Entre los objetos que despiertan su atención hay cajas de discos de 3 ½, cartuchos de impresora, transformadores de radios, fusibles…
Productos que desde hace tiempo se hallaban ociosos en los almacenes, después que el país invirtiera quién sabe cuánto dinero para su importación.
«Cuando uno ve estas cosas se sorprende, porque hubo un momento en que las necesitamos y no las teníamos. Algunas había que comprarlas en bolsa negra, porque no existían en las tiendas, y ahora es que llegan a ellas, cuando ya quedaron obsoletas».
Estamos en el mercado experimental para la venta de productos ociosos de la ciudad de Pinar del Río, una pequeña tienda en la que se trata de hallarle destino a infinidad de artículos que las empresas y organismos del territorio adquirieron en el pasado y nunca los emplearon.
Es el caso de partes y piezas para medios de transporte o equipos a los que se les dio de baja, de instrumentos que ya no son compatibles con las tecnologías actuales, incluso de objetos que nadie sabe a ciencia cierta para qué sirven.
«A veces son los clientes quienes nos explican, porque el poder de inventiva del cubano es muy grande. Hay artículos que uno piensa que nunca se van a vender y de repente llega alguien que los compra y nos dice que si no le sirven para una cosa, le servirán para otra», cuenta Elina Gutiérrez, la administradora del mercado.
RECURSOS ENCERRADOS
No es la única iniciativa que se implementa en la provincia con el propósito de darle salida a los inventarios ociosos. Rolando García, especialista del Grupo Empresarial de Comercio, recuerda que a principios de 2017 se organizó una exposición entre las 11 entidades del grupo, para evaluar aquellos productos que no tenían demanda en un territorio, pero pudieran interesar en otro.
Además, en los municipios y en la capital provincial se realizan desde entonces, de forma periódica, ferias para la población y cada cierto tiempo se aplican rebajas de precio a las mercancías que comienzan a estancarse.
Ello ha hecho de Comercio uno de los sectores con una gestión positiva en la disminución de productos ociosos y de lento movimiento. Sin embargo, el tema no ha tenido la misma atención en otras entidades y organismos.
Según datos de la Empresa de Productos Universales, encargada de conducir el tratamiento de esos recursos inmovilizados en los almacenes, Pinar del Río inició 2019 con un saldo en sus inventarios de 17 993 000 pesos (entre ociosos y de lento movimiento).
Si bien la cifra es inferior que la registrada a principios de 2018 (19 853 500), demuestra que todavía queda mucho por hacer.
«No son pocas las entidades que vienen cuando les hacen presión del organismo superior o cuando se acerca la Comprobación Nacional al Control Interno, a finales del año. A veces hasta llegamos a firmar un contrato, pero luego todo queda ahí», asegura Anabel Rodríguez, especialista de Universales.
¿COMPRAR POR COMPRAR?
José Luis Gil, subdirector de Economía y Planificación, considera que el fenómeno tiene varias causas: producciones que no tienen calidad, empresas que no hacen estudios de mercado para confirmar que un determinado artículo va a tener salida...
Pero la cuestión más preocupante es que en ocasiones falta previsión acerca de los posibles cambios tecnológicos o de las especificidades de nuestro país, entre quienes se encargan de comprar en el exterior equipos e insumos.
El 80 % de los 170 600 pesos en inventarios ociosos identificados a inicios del año pasado en el sector de la Salud en Pinar del Río, por ejemplo, correspondían a dientes para prótesis adquiridos en Colombia y en Chile, que se echaron a perder en los almacenes o resultaban demasiado grandes y no tuvieron aceptación entre los pacientes.
En casos como este, no queda más remedio que eliminar el producto, siguiendo las indicaciones del Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente.
No obstante, existen muchos otros recursos ociosos que todavía pudieran ser de utilidad.
«Aquí todo lo que usted saque, si es barato, se vende», afirma Elina Gutiérrez, administradora del mercado encargado de la comercialización de ese tipo de productos en la capital pinareña.
«No hace mucho nos entraron tomas de leche de vaquerías y enseguida aparecieron personas interesadas, para adaptarlas en el sistema de freno de las motos».
Pero no todo lo que se oferta es asequible para la gente, lamenta la funcionaria.
«El procedimiento establecido para fijar el precio minorista exige que al valor inicial con el que la empresa los tiene en sus almacenes, se le incremente un 42 % para el aporte a la ONAT», explica Roberto Luis Gutiérrez, el económico de la unidad.
Esto, sumado al margen de utilidad que le corresponde a Comercio, hace que por ejemplo, un rodamiento de la numeración 32218, con un valor de 113,27 pesos, salga a la venta con un precio de 300.
«Como promedio, el costo de un producto se incrementa 2,63 veces», reconoce Juan Víctor Concepción, especialista de la Empresa de Productos Universales.
Ante esa realidad, Elina señala que muchos artículos terminan resultando demasiado caros y tienen que ser devueltos a sus entidades de origen, porque nadie los compra.
Por otra parte, advierte que de manera general es muy baja la concurrencia de las empresas al mercado.
«A pesar de que se sabe que hay productos echándose a perder en los almacenes, aquí ahora mismo tenemos poco para vender».
En efecto, de más de 200 entidades y unidades presupuestadas que suma Vueltabajo, solo 91 se han acercado a la Empresa de Productos Universales para firmar contrato y 27 han certificado no tener inventarios ociosos.
El resto, que es aproximadamente la mitad, no le ha dado la importancia que el tema requiere, en tiempos en que urge mirar más hacia nuestras propias reservas y abandonar de una vez por todas la mentalidad de acaparar recursos, y de comprar por comprar.
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