Mientras se agudiza la crisis económica producida por las políticas neoliberales impulsadas por el gobierno argentino, el patrimonio de los ricos crece exponencialmente. Un claro ejemplo de enriquecimiento sideral es el del propio Mauricio Macri, cuya fortuna se incrementó en un 52%.
La Oficina Anticorrupción, dirigida por la oficialista Laura Alonso –confesa enamorada del presidente argentino- publicó en agosto el listado de las Declaraciones Juradas de los funcionarios del gobierno, correspondiente al año 2018. Lo que se observa es que paralelamente al empobrecimiento de millones de ciudadanos de clase media y baja, las astronómicas fortunas de los ministros en funciones se vieron favorecidas gracias a las medidas gestadas en Casa Rosada. El jefe de Estado, Mauricio Macri, aumentó su patrimonio económico en un 52 %, pasando de los $99.876.155 en 2017, a $151.688.684,18 hacia finales de 2018.
Este enriquecimiento revela que la actual acentuación de la desigualdad en Argentina es el resultado de un proyecto que, hasta el presente, ha logrado su cometido. La brecha de ingresos entre ricos y pobres se amplió notablemente durante la Era Macri. De acuerdo con las estadísticas oficiales, el 10% más pobre de la población tiene ingresos que representan al 1,5% del total. En contraste, los ingresos del 10% más rico equivalen al 32,8 por ciento. Estos datos tienen dos lecturas. De un lado, los más pobres reciben cada vez menos. En la anterior medición sus ingresos representaban el 1,6% del total. Del otro, los ricos reciben cada vez más. Solo durante el último año sus ingresos representaban el 32,3% del total. Estos cambios indican una acentuación de las diferencias entre los extremos.
La caída del poder adquisitivo es la consecuencia de una enorme regresión en la distribución del ingreso y de la concentración de la riqueza en pocas manos. En la facción más vulnerable de la sociedad, la caída del poder adquisitivo, la pérdida del empleo, los precios de la canasta básica y de los servicios, provocó mayor empobrecimiento; mientras las clases más acomodadas acentuaron y multiplicaron su riqueza mediante los negocios financieros con remuneraciones estratosféricas, sin control del Estado.
Si aún cabía alguna duda respecto de la trillada idea de que Macri “gobierna para los ricos”, los datos oficiales la evaporan, arrojando certezas irrefutables. El propio INDEC (Instituto Nacional de Estadística y Censos) revela que el heredero de la fortuna amasada por Franco Macri (padre del presidente) como contratista prebendario del Estado, ha hecho grandes méritos para congraciarse con los de su clase.
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