SINE DIE 72
SD2
juan m ferran oliva Octubre
25 de 2019
El presente trabajo[1] fue elaborado pocos días antes
de la sorpresiva medida de la apertura de cuentas en MLC. Lo circulo pues de
cualquier modo persiste el problema de la dualidad monetaria, ahora más
compleja e impredecible. El mercado da sorpresas. Mañana me referiré concretamente
al tema de moda: el comercio de alta gama en MLC y tarjetas ad hoc.
El
dinero es una relación social. Surgió como consecuencia de la división social
del trabajo en la comunidad primitiva Por decantación se concretó en la moneda
que además de medio de intercambio sirve de unidad de medida en la actividad
económica y de ahorro para todos. Apareció en Lidia a mediados del siglo VI ANE.
El
dinero no constituye la felicidad, pero ayuda. De ahí su importancia como
estimulo, siempre y cuando tenga contrapartida en la oferta.
El
mundo monetario cubano se escinde en dos segmentos incomunicados. Uno actúa en
el sector productivo y el otro en la población. Fue un dúo de peculios de un
mismo emisor actuando por separado con propósitos diferentes. Tal mixtura degeneró
en la denostada dualidad actual. Los protagonistas son el humilde y obsoleto
cup y el aristocrático CUC.
Muchas
de las propuestas para unificarlos giran alrededor de una cotización mágica de
diez, quince o veinte pesos comunes (cup) por cada CUC. Esta fórmula salvadora se aplicaría simultáneamente a empresas y población.
Seria la reedición del milagro de los panes y los peces. Pero en economía no
existen prodigios.
La
unificación no significa la vuelta al anterior peso. Tampoco a esa divisa de andar por casa llamada CUC. Ha de
aplicarse una nueva moneda dignificada
como convertible. Es imprescindible. El peso
unificado no será el mismo aunque se llame igual. Tendrá una equivalencia dada
por su poder de convertirse en otros dineros. En caso contrario continuaría
actuando como un vulgar token de uso
interno.erno. Sería una regresión inconducente.
La
convencional equiparación del peso con el dólar en el área empresarial intentó
proteger al primero. Es una falacia contable y un serio inconveniente que debe resolverse de inmediato. Una vez
resuelta se manifestarán varios resultados. En mercancías o servicios para la
exportación rebajará el costo y mejorará su competitividad. Por supuesto
incluirá los paquetes turísticos. Además dará sentido a los análisis de gestión
y de factibilidad. Esta sería la buena noticia.
En lo
tocante a la inversión extranjera, el socio foráneo incrementará su
participación y derecho a utilidades debido a que por cada unidad de divisa que
aporte obtendrá más pesos. Será una motivación pero se afectará negativamente
la distribución de ganancias para el país. La noticia es regular.
En
producciones para el consumo interno provocará un aumento en los costos que
degenerará en inflación. Se sumará a la ya galopante y en pleno desarrollo y
afectará a todos los bolsillos domésticos. El efecto será también virulento
para la contabilidad nacional. El PIB se elevará con la nueva moneda pero expresado
en divisas extranjeras encogerá notablemente. Es la mala noticia.
El escenario de la población es
otro. En
este caso se persiguió la captación de las divisas que comenzaron a entrar
alegremente en el país. Las personas naturales cambian 1 CUC por 25 pesos. En
sus inicios fue mucho más. La tasa real es gelatinosa. En
distintos momentos se movió entre 20 y 30. Entre 1995 e inicios de 2002 funcionó un régimen de flotación, pero en esta
última fecha se adoptó la tasa fija que aún perdura.
Sin divisas no hay país. Su disponibilidad depende de la balanza
de pagos que descansa en las exportaciones invisibles en más de 2/3. Es un
logro del que se habla poco[2]. El turismo y las remesas
tienen mucho que ver en tal cambio que constituyó una tabla de salvación en el
naufragio. Los invisibles constituyen la gallina
de los huevos de oro de la actual economía cubana. Es necesario protegerlos.
Se
estima que las remesas ascienden a alrededor de $3.000 millones anuales. Su gran virtud es que
no tienen costos: Son entradas netas, excepto
las penalizaciones en el caso del dólar físico. Los receptores no son los
únicos poseedores. Hay una recirculación y según encuestas, la mayoría de los
hogares cubanos obtienen divisas o CUC por alguna vía. Una reducción de la tasa
a menos de 25 afectaría a casi todos.
La
industria del ocio es una fuente importantísima. Los visitantes utilizan paquetes turísticos, vienen por cuenta
propia o llegan (llegaban) en cruceros. Pero
todos incurren en gastos de bolsillo asimilados
por distintas fuentes: se anotan en excursiones onerosas, se divierten, toman
taxis, gastan en gastronomía, dan propinas, pagan servicios personales y
realizan compras. Algunas de estas consunciones constituyen entradas netas de
divisas. Otras son exportaciones, pero a
precios minoristas (ron, tabaco, suvenires).
Según
un estimado conservador, cada turista
emplea US$ 280 durante su permanencia en cualquiera de las modalidades. Con
casi 5 millones de visitantes anuales ello significa bastante más de US$ 1.000
millones de ingreso. Hay que cuidar esta fuente. Una tasa de cambio
desfavorable pudiera convertirse en revulsivo.
La
población padece la asimetría de un mercado en el que la oferta va a la zaga de
la demanda. El mal dura más de medio siglo. Erosiona la motivación del dinero y
es fuente de corrupción e ineficiencia. La represión carece de fijador y no es
remedio. El buen trato no se estabiliza con leyes, cursillos y buenos deseos
sino con la competencia.
En el
comercio minorista se enfrentan precios de país opulento con ingresos de pueblo paupérrimo. Las dos tasas de
cambio antitéticas se contraponen de manera casi insultante. Es un mal
inevitable que obedece a la falta de
productividad nacional. No se
resuelve con tasas de cambio milagrosas.
El acercamiento no depende de
decisiones burocráticas sino de la marcha de la economía.
El
problema es monetario para las empresas y de mercado para la población. Exigen
soluciones diferentes.
Los
pasos a seguir serian definir la moneda única y otorgarle convertibilidad.
Mantener la segmentación entre empresas y población. Establecer una tasa de
cambio fija para las empresas y una
fluctuante para la población y los turistas, incomunicando ambos sectores. Después
de la adquisición de combustible y el pago de la deuda externa debe priorizarse
la asignación de divisas para abastecer la oferta. Es fuente de la
productividad.
El mercado es el Talón de Aquiles de la cadena
de mecanismos estimulantes. El desequilibrio cubano entre la oferta y la
demanda es una excepción mundial. Tal anomalía no puede esperar otros 50 años
para ser liquidada.
Fin
[1] Por otra parte sintetiza las conclusiones de un ensayo inédito titulado Engañoso Caballero es Don Dinero, terminado en octubre de 2018. Sus autores fueron Rogelio Torras y
Juan M. Ferran Oliva. Busca editor.
[2] El otro logro es la extracción de petróleo que cubre casi la mitad de
las necesidades internas. También la renegociación de la deuda, que no la
elimina pero lubrica su pago. En algunos casos ha habido cancelación.
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