Fidel


"Peor que los peligros del error son los peligros del silencio." ""Creo que mientras más critica exista dentro del socialismo,eso es lo mejor" Fidel Castro Ruz

domingo, 21 de junio de 2020

EL ESTADO GLOBAL ANTE LA PANDEMIA

Por Jorge Gómez Barata

Nadie podía suponer que el estado moderno tuviera el poder y la capacidad de convocatoria exhibida ante la COVID-19. De modo relampagueante, sin discusiones ni oposición, los gobiernos de todas las latitudes y de todos los colores políticos, decretaron la paralización de la economía mundial; los empresarios asumieron pérdidas billonarias y cientos de millones de trabajadores fueron al paro. Los filósofos callaron, no hubo protestas, huelgas ni lockout.

La pandemia se trasmite en vivo y en tiempo real, sus cifras y ranking, sin dramatismo, incluso con cierta frivolidad, se narran y comentan con ligereza, los países se colocan por lugares según el número de enfermos y muertos y se percibe resignación ante cifras millonarias de pacientes y difuntos. Incluso, con demasiada frecuencia, los médicos se enferman y mueren.

Como si el mundo se operara mediante un “mando a distancia”, al apretar “pausa”, cesó el turismo, cerraron miles de hoteles, balnearios, estadios y lugares de diversión, se inmovilizó el transporte automotor, aéreo, ferroviario y marítimo; se detuvo la producción cultural y se cancelaron los eventos y espectáculos culturales. Todas las ligas y deportes profesionales de futbol, tenis
y ciclismo, las Grandes Ligas de Béisbol, la NBA y la Fórmula Uno de automovilismo cesaron sus actividades, incluso los Juegos Olímpicos fueron pospuestos.

La actividad política mundial se frenó. La ONU, la OTAN, la Unión Europea, el FMI y el Banco Mundial, así como los parlamentos de todo el mundo comenzaron a trabajar “a distancia” o recesaron. Con la única excepción de los Estados Unidos, las manifestaciones y las protestas obreras, estudiantiles, raciales y de género se paralizaron, y los partidos de oposición hicieron mutis. Disminuyeron los delitos porque los narcotraficantes, contrabandistas y tratantes de personas se cogieron a la moratoria y las prostitutas tomaron vacaciones.

Los famosos desaparecieron de la escena, el glamour se remitió, no hubo oportunidad para salones de belleza, atelieres ni boutiques; los estudiantes abandonaron las aulas y los niños dejaron de jugar al aire libre, las bicicletas, los patines y los ómnibus escolares cesaron de rodar y las pelotas de saltar. Las ceremonias de matrimonios y los velorios fueron prohibidas, urbes tan orgullosas como Nueva York, enterraron sus muertos en fosas comunes y los hospitales y consultorios solo aceptaban enfermos de COVID.

El silencio se impuso sobre el ruido urbano y el recogimiento sobre la alegría y los animales salvajes invadieron grandes urbes. La frustración, la pobreza y sobre todo el miedo, prevalecieron.

Los regímenes autoritarios y las democracias más cultivadas, actuaron del mismo modo, usando decretos, ukases y órdenes que las gentes de todo el planeta obedecieron sin invocar la libertad de movimiento, reunión u opinión, conquistas que se creían definitivas. En algunos sitios la policía fue investida de facultades omnímodas.

Todo fue logrado por los gobiernos con solo avisar a la población, algunos líderes ni siquiera se tomaron el trabajo de ir a la televisión y hubo partidos que no convocaron a sus militantes y, el lema universal, al que se cantan alabanzas no pudo ser más conminatorio: ¡Quédese en casa! Y si sale, hágalo con la cara cubierta por una mascarilla.

Ocurrió lo que nadie supuso que ocurriría. La parálisis económica y cultural y el aislamiento social aparecieron como soluciones a un problema de escala global. ¿Por qué? ¿Tal vez fue miedo? O quizás, sin percatarse, la humanidad ha llegado a un estadio civilizatorio en el cual la autoridad y la sensatez pueden operar juntas y las partes del entramado social han comenzado a encontrar terrenos comunes.

Ahora está por ver si la eficiencia y la voluntad política mostrada para paralizar la economía y la actividad social, existe para echarla a andar. Ahora se pone a prueba la voluntad de los estados para apoyar a todos los actores sociales, especialmente, a los trabajadores y campesinos, los emprendedores, los empresarios medianos y pequeños que solos no pueden levantarse con la rapidez a que la subsistencia obliga. Luego les cuento más. Allá nos vemos.
21/06/2020
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El presente artículo fue publicado por el diario ¡Por esto! Al
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1 comentario:

  1. Fue y es miedo, a mi no me cabe dudas. Si el tren suena todos nos quitamos de la línea. Si en la guerra suena la alarma aérea todos corremos al refugio. Con la vida se juega cuando la muerte no es segura. La autoridad de los gobiernos no es tan convencedora, sino muchos problemas del mundo se estuvieran resolviendo.
    Rogelio Castro Muñiz

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