En un complicado escenario nacional e internacional, el Gobierno cubano determinó implementar la Tarea Ordenamiento y, como ha sido su práctica de siempre, ha puesto su oído en la ciudadanía
Ilustración: Martirena
La unificación monetaria y cambiaria sacude, con arremetida telúrica, los puntales carcomidos de la economía cubana. Pero no solo ello; ha convertido a cada miembro de la familia en aprendiz de contadores; los ingresos domésticos se llevan a punta de lápiz.
Cuba le pone el pecho a uno de los procesos económicos, financieros y políticos de mayor calado en la historia de la Revolución. A la vuelta prácticamente de un mes de iniciada la Tarea Ordenamiento, fortalezas y distorsiones en su implementación convergen en el escenario nacional.
Para enderezar los meandros que han surgido, el Presidente Miguel Díaz-Canel Bermúdez y otros altos dirigentes del Partido y del Gobierno intercambiaron a comienzos de esta semana con las principales autoridades de la provincia espirituana. Cada indicación dejada debe ser punto cardinal para el actuar cotidiano.
En ese intercambio nadie desestimó la cifra de personas que han aceptado la oferta de empleo de las Direcciones Municipales de Trabajo; sin embargo, que la balanza se incline hacia los puestos laborales en el sector presupuestado —no genera riquezas materiales— alerta sobre la necesidad de cubrir y crear más opciones en el ámbito productivo, en lo esencial en los municipios de Fomento y Trinidad.
Al unísono, habría que hundir profundamente el bisturí, de una vez y por todas, en las entidades con “estructuras cabezonas”, como denominara el mandatario cubano a las empresas e instituciones, con demasiada gente en las oficinas, en la burocracia, “inventando informes y papeles”, en detrimento del número de trabajadores directos a la producción y los servicios.
Destrabar definitivamente las fuerzas productoras de riqueza y estimularlas con sistemas de pago motivadores contribuiría a la eficiencia de las entidades espirituanas, algunas de las cuales han intentado ocultar su ineficiencia en la subida de los precios, en menoscabo de la billetera del pueblo. Importes racionales de bienes y servicios son hijos naturales de la reducción de los costos empresariales; hacia ahí debieran mirar —no con el rabillo del ojo como, al parecer, algunos lo han hecho— directivos y trabajadores.
Justamente, la eficiencia sería más expedita si los colectivos laborales devinieran verdaderos estrados para la discusión de todos los indicadores técnicos y productivos; hasta ahora bajo el escrutinio, en muchos centros, solo de funcionarios y especialistas. Un obrero incentivado es un economista en potencia.
La motivación nacerá con la información oportuna, contrario a lo observado en determinadas entidades, en lo fundamental del sector empresarial, donde la lentitud en dar a conocer la escala salarial y la cuantía a cobrar abonaron la incertidumbre, cuando más urgía sembrar confianza en torno a un proceso dirigido a mejorar el bolsillo estatal y familiar.
Solo una utilización más efectiva de la Comunicación Social despejará dudas y preocupaciones de la ciudadanía; inquietudes lógicas debido a la complejidad de la Tarea Ordenamiento. Más que informar, hay que explicar, argumentar. Una sólida estrategia comunicativa rebasa las fronteras de los medios masivos, valiosísimos en la socialización de las normas jurídicas que sustentan este proceso.
Por lo visto, el insuficiente dominio de los documentos rectores por algunos cuadros de entidades ha condicionado la aparición de inconformidades, las cuales pudieron evitarse, como los altos precios fijados para determinados comedores obreros, por obrar de espaldas a lo regulado.
“Aquí hay que tener sensibilidad, objetividad y análisis político de los procesos económicos”, recalcó Díaz-Canel el pasado lunes en Sancti Spíritus, donde la rectificación de unos 200 precios refrenda lo expresado por el mandatario de que “se revisará lo que haya que revisar y se corregirá lo que deba y pueda ser corregido”.
En tierras espirituanas, las autoridades gubernamentales tomaron notas de insatisfacciones aún presentes en la ciudadanía: los precios mayoristas aprobados para varios renglones agrícolas, de los servicios jurídicos y los del Sistema de Atención a la Familia, así como el monto de los subsidios otorgados para la construcción de viviendas…
Mientras se dirimen estas preocupaciones, el enfrentamiento a los precios abusivos deberá oxigenarse cada día; lo indican las más de 2 870 multas aplicadas por valor de 360 170 pesos, reveladoras de que las violaciones conviven con nosotros.
“Aplazar no es nunca decidir”. Apegado a esa visión martiana, el Gobierno determinó no dilatar más la concreción de la Tarea Ordenamiento, mandato de los dos últimos congresos del Partido. Las controversias generadas no significan que la mayoría de los cubanos haya reconocido la necesidad inaplazable de la unificación monetaria y cambiaria, que más que de expertos en economía, es asunto de todos.
Por mucho esfuerzo que se haga para que los precios no escondan ineficiencia no podrán lograrse por que el método utilizado para su formación es: costos más utilidad, y así es como esta establecido por el Ministerio de Finanzas y Precios.
ResponderEliminarPor lo tanto mover el rango de utilidad no necesariamente es ser eficiente, pues se parte de una ineficiencia que ya existe en el costo.
Si existieran empresas autonomas y se desintegraran los monopolios el precio necesariamente se establecería por concurrencia del mercado y todos estarían obligados a ser más eficientes para lograr la mayor cuota. Esto sería un proceso natural no un camisa de fuerza.
Rogelio Castro Muñiz
La "Tarea reordenamiento" ha puesto de manifiesto la mayor parte de las falencias del modelo económico cubano basado en el Capitalismo Monopolista de Estado, así le llamó Lenin, su creador en la Unión Soviética, de donde fue copiado, en la creencia de que era la vía para el desarrollo del Socialismo, ese modelo económico está acompañado por el modelo político desarrollado por Lenin y Stalin, y denominado por este último "marxismo-leninismo", luego "socialismo real" por los continuadores de Stalin, por lo que también es conocido como estalinismo. Ese modelo fracasó en su país de origen y en todos los países del este europeo donde fue impuesto por los soviéticos, vencedores del nazismo en todos esos países. Ninguno de esos países fue realmente socialista, el socialismo es un modo de producción bien diferente, donde los trabajadores son los encargados de dirigir directamente todos los medios de producción, no el estado como fue en todos aquellos países y es un Cuba. Estos modelos económico y político limitan el desenvolvimiento de las fuerzas productivas y constituyen las causas del fracaso en todos aquellos países y, de no cambiarse, será la causa de nuestro fracaso. La tarea ordenamiento, al no tocar el modo de producción, ni el régimen político, no podrá resolver nuestras carencias y dificultades, el ordenamiento las ha puesto de manifiesto y en muchos casos las está agravando. La solución es la liberación de las fuerzas productivas por la vía socialista, entregando todas las empresas estatales, agropecuarias, industriales y de servicios a los trabajadores organizados en cooperativas autónomas o a los colectivos laborales en autogestión obrera, vinculadas estrechamente a los municipios, a las provincias y a la nación, pero autónomas en su gestión económica interna y en sus relaciones con sus similares. Si así se hiciera, sería la primera vez en el mundo que un país se encamina a la construcción del verdadero Socialismo, totalmente alejado del Capitalismo Monopolista de Estado y del estalinismo.
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