Por: Julio Sergio Alcorta Fernández.
El
caso TRUMP sigue dando quehacer en la sociedad estadounidense.
Después
de la aprobación por la Cámara de Representantes de la resolución de un nuevo
juicio político en su contra por incitación a la insurrección debido a su
involucramiento en los acontecimientos violentos en el Capitolio, seguidamente
se ha hecho necesario una mayoría de dos tercios en el Senado para condenarlo.
Como
es natural, considero que no debe existir la posibilidad de que ese proceso
pueda finalizar antes de que termine su mandato, el 20 de enero, para lo que
presagio que Trump pudiera escurrirse astutamente y verse libre para continuar
haciendo de las suyas con la ayuda de sus turbas neofascistas, interfiriendo brutalmente
al nuevo gobierno del presidente Joe Biden, lo que a la vez lo convierte en un
desaforado delincuente contraviniendo las leyes , y peor aún, la UNIDAD que esa
nación requiere para subsistir de forma cohesionada.
Ahora
bien, el tiempo sigue su curso, los miserables confabulados con este malhechor,
que son muchos, participantes prácticos en toda esta inmundicia gobernante
durante largos 4 años, continúan sus invocaciones; casi no se mencionan,
pareciera que no existen, son fantasmas encapotados en esa compleja sociedad;
que lamentablemente descuida la vigilancia hacia los que posiblemente la infeste
de nuevo de las acciones más repugnantes que puedan ser imaginadas.
Volverán
a aparecer pronto, emulando a su protector y esperando con ansiedad y confianza
poder unirse a las huestes neofascistas que serían dominadas otra vez por el
resucitado guía.
Es
por eso que considero necesario acabar de mostrarlos en toda su vestimenta
engatusadora, pues seguramente van a tratar de horadar a los que ellos trataron
de aniquilar de forma perversa y ruin; y que ahora ostentan el gobierno de esa
poderosa nación.
En
este sentido, algunos de estos recalcitrantes y extremistas personajes, como:
Elliot Abrams, Marco Rubio, John Bolton, Mario Díaz Balart, Mauricio
Claver-Carone, y otros, han acompañado a
Trump en todas sus maquiavélicas fechorías. Pero sobre todo el más cobarde de ellos:
Marco Rubio, ha sido el factor más prominente de los bellacos que estuvieron
adulando a Donald Trump desde el primer día de su toma de posesión como presidente
en 2016, a pesar de que Trump lo zarandeó bochornosamente en varias ocasiones
en que se discutía por el Partido Republicano, quien sería el escogido para las
elecciones presidenciales del año 2016.
Además,
es el que ha tenido la cobarde persistencia de crear un ambiente de odio cerril
hacia nuestro pueblo y nuestro país, convirtiéndose en el enajenado embrollador,
intrigante y nauseabundo siervo del cortesano que irrumpió, para mal, la tan
cacareada democracia en ese imperio.
Recordemos
el ignominioso espectáculo montado en la ciudad de Miami, el 16 de junio de
2019, en el que el nuevo presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, se
presentó para anunciar las nuevas políticas de su gobierno hacia Cuba.
Nuestro
pueblo observó este desagradable show, con Mario Díaz Balart loco por estar en
primera fila, y Marco Rubio, hecho una veleta agitada, cayéndole atrás al
sainetero mayor; y los gestos fascitoides del nuevo superior increíblemente
parecido al jefe de los fascistas que fue Mussolini, en Italia.
Por
último, permítaseme reflejar algunas etapas interesantes de este engañoso
ejemplar que es Marco Rubio, Senador en el Congreso de los Estados Unidos de
América.
Aunque
no acostumbro a mezclar asuntos familiares cuando pongo por escrito mis
opiniones sobre alguien en particular, en esta ocasión , tratándose de este
señor, me he sentido obligado, como cubano que soy, a transcribir parte, lo más
breve posible, de un documento titulado “El origen (narco), de Marco Rubio”.
“Este
senador republicano escribió sus memorias en un libro que bautizó con el nombre
de “An American Son”, publicado en el año 2012. En el libro asomó apenas de
manera superficial que su cuñado era un comprobado lord del narcotráfico y toda
la familia (de origen cubano y radicada en Miami) lo sabía”.
“En
una nota del Washington Post del año 2015, se da a conocer la historia de
Orlando Cicilia, esposo de Bárbara, una hermana mayor del senador republicano.
Cicilia era un testaferro y operador del circuito de narcóticos, concretamente
de la cocaína, en tiempos de su máximo apogeo en Estados Unidos, cuando Miami
era considerada la capital de la cocaína en Gringolandia”.
“La
suspicacia de los medios norteamericanos dirigidos hacia Rubio yacen en el rol
que tuvo Bárbara Rubio en el auge de esa familia en los años 80, justo en
tiempo de la “mayor prosperidad” de su esposo Orlando. El planteamiento es
obvio, se trata de una familia que alcanzó privilegios gracias a la venia de su
familiar político”.
“El
ascenso político de Rubio tuvo siempre esa nube negra. Reseña Washington Post
que en una oportunidad al portavoz de Rubio, Todd Harris, señaló que Rubio
“tenía sólo 16 años en el momento de la detención (de Cicilia), y ve esto como
una cuestión familiar e íntima privada, siendo estos acontecimientos que
tuvieron lugar hacia casi 30 años”. En varias entrevistas y durante su ascenso
político, Rubio se negó a responder a las preguntas de los medios acerca de si
Orlando Cicilia proporcionó apoyo financiero a él y o a su familia”.
Hasta
aquí he tratado de compendiar los aspectos más torcidos y viciados de la
ejecutoria presidencial de Donald Trump y sus acólitos.
Estimo
que no debe haber descanso hasta que no se esfume definitivamente este
execrable ser, pues presiento que pudiera descuidarse negligentemente en esa
sociedad en que dormitan muy diversas agrupaciones y clanes fascistoides, las
más contundentes medidas que frenen y obstaculicen su avance.
La
Habana 18 de enero de 2021. “Año 63 de la Revolución”. JSAF
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