POR RAFAEL GONZÁLEZ MORALES
Las prioridades de la administración Biden están centradas en los esfuerzos por controlar la devastadora crisis sanitaria provocada por la COVID-19; la recuperación de la economía; el tratamiento de los conflictos sociales de diversa índole y la contención de los grupos supremacistas de extrema derecha. Estas temáticas consumen casi todo el tiempo de un gobierno que está enfrentando una crisis sistémica con profundas implicaciones para el modelo político estadounidense.
En materia de política exterior, están enfocados en lo que han denominado como la “renovación del liderazgo americano” que se centra en recomponer sus relaciones con socios y aliados; reparar las relaciones con la OTAN; retornar a los organismos internacionales y acuerdos globales; así como ser el actor predominante en la disputa geopolítica con China y Rusia.
En este contexto, Cuba no está contemplada como una prioridad para la política exterior de Estados Unidos. Esta situación, en principio, podría conllevar a cuatro implicaciones principales: 1) el proceso de toma de decisiones tiende a ser más prolongado lo que incide en que tarde más tiempo lograr progresos en la relación bilateral; 2) prevalece la tendencia a adoptar un enfoque incremental en la política que se expresa en la gradualidad y los “pequeños pasos”; 3) tendencia a introducir la concepción del “quid pro quo” y los condicionamientos para avanzar en determinados temas; y 4) mayor susceptibilidad a las presiones de las fuerzas que pretenden obstaculizar el mejoramiento de los vínculos.
No obstante, los niveles de prioridad en la agenda gubernamental estadounidense pueden modificarse y eso es posible si se dinamizan e impulsan las áreas donde existe convergencia en los intereses estratégicos de Estados Unidos y Cuba. Esto último depende de la voluntad política y la determinación del gobierno estadounidense debido a que su contraparte cubana siempre ha estado lista para cooperar en los temas de interés común. A medida que se obtengan resultados y constaten las potencialidades, se generaría un reposicionamiento de la prioridad asociada a aspectos puntuales que se expresarían en tres dimensiones: bilateral, regional y global.
En la primera dimensión, existen intereses convergentes asociados a la prevención y enfrentamiento a las amenazas a la seguridad nacional que ambas naciones comparten como resultado de su proximidad geográfica y por los flujos de viajeros, medios de transporte y mercancías en menor escala. Las más apremiantes serían el combate a la pandemia, los efectos del cambio climático, el tráfico de personas, el tráfico ilícito de drogas, el terrorismo, otras modalidades del crimen organizado transnacional y todo lo que afecte la seguridad de los viajes. Sin lugar a dudas, ambos países requieren establecer una relación de complementariedad para proteger su seguridad nacional.
Cuba también puede contribuir a la generación de puestos de trabajo en Estados Unidos y en el incremento de los mercados para la exportación de determinados bienes, lo que constituye una de las prioridades para la política exterior estadounidense a partir de la concepción que prevalece de considerarla un instrumento fundamental en la recuperación económica y, en especial, de la clase media.
Según un estudio publicado por Engage Cuba, en mayo de 2017, las compañías de cruceros y las aerolíneas estadounidense como resultado de sus viajes a la Isla podrían generar más de 10 000 empleos para la economía de su país y alrededor de 3 500 millones de dólares en ingresos en un período de 4 años. El documento que realizaba un estimado del costo que tendría una reversión de la política por parte de Trump para varios sectores de negocios, concluyó que entre 2017 y 2021 se perderían cerca de 12 295 puestos de trabajo en territorio estadounidense y dejarían de percibirse más de 6 600 millones de dólares.
Como elemento ilustrativo, las líneas aéreas Delta Airlines, Jet Blue, American Airlines y United Airlines en las condiciones en que operaron durante el 2017 ingresaron más de 500 millones de dólares. Las compañías de cruceros Carnival, Royal Caribbean y Norwegian son consideradas las líderes mundiales en este mercado y según un estudio del US-Cuba Trade and Economic Council entre ellas en tres años pudieran generar 623 millones de ingresos a partir de sus viajes a puertos cubanos.
En materia de gestión de viajes y alojamiento, Arinbn, Expedia y TripAdvisor se posicionaron con fuerza y en el caso del primero en solo dos años generó más de 40 millones de dólares para los arrendatarios privados en Cuba. En cuanto a las remesas, Western Union anualmente ingresaba alrededor de 320 millones por el servicio de transacciones que prestaba.
Desde el punto de vista de mercado para las exportaciones, Cuba al importar anualmente 2 000 millones de dólares en alimentos se convierte en una atracción para el sector agrícola. De acuerdo a un informe divulgado por la Comisión Internacional de Comercio de Estados Unidos en abril de 2016, las exportaciones de productos a la Isla provenientes de esa nación se incrementarían en el mediano plazo alcanzando cifras de entre 1 400 y 1 800 millones anuales si se eliminan las restricciones estadounidenses en esta área.
En la dimensión regional, América Latina y el Caribe está siendo golpeada fuertemente por la COVID – 19, los efectos del cambio climático y es previsible un incremento sustancial de las amenazas hemisféricas asociadas a la temática migratoria, el narcotráfico y otras modalidades del crimen transnacional. El gobierno de Biden tendrá que lidiar con todos estos desafíos en un entorno más complejo y solo es posible hacerlo con efectividad promoviendo la cooperación y reconociendo el papel de Cuba como factor de estabilidad en la región. La misma lógica se aplica a la dimensión global que tiene mayores oportunidades en el enfrentamiento a las pandemias como se demostró durante la incidencia del Ébola en África en la etapa de Barack Obama.
Al dilatarse la decisión final sobre el proceso de revisión de la política hacia Cuba y prevalecer la capacidad de influencia de los sectores de extrema derecha anticubanos, el gobierno de Biden está perdiendo oportunidades que se podrían aprovechar como resultado de una relación civilizada y constructiva con la parte cubana. Un nuevo tipo de vínculos que comience con el desmontaje de las medidas fallidas de Trump, contribuye de manera directa a la seguridad nacional de Estados Unidos y es consistente con la retórica y prioridades declaradas por este gobierno.
Imagen tomada de Prensa Latina.
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