Por Yurislenia Pardo Ortega/ Adelante
CAMAGÜEY.- En zozobra han vivido los ganaderos camagüeyanos los primeros meses del año. Con pelos y carteras de punta han enfrentado sus muchas y sacrificadas faenas. Cada anuncio de ajustes de precios de la Tarea Ordenamiento en el sector agropecuario (que hasta la fecha han sido tres) los ha puesto a la expectativa, mas el sosiego no llega luego de las noticias, pues las cuentas a punta de lápiz siguen dejando un saldo negativo, aunque en menor medida.
El acarreo de leche fresca, por ejemplo, (omitido de inicio) se anunció en febrero a 30 centavos el litro en una distancia de hasta seis kilómetros (km) y fue rectificado en marzo.
Tarifa para el acarreo de leche fresca desde el productor hasta el punto convenido.
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Creyeron los guajiros que esta medida anunciada por la ministra de Finanzas y Precios, Meisi Bolaños Weiss el 22 de marzo, si bien no dejaría ganancias, al menos disminuiría las pérdidas. Para su pesar, cuando llegó el cierre de ese mes no fue así, se mantuvo el precio anterior. La morosidad en llevar lo anunciado a un documento legal les pospuso el cobro del aumento para cuando termine el mes en curso.
Ellos saben tal incremento insuficiente, pues hechos todos los cálculos, con 40 centavos por el trasiego del importante líquido a partir de ocho kilómetros no da para cubrir los gastos del acarreador, las roturas del equipo, y a muchos no les resulta rentable ni para pagar el combustible, el que deben costear a 13.99 pesos el litro, $5.99 más que lo que paga un transportista privado por esa cantidad de petróleo.
Camagüey es una provincia muy extensa, con acarreadores que deben recorrer más de 60 km para entregar las cantinas. Aunque se han tomado varias medidas organizativas para disminuir al mínimo el acopio con medios mecanizados todavía hoy suman un 12 %. Recordemos que esta demarcación tiene un compromiso de 76 millones de litros en el presente calendario, de los cuales la mayor parte se acopiará durante la zafra lechera, de junio a octubre, cuando en un solo día pueden llegar a recogerse 400 000 litros.
La peor parte la han llevado quienes por lo recóndito de sus fincas o el mal estado de los caminos no pueden entregar la leche fresca y se ven obligados a elaborar queso. A ellos —que además tienen que costear la sal, el cortante y mano de obra— no les pagan el acarreo. Les explican que está contemplado en el precio 67 pesos el kilogramo. Pero los números no mienten, si para la elaboración de un kilogramo de queso se necesitan 10 litros (por cada uno se le abona al productor $7.50), entonces el valor mínimo de un kg debería ser $75.00 (dejando fuera el valor agregado).
Las máximas autoridades del país han reiterado la necesidad de estimular el incremento de la obtención de alimentos, pero incongruencias como estas alejan la concreción de ese objetivo. Se insiste además en la necesidad de no desviar las producciones, en la urgencia de sustituir importaciones y generar exportaciones.
Nadie puede entonces darse el lujo de desestimular a quienes aun en desventaja geográfica apuestan por ceder al Estado el fruto de su sudor y solo en el primer trimestre de 2021 entregaron a la Industria Láctea de Camagüey casi un millón de litros en forma de queso, producto escaso hoy en la red de comercio, y que se cotiza a más de $120.00 la libra en el mercado informal.
Otro asunto que debe revisarse nuevamente es el monto de la leche fría. Este subió a 25 centavos el litro por hasta cinco horas en el termo, cifra que todavía no se ha aplicado, aunque se anunció desde el 22 de marzo, pero que no alcanza para cubrir la electricidad y el salario de los trabajadores en los centros de enfriamiento.
Entre tantas torceduras por enderezar resulta esperanzadora la noticia de que, oída la preocupación de los pecuarios se valora no poner en práctica la “tristemente célebre” prueba de la reductasa, y el anuncio del incremento del litro de leche a nueve pesos a partir del sobrecumplimiento de los compromisos. Ahora más que nunca es necesario ajustar los planes a las verdaderas potencialidades de cada campesino, de cada cooperativa, y respetar los contratos para que los pillos no intenten sacar dividendos de planes “agachados”, ni quienes se esfuercen dejen de recibir el premio por su trabajo.
La producción de alimentos es el tema más sensible que afrontamos hoy, en eso coincidimos decisores, productores y consumidores. Las medidas anunciadas por el Gobierno para el fortalecimiento de la agricultura son solo un punto de partida, falta mucho camino por recorrer para cambiar el rostro de un sector decisivo, pero deprimido. Eliminar trabas y burocratismo y estimular con precios y recursos resultan ahora mismo cuestiones urgentes para devolverles el sosiego a los agropecuarios.
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