SEGUNDA
SERIE # 31
Junio
2 de 2021
Por Juan M Ferran
Oliva
En las actuales circunstancias viene a mi memoria una novela favorita. El Amor en los Tiempos del Cólera es una de las obras cimeras de García Márquez. Narra la devoción amorosa de Florentino Ariza hacia Fermina Daza que lo deja plantado para casarse con un médico famoso. Los hechos se desenvuelven en Cartagena de Indias a fines del siglo XIX e inicios del XX, y en el rio Magdalena con sus más de 1500 km de longitud. En la época se produjeron 6 mortíferas pandemias de cólera que provocaron unos 10 millones de fallecimientos a lo largo del mundo.
El despechado era bastardo del magnate de la
flota del rio. Se había mantenido virgen opacado por su amor patológico. Tras
el desdén de su amada, realizó un viaje en
vapor fluvial y al retirarse a dormir, en la oscuridad del pasillo, unos
brazos misteriosos lo arrastraron a uno de los camarotes donde fue violado por
una ninfómana. Nunca llegó a conocerla pero el estupro despertó sus dormidos
instintos. En lo adelante, convertido en un impenitente Don Juan, cató 620 hembras
de todo tipo. Además se benefició con la herencia de los negocios paternos.
Uno de los episodios de su intensa vida amorosa
terminó en tragedia. En sus rejuegos con la esposa de un carnicero, pintó en su
vientre, con creyón de labios, una flecha apuntada hacia el sur y un letrero
que decía: esto es mío. La infiel olvidó borrarlo. Al día siguiente, la
primera plana del periódico local destacó el asesinato pasional y posterior
suicidio de un comerciante en carnes de la localidad.
Pasaron muchos años y Fermina enviudó. Ni
corto ni perezoso, en el propio velorio, Juventino le propuso reanudar su
relación. Rechazado en principio, finalmente logró que lo acompañara en un
viaje a lo largo del Magdalena en el cual llegó a seducirla. En tiempos de
pandemia se colgaba una bandera
amarilla en los barcos en cuarentena y no se atracaba en ningún puerto.
Florentino, dueño del negocio, ordenó al capitán hacer flamear el fatídico
aviso e inició una trasnochada luna de miel con su adorada a lo largo del
recorrido que los llevaría en varios días a Cartagena.
Es una historia digna del calificativo de lo real
maravilloso acuñado por Carpentier para la narrativa latinoamericana. Lo
que ha sido real aunque nada maravilloso son las históricas pandemias de cólera
a lo largo del tiempo y del mundo. Aún se manifiesta como epidemia en
determinadas zonas carentes de higiene.
La actual pandemia del Covid-19 es de otra
naturaleza y afecta a todos los países en la salud y la economía. El desarrollo
científico ha permitido la creación de varias vacunas en poco tiempo. Cuba, en
medio de sus dificultades y subdesarrollo, asombra con sus medicamentos y
aspira a inmunizar a toda su población durante el año en curso con patentes
propias.
Todo nuevo producto pasa por 4 etapas antes de
entrar en el dominio público. Hay una tecnología en su creación a nivel de laboratorio, en
pequeña escala. Una vez logrado, debe adaptarse a métodos que posibiliten su
producción masiva. Cubierta esta etapa ha de organizarse de manera eficiente.
Finalmente queda el aspecto mercantil relacionado con su divulgación, precios,
condiciones y otros requisitos que lo hagan vendible. Esta última etapa quizás no sea relevante en
el caso que nos ocupa pues existe conciencia de la imperiosa necesidad de la
vacuna en cuestión en la que la etapa de laboratorio se extiende en numerosas
pruebas verificadoras de su eficacia.
Lamentablemente se ha politizado el hecho y los
gobiernos enfrentan el dilema de la salud vs la economía. Y no sólo eso.
También intervienen aspectos ideológicos. Algunos remedios efectivos son obstaculizados
por su procedencia. En la práctica es un boicot que atenta contra la población.
Las vacunas rusa y china son el caso.
Pudiera ser también el de las cubanas. El tiempo dirá.
Fin
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