De la creciente necesidad de fertilizantes y las limitaciones para conseguirlos surgió la idea de buscar financiamiento para potenciar la producción de abonos orgánicos en la Unidad Empresarial de Base (UEB) Producción de Vegetales, de la Empresa Agroindustrial Ceballos.
Pretendían sustituir en más de un 40 por ciento los productos importados, contribuir al manejo de plagas, sobre todo los nemátodos, y mejorar las propiedades físicas, químicas y biológicas de los suelos.
La propuesta prendió. “Los resultados obtenidos en el módulo Cepellón, en materia de lombricultura y producción de abonos orgánicos, nos impusieron encomendarnos a un propósito más ambicioso, para satisfacer nuestras necesidades y las de otras entidades del territorio”, explicó Exnier González Suárez, director de la unidad.
“Para la ejecución de este Proyecto de Desarrollo Local, que concibe la producción de 5 000 toneladas (t) de compost y 500 de humus de lombriz sólido y líquido, fue aprobado un financiamiento de dos millones 208 000.00 pesos, al cual se suma una capacidad de liquidez para la adquisición de equipamiento", agregó el directivo.
Mas, sin que este dinero estuviera disponible, emprendieron el camino y, en lo que va de año, han producido más de 600 t de compost de manera artesanal, aprovechando restos de vegetales, estiércol y residuos que se originan durante el proceso productivo en otra de las UEB, la Industrial Ceballos, con el consiguiente aporte a la protección del medio ambiente, al tiempo que trabajan en el acondicionamiento del área destinada a este fin.
Sorteando las trabas
Las preocupaciones y dificultades a causa de la COVID-19 y el contraproducente impacto de la reforma salarial inscrita dentro de la Tarea Ordenamiento, no han frenado a los más de 700 trabajadores de este centro, quienes han sabido aprovechar la tecnología existente para el cultivo de vegetales, como el sistema de riego y los residuos de los fertilizantes, aplicados en áreas que temporalmente permanecen vacías, para la siembra de maíz, fruta bomba, boniato y otros cultivos de ciclo corto.
Han logrado así diversificar y aumentar sus producciones, garantizar la venta de alimentos a sus trabajadores y mejorar las ofertas en sus comedores obreros, objetivo con el cual crearon, además, el módulo pecuario, que se encuentra en fomento y desarrollo, con una masa de 38 carneros.
Estos se suman a las producciones habituales de pepino, ajíes pimiento y picante, tomate, melones de Castilla y de agua, col, zanahoria, remolacha, berenjena, quimbombó, habichuela, rábano y cundeamor gigante.
Dicha unidad, que cierra ciclo productivo en tanto exporta, vende a terceros y garantiza la presencia de sus productos en instalaciones turísticas, procesa en su propia minindustria los excedentes de cosechas y las producciones que no tienen la calidad necesaria para su comercialización en fresco. No obstante, la escasez de envases les impone la búsqueda constante de alternativas para no detener el proceso industrial.
Hasta el cierre del mes de octubre sus ventas completaron los 46 millones 754 576.50 pesos, mientras que la producción superó las 2 163 t, con énfasis en las exportaciones de ají picante Chile Habanero, berenjena y cundeamor, que alcanzaron las 69.4, 2.8 y 1.2 toneladas, respectivamente.
Célida Hernández Salabarría, jefa de colectivo del Centro de Beneficio para la Exportación, argumentó que, asimismo, se han encargado del tratamiento y empaque de otros productos destinados a los mercados foráneos, tales como mango, aguacate, mamey, plátano, boniato, cúrcuma, lima persa y sábila, provenientes de otras entidades y bases productivas de la empresa.
Se emociona al hablar de la labor que realizan sus trabajadoras, también conocidas como las “Chicas del Picante”, quienes hace unos cinco años comenzaron a beneficiar este condimento en condiciones muy complejas y hoy han logrado triplicar los envíos iniciales, con mayor destreza y conocimiento de la actividad, a lo cual se suma la disponibilidad de un local idóneo.
En esta unidad, líder en Cuba en ventas al sector turístico, no hay espacio para la pereza. Por más de 20 años han logrado paliar las afectaciones provocadas por eventos climatológicos a partir de la mejora de las estructuras existentes mediante la innovación y el empleo de alternativas locales; actualmente ejecutan una inversión con tecnología española en otras cuatro hectáreas (ha) de cultivos protegidos, cuyo financiamiento alcanza los 60 millones de pesos.
También en la minindustria se realizan mejoras en los pisos, y la línea para el procesamiento de vegetales, aprovechando una estructura que fue sustituida por una de mayor capacidad en la UEB Industrial Ceballos.
Por otra parte, culminó la segunda etapa del Centro de Beneficio para la Exportación y se trabaja en su climatización, con el fin de garantizar la óptima conservación y calidad de los productos.
Los éxitos de esta unidad, que cuenta con nueve módulos de producción, ubicados en los municipios de Ciego de Ávila y Morón, así como 300 casas de cultivos protegidos y unas 26 ha al aire libre con tecnología eficiente, no son casuales.
Sus productos frescos e industrializados se comercializan avalados por las certificaciones emitidas por Sanidad Vegetal y el Instituto de Higiene de los Alimentos, respectivamente, según explica su especialista en Calidad, Marileiny Vergara Gómez.
Allí la tierra agradece el esfuerzo de los hombres que la trabajan; ellos plantan y cuidan con celo, recogen su fruto, lo procesan y hasta lo comercializan. No es resultado del azar que Producción de Vegetales sobresalga en Cuba cuando de cultivos protegidos se habla; la labor de su gente, su empeño, la ha llevado a ser el mayor exportador de ají picante de la variedad Chile Habanero del país, producto con el que ganó Medalla de Oro a la Calidad en la Feria Internacional de La Habana (FIHAV 2018) y en la Feria Internacional Agroalimentaria 2019. Y esto fue solo el comienzo.
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